La pluma de doble filo de Mónica Lavín

 

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En pocas horas empiezo y termino de leer Doble filo (Lumen), nueva novela de la escritora mexicana Mónica Lavín. Íntima, escrita a partir de las vísceras, con humedades que incluyen lágrimas y ardores, explora las entretelas del enamoramiento, busca hacer las paces con lo vivido. Narra la historia de dos mujeres unidas por el recuerdo del amor: una terapeuta intuitiva («la bruja» le llaman en el pueblo) y su paciente, Antonia, deseosa de olvidar para poder seguir viviendo. El nudo se da cuando la terapeuta, buscando ayudar a Antonia, empieza a recordar su propia historia.

Dos cosas me encantan: por un lado, los sugerentes ritos que la terapeuta propone a Antonia para romper el dolor, en algo cercanos a la psicomagia (por ejemplo, hablarle al paliacate del amante ido, despedirse de él y arrojarlo al río para verlo desaparecer); por otro, su prosa exquisita, cuidada, veloz y compacta, que deja la piel sensible. Aquí uno de los pasajes que me quedo rumiando:

«Habíamos puesto una tienda de campaña en lo alto de la montaña, en un bosque cerrado […] Estar ahí solos y lejos de todo resultaba voluptuoso. Como si estuviéramos haciendo algo prohibido. Sin desvestirnos por el frío, nos besamos con energía. Era como una revelación, como si algo malo saliera de nuestra piel […] Nuestras caricias fueron distintas. Me mordió los pies, el cuello. Nos lanzamos a una danza de atrevimientos, embestidas, arrumacos; medio desnudos hicimos el amor con fiereza. Pero entre los sonidos del placer que liberábamos sin miramientos, nos pareció escuchar algo más. Nos detuvimos y quisimos arrancarle al silencio aquel sonido […] Era un ruido animal. Con la respiración amainada, lo escuchamos de nuevo nítido y agudo. El aullido de un lobo […] aquella noche habíamos sido lobos, nuestro deseo había convidado a otro de los nuestros […] No sé qué hacer con las noches animales que a veces me visitan. Quisiera volver a convocar el aullido de un lobo. Y saber si acaso él recuerda la fiereza que ese día nos descubrimos».

Si bien el «doble filo» del título alude al riesgo de explorar/ olvidar los sentimientos,  la pluma de Lavín se muestra aquí vigorosa, desarmante, como una espada agridulce de palabras que abre las entrañas del deseo. Un lujo.

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Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

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