Cuando el corazón de piedra se resiste a salir,
y el espíritu viejo habita como fantasma donde ya no le pertenece;
cuando las heridas han cerrado en falso
y la fachada exterior no es más que un adornado y embellecido sepulcro,
“Derramaré sobre vosotros un agua que os purificará”.
Cuando la comodidad de vivir para nosotros nos hace olvidar al hermano,
y trazamos nuestro camino esquivando;
cuando arriesgamos solo por nuestro provecho
y la vida se convierte un triste monólogo sin más respuesta que un eco frío:
“Derramaré sobre vosotros un agua que os purificará”.
Cuando estamos dispersos y ya no recordamos el camino a tu Casa.
Cuando ha pasado el tiempo y creemos que Tu voz se calló hace siglos y ya no nos dices nada.
Cuando nuestra vida niega lo que piadosamente afirman nuestros labios.
“Derramaré sobre vosotros un agua que os purificará”.
“Y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo”
Y haré que me reconozcáis a cada paso, y me ayudéis a seguir el camino;
que escuchéis mi palabra y la vida se haga diálogo.
Haré que vuestras vidas sean testimonio, sin necesidad de que se abran vuestros labios.
Y “haré que seáis mi pueblo”, porque yo soy vuestro Dios.
Ezequiel 36, 24-28
Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.