Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma al caer la tarde, cuando Lot estaba sentado a las puertas de la ciudad. Al verlos, Lot se levantó para recibirlos y se postró rostro en tierra, y dijo:
—He aquí ahora, señores míos, os ruego que entréis en la casa de vuestro siervo y paséis en ella la noche y lavéis vuestros pies; entonces os levantaréis temprano y continuaréis vuestro camino.
Pero ellos dijeron:
—No, pasaremos la noche en la plaza.
Él, sin embargo, les rogó con insistencia, y ellos fueron con él y entraron en su casa; y les preparó un banquete y coció pan sin levadura, y comieron. Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, rodearon la casa, tanto jóvenes como viejos, todo el pueblo sin excepción. Y llamaron a Lot, y le dijeron:
—¿Dónde están los hombres que han entrado en tu casa esta noche? Sácalos para que los conozcamos.
Lot se asomó a la entrada, cerró la puerta al salir, y les dijo:
—Hermanos míos, os ruego que no actuéis perversamente. Tengo dos hijas que aún no han conocido varón alguno; las traeré para que las traten como mejor les parezca, pero no hagan nada a estos hombres que se han hospedado bajo mi techo.
Pero ellos dijeron:
—Apártate de ahí; este individuo ha venido como extranjero y ahora está actuando como juez. Ahora te trataremos a ti peor que a ellos.
Y empujaban a Lot mientras intentaban forzar la puerta. Pero los visitantes alargaron el brazo, metieron a Lot en casa y cerraron la puerta. Y a los hombres que estaban a la entrada de la casa los hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se cansaban tratando de hallar la entrada.


Fotografía: Darren Moore – Anterior (18:23-33): «Soy polvo y ceniza» – Siguiente (19:12-23): «No mires atrás, no te detengas» – Inicio del Génesis – Diccionario y sumario del Génesis.