Porque todo en exceso hace mal, incluso el amor. Darlo todo hasta el límite es pan para hoy y hambre para mañana, una estrategia cortoplacista liderada por la emoción idealizada. Ya sea el ingenuo joven que en el gimnasio quiere levantar todo el peso posible o el trabajador inseguro que teme tomar vacaciones, la falta de descanso suele ser el factor clave para entender la inconstancia en los proyectos, el ocaso de la motivación. Se asocia descanso con pereza, con inactividad, con reposo, como si estuviéramos enfermos, como si fuera un obstáculo que entorpece el camino. El descanso es parte esencial de la productividad, es lo que hace que tus músculos crezcan, que una relación absorbente respire, que un escritor persista en terminar su obra.
El descanso no es sinónimo de tiempo perdido, al contrario, es el momento para entrenar la mente, para socializar, para hacer todo aquellas actividades que recarguen nuestro nivel de voluntad. Una dosis de esfuerzo seguida por otra de descanso resulta una gran receta para un trabajo de largo alcance.
Qué bien expresado tu mensaje, cuando tomamos vacaciones no es para estar tirados en un sofá sin hacer nada, eso agota.
Apurar cada minuto libre del esperado descanso es vivir!!
Me encanta esta entrada!!
Un abrazo!🙋🏼♀️🌹
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Gracias Yvonne, como siempre tus palabras despiertan solo buenas sensaciones! Un abrazo
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Muy buena la reflexión: desconectar para conectar (y para persistir). Un fuerte abrazo.
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Encontrar el equilibrio entre el querer y el deber es el quid del asunto. Un abrazo también estimado!!
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