Soldaderas Revolucionarias.
Ni la Revolución Francesa ni la Revolución Rusa han dado tantos relatos de adicción a la muerte como los que tiene México, no solo en la literatura sino en la tradición y el arte popular, los corridos y las canciones, que por ejemplo nos dicen que camino de Guanajuato la vida no vale nada, que también nos dicen que si me han de matar mañana que me maten de una vez u otra que canta que nomás tres tiros le dio.
La cultura mexicana es un surtidero inagotable de muerte, un flujo mortal que aún no cesa ni hoy en día, un río de pistolas. La muerte por arma de fuego, el balazo certero, el tiro de gracia frente al paredón de fusilamiento, el grito del herido que cayendo al suelo sentencia con rabia: “Acábenme de una vez, desgraciados”.
Entre las heroínas de la Revolución Mexicana, aparte de la locomotora, podemos encontrarnos a numerosas mujeres que en ocasiones llevaron peor trato que los caballos. Las soldaderas mantuvieron viva y fecunda la Revolución Mexicana y sin ellas la revolución no hubiera existido. En México, en 1910, si los soldados no llevan su casa a cuestas: su soldadera con su catre plegable, su sarape y sus ollas, sus provisiones y tortillas, el número de hombres que habrían corrido a guarecerse a un rincón caliente hubiera significado el fin de los ejércitos.
Durante todas las guerras e invasiones, los soldados utilizaban su “soldada” (palabra de origen aragonés) para emplear a una mujer como sirvienta. La mujer iba al cuartel a cobrar su sueldo o soldada. De ahí el nombre de soldadera. Junto a las grandes tropas de Francisco Villa, Emiliano Zapata o Venustiano Carranza, más de dos mil líderes lucharon en bandas rebeldes. Las soldaderas pululan en muchas fotografías. Son una multitud anónima, comparsas de los ejércitos, telón de fondo de la batalla, solo hacen bulto, pero sin ellas los soldados no hubieran comido ni dormido ni peleado.
La soldadera se encargaba de hacer las previsiones necesarias. Trabajar para un soldado se convirtió, rápidamente, en una manera de ganarse la vida y mantener a sus hijos. Como las sirvientas, las soldaderas eran libres, podían irse a la hora que se les antojara, acompañar a los soldados por todo el país o cambiar de hombre a voluntad. Algunas incluso seguían a la tropa para venderles carne seca y otros suministros, hacer sus tortillas y cocer sus frijoles y como no tenían a ningún hombre en especial, prostituirse si se daba el caso. Sin embargo, la mayoría tenía a su hombre y era fiel a carta cabal.
La mayoría de los soldados se procuraban mujeres para que los atendieran. En muchas ocasiones eran mujeres raptadas al enemigo o mujeres de las ciudades y pueblos conquistados. Por eso en los pueblos, a las primeras que encerraban como gallinas y las vigilaban era a las mujeres, no se las fuera a llevar el enemigo. Según el escritor Mariano Azuela, lo primero que querían los revolucionarios al llegar a un pueblo eran mujeres y dinero, en ese orden. Después se preocupaban por la comida, las armas y los caballos.
Pero muchas mujeres no esperaron a que llegaran las tropas rebeldes a sacarlas de la monotonía de su vida y fueron a su encuentro. Muchas mujeres se hicieron famosas entre el fuego de las ametralladoras y los fusiles, el cañoneo y el avance de la infantería, el tronar de la metralla y el galope de los caballos. Y así muchas de ellas dirigieron grupos rebeldes. Al principio repartían propaganda, transportaban armas para los rebeldes o eran soldaderas de base, pero muchas después fueron coronelas zapatistas, como Rosa Bobadilla, o Juana Ramos (La Tigresa) o Carmen Parra de Alanís, la Coronela Alanís, o como Clara de la Rocha, comandante de guerrilla o como Carmen Vélez (La Generala) que destacó por mandar más de trescientos hombres, y Petra Ruiz, teniente carrancista, o Petra Herrera, que formo su propia brigada que ascendió a mil mujeres.
