El 30 de agosto fue el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada. Un día para dar visibilidad a una forma de represión perversa que deja secuelas traumáticas en las familias y sociedades en las que se produce. Ya no es 30 de agosto y por tanto las desapariciones forzadas no son ni portada ni tendencia en redes sociales. Sin embargo, eso no significa que hayan dejado de ser una realidad, no sólo porque diariamente se producen en países como México o Siria, también porque las secuelas de la desaparición en las familias y comunidades de la persona desaparecida no prescriben. Seguir leyendo