Los socialistas, el ancla y la hélice

Blog de Campaña de El País (Comunidad Valenciana)

Las expectativas. Hoy es un día de máxima tensión, de máxima exposición socialista. Hay un mitin en la plaza de Toros de Valencia. Hablarán Joan Calabuig, Jorge Alarte y José Luis Rodríguez Zapatero.

A la hora en que empiezo a escribir esta entrada, no puedo dar cuenta de las imágenes, de los resultados. Iré ampliando mis reflexiones acerca de lo visto y no visto sobre todo en los medios de comunicación, que es lo que finalmente llega al gran público.

Los mítines son actos públicos, abiertos, participativos, pero generalmente no tienen nada de espontáneos: se trata de tener presencia física, de impresionar con el número, de hacer ruido, de corear a los líderes que se presentan, jaleando sus propuestas, silbando y rechazando las alusiones al contrario. Los mítines forman parte de la movilización política de la ciudadanía con el propósito de hacer explícito un apoyo o un voto, una adhesión o una comunión de ideas, de intereses, de proyectos. En principio, van a estos actos quienes suscriben un programa o quienes siguen a un político. Dejan de ir los indiferentes, los adversarios o, simplemente, aquellos que defienden otras ideas u otros candidatos. Pero los mítines están concebidos, pensados, realizados para la televisión, para que esas imágenes se vean en los noticiarios y para que impresionen –en el sentido literal– a los espectadores diseminados. Ya hablaremos después: de lo visto en la tele y de lo dicho en la prensa.

Interludio. De todos los carteles de la campaña electoral hay uno que me ha sorprendido. Pertenece al Partido Socialista Obrero Español. Más concretamente al PSPV y forma parte de la campaña de la ciudad de Valencia. En vez de poner el rostro del candidato, en este caso Joan Calabuig, los responsables de dicho cartel hacen arte conceptual. Literalmente.

Salvo el logo del PSPV-PSOE y salvo la fórmula «Socialistes Valencians», que figuran en chiquitito en la parte superior derecha del cartel, todas las imágenes del cartel tienen referencias marineras.  El póster se ha de leer de izquierda a derecha, en el sentido de las agujas del reloj. Primero con los objetos fotografiados; luego con el slogan.

A la izquierda vemos un ancla de grandes dimensiones. No es ésta que aquí reproduzco (pues me ha sido imposible hallar una copia del cartel en Internet), pero es parecida a la de la imagen. Luego, en el centro y con el mismo tamaño, distinguimos una hélice, tal vez perteneciente a un fuera borda. Finalmente, a la derecha, en letras mayúsculas, la leyenda electoral.

                            

Es un cartel original y muy arriesgado. ¿Por qué razón? Porque no sabemos a la primera qué es lo que se nos dice y cuál es su significado. El póster que describo está en la Ronda Norte de Valencia, cerca de Benimaclet, un lugar de mucho transito automovilístico. Es probable que el conductor que circula por allí quede intrigado por lo abstruso del mensaje, por su economía icónica, por su moraleja.

Pero ha de hacer un esfuerzo, sí: el de mirar para tratar de entender qué es y que representa. No sé si eso es positivo. Desde luego quien ha ideado dicho cartel sabía lo que quería decir, pero no sé si sabía el coste a que obligaba al espectador, finalmente elector potencial. El anagrama de los socialistas valencianos prácticamente no se distingue. El resultado puede ser confuso. Es original, pero confuso.

La propaganda no tiene por propósito realizar obras de arte; tampoco está pensada para hacer reflexionar. La propaganda está concebida para provocar adhesiones y emociones, para convocar. En la campaña de 2008, según nos recuerda Iolanda Mármol en su libro Sectretos de campaña (2011), la cartelística del PSOE achicó el logo del partido para agrandar la imagen de Rodríguez Zapatero en distintas poses. Frases rotundas con imágenes fotogénicas del líder socialista daban un buen resultado, insistente y reiterativo: una mensaje sin confusiones ni malentendidos. Ahora, sin embargo, la diversidad de candidatos y el deterioro de la imagen de Rodríguez Zapatero son un obstáculo.  ¿Qué efectos tendrá?

En el cartel marinero del PSPV, el ancla está tachada. No estamos parados ni varados, parecen querer decir. La hélice refuerza la impresión de avance, de marcha. ¿A velocidad de crucero? Las metáforas marineras son muy atractivas y, a la vez, muy peligrosas. Ya veremos el resultado.