En la mayor parte de ocasiones estas mujeres soldados no eran bien vistas por los dirigentes y generales masculinos y Pancho Villa por ejemplo, concibió a sus dorados como una fuerza de caballería exclusivamente masculina. “Soldados, no permitan mujeres en la batalla.” Un oficial trató de llevar a su soldadera y Villa lo fusiló: “Ésta es mi advertencia para los demás”. El que nunca hayan tenido un nombre específico o una participación clara en la milicia se debe al tradicional ninguneo de la mujer en México y al temor de los jefes militares a que ascendieran y llegaran a ocupar cargos de relevancia dentro de las fuerzas armadas.
Si no fuera por las fotografías de Agustín Casasola, Jorge Guerra y los kilómetros de películas de Salvador Toscano, nada sabríamos de las soldaderas porque la historia no solo no les hace justicia sino que las denigra.
Las mujeres de la Revolución Mexicana fueron llamadas vivanderas, comideras, galletas de capitán, soldaderas, chimiscoleras, soldadas, juanas, cucarachas, argüenderas, mitoteras, busconas y hurgamanderas. Ahora las etiquetamos por igual, sin distinción de bandos, como “adelitas”.
Eso sí, los corridos suplieron la falta de reconocimiento, y “La Adelita” ejerció su encanto en los oyentes. Existen varias versiones, pero todas coinciden en pedirle que no se vaya con otro, en comprarle un vestido o un rebozo de seda para llevarla a bailar al cuartel, y sobre todo en seguirla por tierra y por mar, si por mar en un buque de guerra, si por tierra en un tren militar.
La versión más aceptada del origen de este corrido, asienta que Adela Velarde Pérez, nacida en Chihuahua, se fugó de su casa y a los catorce años, en febrero de 1913, se unió a las tropas carrancistas.
Pero hay más corridos que cantan las heroicidades de las soldaderas mexicanas, normalmente son ingenuos y apabulla su candor, pero por ejemplo, el corrido “Agripina” es uno de los que mejor ilustran las atrocidades de la Revolución, y dice así: “-Ay –decía doña Agripina / con las armas en la mano / Yo me voy con esta gente / para el cerro Zamorano. […] Vuela, vuela palomita / con tus alitas muy finas; /anda, llévale a Agripina / estas dos mil carabinas. / Vuela, vuela palomita / con tus alitas doradas; / anda, llévale a Agripina / este parque de granadas”.
Ya con ésta se despide, por la verde nopalera, aquí se acaba el corrido, de la guapa soldadera.
Fuentes documentales utilizadas:
Las soldaderas. Elena Poniatowska.
Las soldaderas. Elizabeth Salas.
Fotografías: Fototeca nacional del INAH en Pachuca.
senses&nonsenses said,
11 May 2009 a 22:00
por completar el post con una referencia cinematográfica hay una película homenaje a las soldaderas, a mí me encanta, «Enamorada» con una soberbia María Félix, de Emilio ‘Indio’ Fernández. es como una adaptación de «La fierecilla domada», pero es una delicia. (si la intentas ver con los ojos de la época, no creo que hoy fuera muy políticamente correcta).
un abrazo.
Jesús Angel said,
11 May 2009 a 22:00
He visto referencias a esta película y se la nombra en el propio libro de Elena Poniatowska, indicando que al final de la película Enamorada, era domada y seguía a su hombre, Pedro Armendáriz, a caballo. Sin embargo tambien se dice que a María Félix, se la recordaría más por sus desplantes y por cumplir al pie de la letra con el lema de Jesusa Palancares: «Antes de que me peguen es porque yo ya repartí varios trancazos», en la película de 1960, Juana Gallo. La verdad es que tendría que ver las dos pelis. Las voy a buscar a la voz de ya! y a verlas.
Un abrazo.
rosa rudo said,
22 septiembre 2009 a 22:00
me gustaria conocer a carmen velez en fotos o quien fue su esposo
Jesús Angel said,
23 septiembre 2009 a 22:00
Carmen Vélez, La Generala, fue comandante en los distritos de Hidalgo y Cuauhtémoc en Tlaxcala.
Puedes consultar en el artículo sobre las mujeres en la revolución mexicana, pero no se menciona a su marido ni hay fotos, aunque sí se cuenta su historia más profundamente. http://www.bicentenario.gob.mx/bdb/bdbpdf/LasMujeres.pdf
Saludos.
