Yello – The Race

Boris Blank, te acuerdas? Como me digas que no, te pongo la integral de David Guetta. Le mencionaba en el post de anteayer sobre la cantante Malia, como colaborador del nuevo álbum de esta Malawi Girl con preciosa voz jazzy groovy y reminiscencias de otros tiempos –léase Nina Simone, Shirley Bassey, etc-. Qué, ahora sí? Boris Blank? Dieter Meier? Suizo? Yello? No? Ays, dios Elvis, dame paciencia. Anteayer pues, decía que algún día hablaría de este combo suizo, porque merecían la pena. Y resulta que ese “algún día”, es hoy.

Para entender a este grupo de los 80’s, uno de los más atípicos de toda la música popular, comparemos con otro famoso dúo, esta vez de la TV. The Persuaders -los Persuasores aquí en España-, mítica serie de los 70’s con Tony Curtis y Roger Moore, ponía en escena a dos detectives ricos, guapos, ligones, simpáticos y graciosos. Su gusto por lo bonito –las rubias con poca ropa y los descapotables, esencialmente- no procedía de una misma educación. De un lado, Danny Wilde, interpretado por Tony Curtis, el yankee que se crió en la calle y se hizo a si mismo -ays América, tierra de oportunidades, mientras quede a algún pobre que aplastar o un recurso que quemar-. Del otro, Lord Brett Sinclair, papel recaído en Roger Moore, hijo, nieto y bis nieto estirado de Lores Ingleses, educado en los mejores colegios aristocráticos británicos. Traspasa esta historia a Suiza y a la música, y ahí tienes a Yello, suma de dos músicos a los que les gusta lo mismo, aunque ambos vengan de horizontes muy, muy distintos.

Yello The Race

Boris Blank era conductor de camión. En su infancia no le dieron ninguna educación musical, cero lección de piano o dirección de orquesta, por mucho que le apasionara la música e investigar con ella. En cuanto pudo empezó a comprarse equipos que le permitían componer, grabando ruidos, ensamblando sonidos, haciendo collages sonoros con la electrónica de la época –hablamos como mucho de los 70’s-. Un día se encontró con un tal Carlos Perón, también suizo, aunque parezca mentira con semejante patronímico. De gustos similares, empezaron a componer sus primeros temas y a finales de los 70’s se marchan a los US a intentar vender sus creaciones –en Suiza es más complicado, los bancos no invierten en cosas tan fútiles como puede ser la música, tsss-. Viaje infructuoso –no firmaron con nadie-, pero que aprovecharon para entender que necesitaban a un cantante. A su vuelta a Suiza, conocen a un tal Dieter Meier.

Dieter Meier es el Brett Sinclair del grupo. Hijo de industrial, millonario nada más cumplir mayoría de edad, personaje excéntrico, fue miembro de la selección nacional suiza de golf, jugador profesional de poker y productor de películas. Claro que en estas condiciones, es más probable que dejes para la posteridad algunos hechos curiosos que siendo conductor de camión. Un día se pasó todo el día en Nueva York dando un dólar a cualquiera que le dijera yes o no –la historia no dice cuánto se gastó-. Otro día, concretamente el 27 de junio de 1972, en la estación de ferrocarriles de la ciudad de Kessel en Alemania, colocó una placa que decía: “el 23 de marzo de 1994, entre las tres y las cuatro de la tarde, Dieter Meier se colocará de pie en este placa”. Aquel veintitrés de marzo, cumplía con el reto que se había marcado veintidós años antes.

Así que cuando se incorpora al proyecto Yello, con Boris Blank y Carlos Perón, él añade una pizca de locura iconoclasta al particular sonido de los otros dos. En 1979, sacan I.T. Plash, primer single extraído del álbum Solid PLeasures. Es un tema de culto, a medio camino entre Suicide y Art of Noise. Hubo un día en que tenía el vinilo –con esa portada tan famosa en la que sale un bebe con pañal y cabeza de águila verde-, pero algún insensato me lo habrá robado. Luego las canciones I love You –la conoces de sobra- y Lost Again –también la conoces de sobra- les dieron sus primeros éxitos y llamaron la atención de la industria cinematográfica. La canción Oh Yeah por ejemplo, de 1987, se puede escuchar en al menos cinco películas, de las que Todo en Un Día, de John Hughes con Matthew Broderick. En 1988 sacaron un nuevo álbum, Flag, del que se sacó el single The Race. El original medía 3’22, pero enseguida empezaron a llover remix debido a que la canción se prestaba mucho a ello. El que más me gusta es uno de 13’23″, llamado Extended Remix, que se suele escuchar a toda pastilla, zumito en mano, a puntito de salir para misa.

 

 

4 comentarios en “Yello – The Race

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  2. Estoy desacuerdo con lo que dices son un grupo fuera de lo normal
    Pero son una pasada son TEATRALIDAD MUSICAL EN TODA REGLA escuchas una canción y estas viendo una película de MAFIOSOS o de repente estas sobre volando la cima del EVEREST o como en el caso del super TEMAZO
    SWEET THUNDER del disco BABY
    Para mi uno de los mejores son una pasada son indescriptibles FANTASÍA PURA CON UNOS COROS CELESTIALES
    MAGIA SONICA EN ESTADO PURO
    Gracias por contar estas cosas no lo sabia
    tu si que sabes de buena música GRACIAS UN SALUDO.

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