Kiki de Montparnasse. Días de Gloria.

Finalizada la Primera Guerra Mundial, París abrió sus puertas y por qué no acudir a ella. Es así que cientos de intelectuales de bolcillos vacíos, cargados de iniciativas y creatividades se dan cita.

Montmartre, cuna de los impresionistas, de la bohemia parisina del siglo XIX, era para ellos un lujo, de modo que buscaron otro lugar en el que asentarse y este resultó ser, su contrapartida en la orilla opuesta del Sena, el barrio de Montparnasse.

El nombre de Montparnasse, deriva de Monte Parnaso, lugar en el que, según la mitología griega, se reunían las musas alrededor del Dios de la música. Llegaron por decenas artistas de todos los confines, desde Europa incluyendo Rusia y Ucrania, desde los Estados Unidos, Canadá, México, América Central y del Sur e incluso desde Japón.

Pronto, el enjambre de creadores recién llegado comenzó a agruparse, en comunas de artistas de alquiler barato como La Ruche. Vivian sin agua corriente, en estudios húmedos, sin calefacción, raras veces sin ratas, y vendían sus obras en unos pocos francos que aduras penas alcanzaba para pagar el elemental sustento.

Por Montparnasse pasaron y dejaron su huella, artistas y creadores de la talla de Cortázar, Tsuguharu Foujita, De Beauvoir, Baudelaire, Beckett, Maupassant, Picasso, Dalí, Marc Chagall, Joan Moró, Henry Miller, Jean Cocteau, Marc Chagall, Diego Rivera, Eduardo Pisano, y André Breton. Estos grandes creadores pronto formaron los núcleos de movimientos culturales que años más tardes serían conocidas como Vanguardias Históricas del siglo XX.

Una mañana soleada de domingo en Montparnasse, ideal para charlar y beber, pasa ante un grupo de artistas acalorados enfrascados en discusiones baldías, una adolescente de desarrollo exuberante, y exaltada sensualidad, cuyas vestimenta pobre y raída no lograban ocular: su nombre era Alice Prin, desconocida recién llegada a Paris. La adolescente causó una impresión de impacto, se hizo silencio absoluto y desde ese momento todo espesaron a perseguirle. Ella es la protagonista de nuestra serie.


Alice Ernestine Prin, nace el 2 de octubre de 1901 en una ruralidad no bien establecida cercana a París. Hija ilegítima, fue criada por su abuela en un medio muy pobre.

Con doce años fue enviada a París, donde se reencontró con su madre, Marie Prin, linotipista de oficio que trató de introducirla, sin éxito, como aprendiz en el oficio.

La adolescente recién llegada, se vio obligada por el hambre a realizar trabajos duros y degradantes, en imprentas, fábricas de zapatos y panaderías, donde los episodios de abusos se sucedieron, dada su juvenil belleza y desbordante sensualidad.

A la edad de catorce años, el cuerpo voluptuoso y espléndido de Alice llamó la atención artística y sexual de varios creadores parisinos recién llegados, y comenzó a posar desnuda y a escondidas para ellos. «Me molestaba un poco quitarme la ropa», escribió Alice en sus memorias, pero «era la costumbre».

Su decisión de convertirse en modelo desnuda creó discordia con su madre, que un día, penetró llena de ira y de forma inesperada en el estudio de un artista, y luego la denunció a la policía como prostituta desvergonzada y la repudió para siempre.

Es en ese momento, a los 14 años, sin dinero ni techo sobre su cabeza, que nuestra protagonista decidió ganarse la vida posando para artistas de forma exclusiva, dándose a conocer y pasando a la historia como, Kiki Prin de Montparnasse.

A partir de la ruptura con su madre, Kiki Prin se convierte en un elemento fijo de la escena social montparnesa y una modelo popular, posando para decenas de artistas, incluidos Sanyu, Chaïm Soutine, Julian Mandel, Tsuguharu Foujita, Constant Detré, Francis Picabia, Jean Cocteau, Arno Breker, Alexander Calder, Per Krohg, Hermine David, Pablo Gargallo, Tono Salazar y Moïse Kisling. En la actualidad, decenas de cuadros, fotografías y esculturas, que tienen a Kiki de Montparnasse como modelo, se exhiben en los museos más afamados del planeta.

Con tan solo 19 años de edad, Kiki de Montparnasse se hace del título Reina de la Bohemia Montparnasse. Así fue de rápido y precoz su ascenso a la fama y sus riesgos.

En su libro de 1976 Memoirs of Montparnasse, el poeta canadiense John Glassco recordó que: «Su maquillaje era una obra de arte en sí misma… su boca pintaba un escarlata profundo que enfatizaba el humor erótico astuto de sus contornos. Su cara era hermosa desde todos los ángulos, pero me gustó más en perfil completo, cuando tenía la pureza lineal de un naranjo en floración».

