Reflexión de P. Gonzalo Rebollo, vicario parroquial, publicada en la revista Bienaventurados del mes de septiembre de 2017. 


El año pasado decidimos, con los Coordinadores Generales de la Pastoral de Jóvenes de la comunidad, animar cada ciclo anual con un lema. Durante el ciclo 2016-2017 nos acompañó una frase tomada del evangelio de Juan: “En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos, en el amor que se tengan los unos a los otros” (Jn. 13, 35). Queríamos, de alguna manera, poner atención en el cuidado mutuo de unos con otros, como signo de los discípulos de Jesús. En una comunidad tan numerosa, con tantas actividades y tanta exposición, a veces es fácil caer en los comentarios de conventillo y opinar con mucha ligereza sobre los demás. Eso no nos ayuda a vivir en Jesús. El amor que nos tenemos unos a otros también se muestra en las cosas que decimos, y en el modo en que lo hacemos.

El nuevo ciclo de jóvenes que estamos comenzando en estos días estará animado por un nuevo lema: “Enseñanos a mirar con tu corazón”, tomado de la canción “Vivir en Ti” (que pueden escuchar en el último disco que hicieron algunos jóvenes de la comunidad). Es una frase que nos desafía primero a comenzar un nuevo tiempo con los ojos abiertos, dispuestos y atentos a descubrir lo que Jesús nos quiera mostrar de sí mismo, del misterio de amor de su corazón, y del tesoro que encierra el corazón de los demás. Nos invita a tener los ojos abiertos para ver lo que Jesús quiere realizar en nosotros, y a estar particularmente atentos a las necesidades que tienen los que caminan a nuestro lado. La mirada es un especial puente a través del cual nos podemos encontrar; a través de ella, nos damos a conocer, expresamos lo que hay en nuestro interior y permitimos a los demás entrar en nuestra vida.

Pero la mirada también puede generar frialdades y poner distancias. En uno de sus cantos, Teresa Parodi dice que no es lo mismo mirar que saber mirar. A veces podemos elegir, desde el miedo y la comodidad, o desde la inseguridad y los prejuicios, mirar para otro lado. Y tal vez no mirar lo más importante y valioso.

Creemos que “saber mirar” para nosotros es una experiencia posible, que podemos aprender juntos de Jesús. ¿Y qué mira Jesús?, ¿cómo mira? En el foco de su atención está la voluntad del Padre Dios; y esta es que todas las personas se salven, es decir, que lleguen a conocer su amor de Padre, y en esta experiencia vivan como hermanos. Los ojos de Jesús están fijos de un modo especial en los pequeños y en los pobres, en los que son menos tenidos en cuenta. El corazón de Jesús mira la fragilidad no como una oportunidad para hacer daño y lastimar, sino como heridas que necesitan del amor compasivo que cura y transforma. El corazón de Jesús es manso y paciente para esperar tiempos y procesos de crecimiento. Por eso, en este nuevo ciclo de jóvenes que estamos arrancando, decimos juntos: “Enseñanos a mirar con tu corazón”.

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