fundamentales. La «mente» en el sentido que le da Penfield, es realmente una cosa fantasmagórica. Carece de
memoria, o de la necesidad de memoria
−»ella puede abrir los archivos (del cerebro) del recuerdo en un instante”. Ella no necesita de los aparatos, de el
predominio físico del cerebro. Pero Penfield nos dice que como inmaterial, la mente no requiere de “energía”: la energía es normalmente provista a través de su unión al cerebro viviente. Y además (aquí las especulaciones de Penfield se vuelven más fantásticas), la mente puede tener una manera de sobrevivir a la muerte corpórea.
El piensa que la mente puede lograr esto, establ eciendo una relación, un flujo de energía, con las mentes de los seres vivientes, con la mente de Dios o con alguna otra fuente de energía mental en algún lado del cosmos. “Cuando la natural
eza de la energía que activa la mente sea descubierta (como creo será).» Penfield concluye, «llegará el tiempo cuando los científicos estarán en la posibilidad de llegar a un acercamiento válido al estudio de la naturaleza del espíritu diferente de aquél del hombre».
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La lucha entre el pensamiento dual y las varias formas de monismo ha prevalecido desde
los tiempos de Descartes, y está lejos de ser resuelta en el momento actual. La mayoría de los
biólogos creen en la evolución (uno puede no tomar en cuenta la posterioridad trivial de los “creacionistas”, pero los neurólogos y fisiólogos son algunas veces menos racionales en su pensamiento, y pueden excluir a la mente de sus
consideraciones científicas, de otra manera mantienen y reclaman un estatus especial y privilegiado. Así Lord Adrian (quien compartió el premio Nobel de fisiología con Sherrington) escribió en 1966, “Tan pronto como nos dejemos a
nosotros mismos contemplar nuestro lugar en el panorama, puede parecer que estamos dando un paso fuera de las fronteras de la ciencia natural.” (Penfield cita este sentimiento con aprobación en el comienzo de su libro
The Mysters of the Mind, añadiendo, «Estoy de acuerdo con él.») El gran pupilo de Sherrington, J. C. Eccles, también ganador del Premio Nobel de fisiología, ha sido un enfático dualista desde él principio de su carrera, y en verdad sostiene importantes opiniones similares a las de Descartes excepto aquella de Eccles que postula que es la sinapsis (no la
glándula pineal) la que actúa entre el cerebro y la mente.
Fue en relación a Sherrington, Adrian, Penfield y Eccles (y una lista de otros cuyos nombres no son tan conocidos) que el filósofo Carol Feldman, me preguntó una vez: “¿Por qué todos los fisiólogos se vuelven místicos?» Estoy de acuerdo en que ésta es una pregunta fascinante, pero también con que hay muchas excepciones (yo incluido). Hughlings Jackson, un
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