En otoño de 1921, Kiki de Montparnasse conoció al artista visual estadounidense Man Ray, y ambos pronto entraron en una tormentosa relación, que se extendió por ocho largos años. Ambos se enamoraron con pasión, pero Man Ray era temperamental, explosivo y celoso, y los celos mal atributo son, si quieres vivir a la sombra de una mujer como Kiki.

La pareja, pasó a vivir en el estudio de Man Ray en la rue Campagne-Première hasta 1929, tiempo durante el cual hizo cientos de retratos de ella. Se convirtió en su musa en ese momento y en el tema de algunas de sus imágenes más icónicas, incluida la imagen surrealista Blanco y negro y el Violín de Ingres, retrato que hace apenas una semana adquirió el récord de la fotografía más cara adquirida en una subasta.

Le violon d’Ingres (Violín de Ingres) por Man ray.

La historia de amor entre Kiki y Man Ray, es una batalla entre la vida y el arte, con Kiki compartida y enredada entre ambos, para disgusto de Man Ray y sus celos.

En una furiosa rabia en medio de una disputa amorosa, Kiki arroja una botella de tinta negra a la cabeza de Ray. Falla, y la botella se estrella contra la pared dejando una salpicadura en el papel tapiz del hotel. La pelea se olvida al instante y la mancha es alabada. «Verás», dice, «incluso el menor de tus movimientos puede marcar un momento en la historia del arte». Luego, entre abrazos y vinos hicieron fotos de la pared manchada que hoy soy el orgullo de los coleccionistas.

Al término de su relación, Kiki y Ray quedaron marcados para siempre, ambos habían sentido un amor pasional que les consumía y ambos a su vez, nunca más volverían a sentir el amor, ese sentimiento a partir de la ruptura, se les había dado en fuga para siempre.

Kiki Prin, lo intentó todo en el arte, pero le faltaba escuela. La nula educación recibida durante su infancia pobre, no le permitía competir en un mundo de creadores locos y trasgresores de normas, a los que nadie podía quitar el atributo de su intelectualidad.

Nuestra querida biografiada, que con tanta pasión ha despertado nuestra curiosidad, esa era una de sus cualidades en vida, además de su indiscutible belleza y voluptuosidad, heredó aptitudes innatas para el dibujo y la pintura, las cuales se empeñó en desarrollar, siguiendo el ejemplo de los muchos artistas para los que había posado.

En 1927 monta su primera exposición, en la Galerie au Sacre du Printemps en París. Firmaba sus obras con su nombre único elegido, Kiki. Sus dibujos y pinturas comprenden retratos, autorretratos, actividades sociales, animales fantasiosos y paisajes de ensueño compuestos en un estilo ligero, desigual y expresionista que es un reflejo de su manera despreocupada y optimismo ilimitado de enfrentar y vivir. No obstante conocer este hecho a través de sus biógrafos, no he logrado hacerme de ninguna obra de arte firmada por Kiki, razón lamentable que me impide publicarla.

En 1929, Kiki Prin de Montparnasse publicó su autobiografía titulada “Kiki’s Memoirs”, con el auxilio, colaboración y prólogo de Ernest Hemingway y Tsuguharu Foujita; ayuda que os aseguro no tuvo que esforzarse para recibirla, como pueden inferir de la fotografía que les muestro, donde el escritor japonés que le auxilió en sus redacciones, revienta de orgullo y se pavonea como gallo fino, al tiempo que transita por las calles parisinas con Kiki de brazos.

Tsuguharu Foujita junto a Kiki de Montparnasse.

Kiki Prin se encontraba en la cumbre de su fama, eran sus días de gloria, y representaba en todas sus luces, al igual que en todos sus grises al París bohemio y creativo de la post guerra.

Pero la gloria es pasajera y la paz es frágil. Europa comenzaban a prepararse para una nueva gran conflagración, y pronto los entusiastas creadores venidos de todas partes a París tendrán que hacer maletas y huir del holocausto y una vez más, nada volvería a ser igual.

#LoRealMaravilloso

#ArtesVisuales

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8 respuestas a “Kiki de Montparnasse. Días de Gloria.

  1. Gracias por hacer pública esta gran historia de arte y vida, es un placer leer y cultivarnos con Lo Real Maravilloso. Excelente página , felicitaciones. Bendecido día, seguimos en espera de nuevas historias.

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  2. Excelente e in-crecendo, la calidad de lo Real Maravilloso y esto último es importantísimo, porque, todo lo q comienza, termina, pero, antes, atraviesa por una forma sinclinal, q nos anuncia, la conocida Omega del alfabeto griego y este blog, luego de avanzar por los más disímiles temas y contra el inexorable tiempo, nos presenta un majestuoso anticlinal, q nos permite asegurarnos, de que lejos de ir a Omega, vamos a Alfa., denotando que solo ha comenzado. La historia de Kiki Montparnasse, nos tiene atrapados absolutamente y … seducidos.Como aprendemos, con tanto, despliegue cultural.

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