Una tarea entusiasmante para la dirección: ayudar a que los colaboradores se humanicen

Alejandro Fontana, PhD

En muchas ocasiones habremos oído que es importante humanizar las empresas, la propia labor, incluso la propia vida. Pero, ¿esto qué implica en la actividad diaria, en las decisiones ordinarias? Es probable que tengamos una separación entre la actividad diaria y nuestros criterios personales, y que por tanto, resolvamos algunas cuestiones sin ganar en conciencia de lo que realmente hacemos. Es decir, sin experimentar en nosotros mismos la experiencia de autogobernarse.

En este sentido, lo primero que deberíamos aclarar es que lo más característico de la persona humana es el gobierno de uno mismo. Es cierto que nos solemos preocupar mucho por cada uno de nosotros, pero no siempre nos gobernamos; muchas veces, simplemente nos dejamos llevar por una afectividad no educada que exige más de lo que nos conviene como conjunto. La afectividad, no lo olvidemos, escucha solo el reclamo de alguna de nuestras potencias sensibles, pero nunca el del conjunto del ser humano. Esto último corresponde solo a la inteligencia, que tiene la capacidad de oír las distintas voces, y puede por tanto calibrar lo más conveniente para el conjunto.

De allí, que el gobierno de uno mismo suponga la intervención de la inteligencia para sopesar adecuadamente las distintas alternativas frente a una decisión. Por ejemplo, es tarea de la inteligencia reconocer que al ser humano le conviene tener una rutina para la hora de levantarse en la mañana, y esto aunque su potencia sensible le sugiera que es mucho mejor quedarse en la cama, porque hace frío, o siente, en ese momento, mucho sueño. El organismo humano es un sistema complejo, con muchas variables y conexiones entre lo fisiológico y lo psíquico, que para su buen funcionamiento le pide unas rutinas diarias. El Prof. Joan de Dou, psiquiatra y profesor de Self-Management en el IESE, sugería tener una rutina diaria compuesta por cinco o seis actividades que se hicieran siempre a la misma hora: como el levantarse en las mañanas, las tres comidas, el acostarse en las noches, y alguna adicional. Y comentaban al respecto, que esto ayuda a evitar problemas psicológicos, como las depresiones o el estrés.

Por donde se vea, ayuda a humanizarse cuando se aplica la inteligencia a las actividades del día a día. Por eso, si deseamos ayudar a los demás en este proceso, convendrá que simplemente los animemos a pensar las razones de una decisión, aunque las decisiones nos parezcan y les parezcan a ellos casi insustanciales: “dime, ¿por qué prefieres esta discoteca y no esa otra?”, o en el ámbito empresarial, “¿qué es lo que tú consideras que estás aportando a tus clientes, los tuyos, sean internos o externos?”. Este proceso abrirá la curiosidad personal, y de allí, el propio interés por explicarse las decisiones que uno toma. Es decir, empezar a gobernarse a sí mismo.    

Publicado por Alejandro Fontana

Profesor universitario, PhD en Planificación y Desarrollo,

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