El mitin. Yo no he ido al mitín de la Plaza de Toros. Obligaciones profesionales me lo han impedido. ¿Obligaciones profesionales? Pues sí: una prueba, un examen de cuyo tribunal formaba parte. Bueno, el caso es que no he podido asistir.

No suelo frecuentar este tipo de actos. Bien mirado, no sé por qué digo que no suelo: simplemente no voy a estos eventos. Pero no porque me ponga finísimo: es que me da miedo la multitud, la aglomeración, la cercanía física de tanta y tanta gente.

Y en la Plaza de Toros de Valencia, un coso histórico-político en el que triunfó Manuel Azaña, había una muchedumbre. El lugar estaba lleno de personas que habían ido con voluntad, con ganas, con decisión. Lleno hasta la bandera, en efecto, según puede verse en esta foto de EFE.

Al margen del sentido del voto, al margen de lo que cada uno de nosotros espere, piense y desee, que el Partido Socialista no se hunda en las expectativas es deseable. Como es deseable que cada uno se quite los reparos o la modorra y vote lo que considere. Pero que cada uno vote. ¿Por qué razón? Un éxito rotundo del Partido Popular, un triunfo expeditivo, no es bueno para la democracia. Y menos aún en Valencia. En Valencia necesitamos que se ventile el ambiente, que se oxigene, que haya pluralidad, que haya decencia y buen sentido.

Una corresponsal mía que ha estado en la Plaza de Toros me ha dicho que lo más aplaudido ha sido la referencia a la libertad de expresión (en Canal 9, por ejemplo)  o a la dignidad. Dicho por Jorge Alarte o dicho por Joan Calabuig. Creo que eso es algo que puede compartir mucha gente que vota a partidos distintos. Es decir, no hace falta respaldar al PSOE para sentir vergüenza por lo que aquí pasa. ¿Podemos soportar por más tiempo el bochorno de la actual situación valenciana? Claro que podemos. Podemos vivir en el exceso y la ignominia.

Y además con ufanía y arrogancia. Por ejemplo, al día siguiente del inicio de la campaña electoral leí en Las Provincias lo siguiente:

«En el mismo acto [de apertura], la alcadesa de Valencia Rita Barberá se ha mostrado convencida de que el PP ganará las elecciones «en todas las urnas de todos los pueblos de España». Barberá ha enviado un mensaje al presidente del Gobierno: «Zapatero, vete ya, no hagas más daño a más gente. Convoca generales para salir del agujero negro en el que nos has metido».

«En todas las urnas de todos los pueblos de España». Barberá y otros correligionarios han colocado el listón tan alto que van a conseguir movilizar al electorado adverso… Cualquier resultado por debajo de ese objetivo será una pérdida: al menos relativa…

7 comentarios

  1. No sé yo si es buen momento para hacer pruebas con los carteles de la campaña electoral.

    A Rita Barberá la conoce todo el mundo. Todo el mundo. Y a Joan Calabuig, lo conocen principalmente dentro del PSPV: la mayoría de la gente -y no necesariamente despolitizada o no simpatizante- no sabe qué cara tiene. Y si se omite la imagen del candidato socialista a la alcaldía de Valencia en plena campaña, teniendo como adversaria a una mujer tan popular y tan populista como es Rita Barberá, en fin… es firmar su sentencia de muerte. ¿Cómo puede dar confianza a electores indecisos o desafectados una candidatura totalmente despersonalizada, sin rostro?
    Por no hablar de lo que ha tenido que costarle al partido el cartelito de arte conceptual. Precisamente hoy leía en El País este titular: “Alarte dice que hay que acabar con las políticas del despilfarro”. Madrededios, y lo dice una persona que ha decidido cobrar 90.000 € anuales del partido. ¡90.000 euros! Más que el Presidente del Gobierno.
    Siento el tono, pero es que estoy muy enfadada.

  2. Yo vengo del mítin. Y ¿quieren que les diga qué discurso me ha gustado más? Pues el de Joan Calabuig. No lo digo desde el partidismo, porque yo me reconozco entre esos militantes exquisitos a los que se refería hace unos días Justo Serna: no es «mi» candidato. Pero he de reconocer que es «el» candidato, que se expresa con la contundencia justa, con el tono justo, con las palabras justas. Sin florituras mitineras. Pero se entendía, tanto lo que decía, como lo que quería decir.