Malú said,
1 diciembre 2009 a 22:00
Felicidades muy completos y concretos comentario, las fotos estan fabulosas. ¿
Habra alguna foto de alguna coronela a caballo? Sería maravilloso.
Gracias
Presencia de las mujeres revolucionarias en el anonimato… « Todosomospobres's Blog said,
30 septiembre 2010 a 22:00
[…] Online (2009). Soldaderas Revolucionarias. Extraído de la red mundial https://jesusangelortega.wordpress.com/2009/05/07/soldaderas-revolucionarias/ el día 27 de septiembre […]
Esqueletos y calaveras « El jergón de Long John Silver. said,
25 enero 2011 a 22:00
[…] y como apuntábamos en la entrada dedicada a las Soldaderas de la Revolución Mejicana, la muerte forma parte inseparable de todas las culturas, pero […]
queenevilcookie said,
27 noviembre 2011 a 22:00
Me gusto mucho tu entrada, gracias por compartirle,
creativev0id said,
27 diciembre 2011 a 22:00
Felicidades, muy interesante artículo. Me parecería adecuado que mencionaras el nombre e historia de la foto de la primera soldadera que exhibes. Su historia merece ser mencionada, ya que tuvo que viajar un gran camino y lucha interna para siquiera ser parte de la revolucion:
«Cuando Francisco I. Madero se lanzó contra el dictador Porfirio Díaz yo era joven y tenía a mi padre. Este de inmediato comunicó a la familia sus deseos de luchar por la libertad de nuestros compatriotas y yo le dije que lo acompañaría, pero poco después murió. En noviembre de 1910 me uní al grupo del general Iturbe pero vestida de hombre con el nombre de Juan Ramírez. Así Juan Ramírez peleó hasta junio 22 de 1911, figurando entre el grupo que tomó la plaza de Culiacán, última del movimiento, derrocando en aquella gloriosa fecha al Gobernador Diego Redo, al General Higinio Aguilar y al Coronel Luis G. Morelos» -Teniente Valentina Ramirez Avitia ‘La Leona del Norotal’
Cabe mencionar que cuando fue descubierta como mujer, fue expulsada pues solamente Zapata permitía que las mujeres combatieran.
Un abrazo y mil gracias.
Jesús Angel said,
28 diciembre 2011 a 22:00
Un buen apunte adicional sobre una de las valientes soldaderas.
Gracias por tu aportación.
Alberto Cortez said,
4 enero 2012 a 22:00
Magnifico sitio, creo que no se les ha reconocido debidamente a todas estas heroinas su valor y entrega a la causa revolucionaria, he recorrido muchos lugares de nuestra patria y en ninguno he encontrado un monumento dedicado a estas valerosas mujeres mexicanas. Los felicito por esta recopilacion fotografica y la narrativa historica.
Jesús Angel said,
4 enero 2012 a 22:00
Gracias Alberto y bienvenido. Estoy de acuerdo en que debiera haber un monumento para las soldaderas de la revolución mexicana.
Valientes soldaderas mexicanas | Rebelarse Contra el Sistema said,
6 enero 2013 a 22:00
[…] daba el caso. Sin embargo, la mayoría tenía a su hombre y era fiel a carta cabal.” Fuente: https://jesusangelortega.wordpress.com/2009/05/07/soldaderas-revolucionarias/ (gracias a Jesús Angel […]
Roman Angel said,
29 May 2013 a 22:00
todo lo que voy a desir a las ADELITAS es HOORAH!!
arcesio diaz romero said,
10 enero 2014 a 22:00
Las soldaderas representan tanto orgullo, como el que se siente por Emiliano Zapata y la musica folklorica mexicana. Colombia ama a los Mexicanos y Mexico ama a Colombia. Saludos de un admirador de su cultura.
Arcesio Diaz R.
¿Existió realmente La Adelita? | Costalar said,
1 febrero 2014 a 22:00
[…] “A pesar de su extracción social, se incorporó a la Revolución Mexicana y fue convirtiéndose en una figura muy popular entre las tropas, transformándose en el mito de ‘la soldadera’ o ‘La Adelita’ que la Revolución las formó como autenticas ‘guerrilleras… […]