La vida sigue llevándome la delantera: ahora que me siento a escribir esta entrada para el #MiércolesDePoesía, me doy cuenta de que hoy es jueves. No sé qué hice de mi miércoles. «Quién me ha robado el día de ayer», podría parafrasear a Sabina.
Por Fortuna, la poesía se saborea con papilas que no saben de calendarios. Y este poema de Ernesto Lumbreras merece leerse de lunes a domingo, para extraerle el jugo que guarda en las costuras, ahí donde los amantes buscan asir en palabras lo que no puede atraparse y entonces acuden a figuras y metáforas, en un intento por explicarse el desbordamiento.
Sea el #JuevesDePoesía.
«—Me gustaría hacerte el amor bajo una cascada, de noche, en el trópico fosfórico, cuando el jaguar sale a cazar estrellas fugaces en el ojo de jade de un cenote.
—Yo pensaba gozarnos, aquí y ahora mismo, en este plantío de cacao donde el sol, entre el follaje del palo mulato, se muere por espiarnos. ¿O será el jaguar mismo, regresando con nuestra piel cortada, hecha trizas por sus garras y colmillos, el que nos contempla inmóvil y agazapado entre el pastizal de pará?».
Ernesto Lumbreras, «1. Diálogos de la Choca y la Xtabay transcritos por la mano de Pierre Choderlos de Laclos», Tablas de restar, Universidad Autónoma de Querétaro, 2017
Gracias por la poesía, cualquiera sea el día que llegue. ¡Te abrazo!
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Gracias, Joa. Va un abrazo fuerte y envidioso de tu verano, desde mi invierno (no pretendo ser nada poética, sino hablar desde el más estricto sentido literal de quien escribe esto con los dedos congelados).
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Uy, no envidio nada las secuelas de ese invierno (espero que no sea tan cruel como para congelar justo esos dedos). ¡Abrazo caluroso y tormentoso! (tampoco pretendo ser nada poética, jaja).
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