La inteligencia artificial y la robótica con la revolución en curso del aprendizaje profundo (jerarquía de capas de abstracción progresiva), han eclosionado y asistiremos en los próximos 30 años a avances impensables hoy. Veamos por donde irán.

El lenguaje hablado que usa nuestro teléfono o la visión computarizada de reconocimiento facial, la traducción automática, la comparación de genomas, las nuevas técnicas de diseño de fármacos, son ejemplos de uso ya común. Como lo son los robots que se emplean en la industria del automóvil. Todo ello tiene consecuencias para el debate social. Destruyen empleo repetitivo y de baja cualificación a la par que generan empleo (poco) de muy alta especialización.

La siguiente amenaza está ya en máquinas que realizan tareas intelectuales: la victoria de Deep Blue de IBM a Kasparov o el Alpha Go Zero de Google Deep Mind. Afortunadamente, como los humanos somos tan hábiles reconociendo e interpretando el comportamiento social, solemos infravalorar la complejidad del desafío que ello supone para un robot. Será lo primero a resolver si queremos que los robots sean útiles y seguros ayudando a los ancianos en casa, a los enfermos en el hospital o a los niños en la escuela.

El robot cirujano es un excelente ayudante de operaciones delicadas como el implante coclear que requiere que el pulso no te tiemble cuando andas en las profundidades del oído interno. Se tardará en llegar a los robots autónomos.

Hay aspectos éticos y jurídicos insoslayables. El coche autónomo y la responsabilidad por atropello; los robots en el desempleo de trabajadores no cualificados o en la libertad humana por el uso militar de la robótica.

La integración con la máquina no se limita, como pudiera parecer, al volcado de nuestra mente en el ordenador. El transhumanismo se adhiere a una vía más gradual y realista: el paso hacia el ciborg. Conllevará el biomejoramiento, es decir, la sustitución de extremidades dañadas por prótesis cada vez más sofisticadas.

Finalmente, no creo que sea justificable el laissez-faire tecnológico que ve un obstáculo al progreso cualquier intento de regulación.

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