A los 8 años recibí de regalo de Navidad Las Mil y Una noches. Me sorprendió conocer a Sherezada y su gran repertorio de historias para contar. Al mismo tiempo, mi abuela materna nutría mi imaginación con las leyendas de su tierra: Tehuantepec, Oaxaca.
Esas dos experiencias germinaron en mí cuando, al concluir la gloriosa Prepa 5, en 1985, tuve que elegir una carrera universitaria.
Deseché estudiar escenografía o convertirme en piloto de avión. Quería escribir y contar historias. Elegí estudiar periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México. No me equivoqué. Me sentí como pez en el agua en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Entre un cúmulo de lecturas y la guía de profesores como Mercedes Durand y Fernando Benítez, llegué a mi segundo hogar: las redacciones de los diarios, donde he sido (y soy) inmensamente feliz, desde aquel primer día de febrero de 1988.
Aprendí que me gusta informar, compartir con muchas personas todo el vértigo que el mundo genera en ese rubro que llamamos “noticias”.
En diciembre de 1991 logré una plaza en el diario que los universitarios devorábamos por su perfil crítico, alejado de las versiones oficiales: La Jornada.
Soy reportera en la sección cultural. La información que comparto con los lectores casi siempre es muy noble, aunque también me dedico a exhibir a los funcionarios culturales que no hacen bien su trabajo.
Conservo mi máquina de escribir mecánica Olivetti (con dos cintas nuevas) pues tengo el loco presentimiento de que un día las computadoras del mundo van a colapsar y ahí quiero estar para escribirlo.
Mientras tanto, así como a mediados de los años noventa me entusiasmó la llegada de Internet, de los chats y las redes sociales como Hi5 y Facebook, ahora estoy embelesada con Twitter pues por primera vez siento cercanos y tangibles a los lectores.
La convivencia con ellos ha sido muy enriquecedora, por eso, para poder compartir un poco más con quienes, al igual que yo, tienen el ideal de un país (y un mundo) más justo, más seguro, más creativo, inicio este blog.
Va que va.