    No es que Alarte no lo haya hecho bien: tiene una voz potente, aunque yo me quejo de que tiene inflexiones más cercanas al sermón que al mítin. Pero también ha dicho cuanto debía decir -un poco más, me ha parecido- y, si tiene suerte con el corte que ofrezcan las televisiones, quedará bien.

    ¿Y Zapatero? No ha dado en absoluto la impresión de líder caducado, ha hecho uso de su elegancia natural y las críticas al «enemigo» han sido las que tenían que ser.

    La plaza estaba hasta la bandera (yo estaba muy cerca de ella) y esa gran afluencia de militancia viene a desmentir la sensación de desencanto que se venía observando.

    Si todo esto consigue llegar a la ciudadanía, el resultado será mejor de lo que se esperaba.

  3. El mitin. Yo no he ido al mitín de la Plaza de Toros. Obligaciones profesionales me lo han impedido. ¿Obligaciones profesionales? Pues sí: una prueba, un examen de cuyo tribunal formaba parte. Bueno, el caso es que no he podido asistir.

    No suelo frecuentar este tipo de actos. Bien mirado, no sé por qué digo que no suelo: simplemente no voy a estos eventos. Pero no porque me ponga finísimo: es que me da miedo la multitud, la aglomeración, la cercanía física de tanta y tanta gente.

    Y en la Plaza de Toros de Valencia, un coso histórico-político el que triunfó Manuel Azaña, había una muchedumbre. El lugar estaba lleno de personas que habían ido con voluntad, con ganas, con decisión. Lleno hasta la bandera, en efecto, según puede verse en esta foto de EFE.

    Al margen del sentido del voto, al margen de lo que cada uno de nosotros espere, piense y desee, que el Partido Socialista no se hunda en las expectativas es deseable. Como es deseable que cada uno se quite los reparos o la modorra y vote lo que considere. Pero que cada uno vote. ¿Por qué razón? Un éxito rotundo del Partido Popular, un triunfo expeditivo, no es bueno para la democracia. Y menos aún en Valencia. En Valencia necesitamos que se ventile el ambiente, que se oxigene, que haya pluralidad, que haya decencia y buen sentido.

    Una corresponsal mía que ha estado en la Plaza de Toros me señala que lo más aplaudido ha sido la referencia a la libertad de expresión (en Canal 9, por ejemplo) o a la dignidad. Dicho por Jorge Alarte o dicho por Joan Calabuig. Creo que eso es algo que puede compartir mucha gente que vota partidos distintos. Es decir, no hace falta respaldar al PSOE para sentir vergüenza por lo que aquí pasa. ¿Podemos soportar por más tiempo el bochorno de la actual situación valenciana? Claro que podemos. Podemos vivir en el exceso y la ignominia.

    Y además con ufanía y arrogancia. Por ejemplo, al día siguiente del inicio de la campaña electoral leí en Las Provincias lo siguiente:

    «En el mismo acto [de apertura], la alcadesa de Valencia Rita Barberá se ha mostrado convencida de que el PP ganará las elecciones «en todas las urnas de todos los pueblos de España». Barberá ha enviado un mensaje al presidente del Gobierno: «Zapatero, vete ya, no hagas más daño a más gente. Convoca generales para salir del agujero negro en el que nos has metido».

    «En todas las urnas de todos los pueblos de España». Barberá y otros correligionarios han colocado el listón tan alto que van a conseguir movilizar al electorado adverso… Cualquier resultado por debajo de ese objetivo será una pérdida: al menos relativa…

  4. Siento aguar levemente la fiesta a quienes celebran con alivio el llenazo socialista de la Plaza de Toros. La semana próxima, el Partido Popular pondrá patas arriba el coso. Lo curioso será ver juntos a Mariano Rajoy y a Francisco Camps. ¿Estarán bien? Quiero pensar que Rajoy estará algo incómodo. Es probable que Francisco Camps aún reparta besos.

    ¿Y el día 19?

  5. gracias otra vez por sus comentarios. que el cartel de marras sea original y atrevido esuna adjetivacion muy acertado. espero que su labor profesional, hoy sabado, sea solo de vez en cuando.son las cosas de estar en este mundo.

  6. Cuando Rita dice que van a ganar absolutamente en todas las urnas de España me hace pensar en Mourinho. Si después le sale mal el plan siempre puede echarle la culpa a los árbitros.

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