Monsanto vuelve a la carga. Ahora están intentando patentar variedades de las frutas y verduras que comemos cada día, como el brócoli, los melones o los pepinos, prácticamente obligando a agricultores de todo el mundo a comprar sus semillas, bajo la amenaza de ser demandados si se niegan y han encontrado agujeros legales en la legislación de la Unión Europea para poseer los derechos exclusivos sobre las semillas convencionales. Se trata que países como Alemania, Francia y los Países Bajos (donde ya está creciendo la oposición) pidan que se vote por la paralización de los planes de Monsanto.