Nihil aeternum | Poema

Incluso los egoĆ­stas,
incluyendo a los hipĆ³critas,
todos fenecemos.

No obstante,
cuando vivimos,
nada queremos por igual.

Queremos mƔs;
queremos menos.

Somos dadivosos;
luego desdeƱosos.

Pero cada quien es una Teresa de Calcuta,
con o sin cuernos;
desnudos o con el hƔbito sucio.

Y desde nuestros templetes
damos mƔs de lo que recibimos,
porque,
en un mundo desigual,
nadie mantiene una misma riqueza,
asƭ que unos pierden mƔs que otros;
asƭ otros dan mƔs de lo que reciben.

Y cada quien se echa la papa caliente,
para ver quiƩn fue el menos dadivoso
en esta vida llena de vicisitudes.

Pero nadie, nadita nadie,
se pone a pensar en lo que dispone
y lo que puede dar,
y
de todos modos
serĆ” el mismo valor de cualquier mortal.

Dejar un comentario