“YO NO SOY RELIGIOSA”

Dalia María es una mujer sencilla, muy, muy delgada, ya desmejorada por su salud, con el cabello extremadamente corto y lleno de canas. Sus 56 años se le ven en la piel pero su espontaneidad y cierto dejo de inocencia le hacen verse mucho más joven a pesar de su desmejorado rostro. No se ve pena en su frente aunque en su horizonte amenaza la tormenta.

Dalia tiene un diagnóstico de salud complicado y se le acaba de decir que sus días entre nosotros no serán muchos. La forma en la que me compartió la noticia fue calmada y agradecida de Dios por los años de vida y las experiencias vividas. Su rostro y todo su ser validaban sus palabras. No había un solo además o señal oculta que me hiciera pensar que no estaba realmente agradecida de Dios.

En medio de nuestra conversación me dijo con algo de tristeza, “yo no soy religiosa”, lo que dio pie a una extensa y profunda conversación que motiva esta reflexión.

Dalia María no pertenece a ninguna religión pero su rostro se ilumina cuando habla de Dios…

Dalia María no va a ninguna iglesia pero reconoce la presencia de Dios en su vida…

Dalia María dice no ser religiosa pero sabe que al final de sus días Dios la recogerá en su regazo y en esa confianza vive sus últimas horas con una sonrisa contagiando de esperanza a cuantos pasamos por su lado.

Dalia María no se queja, ni cuestiona.

Reconoce su parte de responsabilidad por su debilidad ante el tabaco y busca en la muerte el momento de encuentro con el Creador, esta figura de Padre que le hace sentir que llegará a brazos seguros, brazos de amor.

Ese dejo de inocencia que se puede apreciar en Dalia me recuerda el encuentro de Jesús con los niños, “dejad que los niños vengan a mi porque de ellos es el reino de los cielos”. Nosotros y nosotras que nos llenamos de palabras proclamando a viva voz a que iglesia pertenecemos y que templo visitamos, que nos enorgullecemos predicando sobre una vida de santidad y sobre la necesidad imperante de una vida de iglesia para poder alcanzar la salvación, ¿podremos llegar ante la presencia de Dios con un rostro humilde como el de Dalia María, con sencillez e inocencia y llenos de paz aun a pesar de los sufrimientos de este mundo?

Oro al Señor para que al igual que Dalia María podamos encontrar dentro de nuestros corazones ese niño y esa niña interior capaz de abandonarse en los brazos de Dios con la confianza de aquel que no pregunta ni cuestiona y solo se deleita en su Creador.

“Pon tu delicia en el Señor, Y El te dará las peticiones de tu corazón” Salmo 37:4

¡Gracias por su vista!

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