El Rey se ha equivocado. ÉL sabrá! O no?

Probablemente acaba de cerrar la posibilidad de ser visto como un rey integrador, capaz de ser el Rey, también, de las naciones que perdieron parte de su soberanía, la política exterior, al cederla a la Corona, cuando la unión dinástica  de los Reyes Católicos.

Durante la dinastía de los Austria, más por resistencia  de Catalunya (Guerra dels Segadors, 1640) que por voluntad de la monarquía, se mantuvo el estado confederal en  el que, los reinos que componían la Corona de Aragón, mantenía su soberanía en asunto de gobierno de sus territorios respectivos. Luego, con el cambio de dinastía a favor de los Borbones (1715) el proceso de asimilación de las naciones periféricas se aceleró, esa vez desde las declaraciones manu militari y el desmantelamiento jurídico de las antiguas instituciones.

La primera instrucción que dio Felipe V a Berwich, que había asumido el mando del sitio de Barcelona en la guerra de Sucesión, fueron: “y en cuanto a la forma de gobierno que se ha de dar a la Ciudad, la reglaréis y pondréis inmediatamente en el mismo pie y planta que el de Castilla, y sin la menor diferencia y distinción en nada”

A comienzos del siglo XIX –escribe el historiador Josep Fontana-, la confrontación entre los catalanes y el gobierno, se había producido por la diversidad entre el constitucionalismo catalán y el absolutismo castellano (más propiamente ,  por apropiación de lo castellano asimilado por los intereses de la Corte). Pero, en el último tercio del siglo, la oposición entre Catalunya y las oligarquías del liberal nacionalismo español, estaba entre una sociedad en proceso acelerado de industrialización y una sociedad agraria tradicional.

El rey Felipe VI con un discurso de vacío constitucionalismo, ajeno a la realidad de cambio y de adecuación que demanda la sociedad ha dejado pasar el último tren para servir a la Patria que le sostiene. Su padre Juan Carlos I, hizo posible la Transición, imperfecta pero posible y fue compensando con una acolchado reinado. Felipe VI tiene, aún, que ganarse el crédito de futuro. Y no ha hecho nada. Él sabrá! O quizás, no?

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