Resêt

El espejo

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Obra de Escher Especial
Obra de Escher tomada de http://levgrossman.com/

Para Jacques Lacan, “le stade du mirroir” implica el desarrollo del “yo” del ser humano en edad temprana. El bebé se percibe como imagen pero esta imagen no está en su cuerpo sino fuera de él, esto implica una separación o escisión en el concepto del yo.

Aún ahora en la madurez, si lo pensamos, esa imagen que miramos genera otro concepto complementario al que llamamos “reflexión”, ¿eso que está en el espejo soy yo? ¿por qué no está en mí? Y le nombramos reflexión a un análisis profundo sobre algún objeto o sobre alguna situación ¿por qué?

Eckhart Tolle explica la separación del ser humano con lo universal con las primeras relaciones que inculcamos en un bebé al decirle: “esto es mío”, “esto es tuyo”, separación que resulta esencial en el progreso de cada personalidad individual.

El punto para analizar aquí, es el proceso por el cual Lacan cree que un bebé hace esta escisión de su yo. O las ideas que generaron en Tolle su teoría sobre la separación de un individuo con lo universal.

¿Lograron mirar desde la perspectiva del bebé? O simplemente “especulan” para encontrar alguna respuesta a sus propias inquietudes, es difícil saberlo.

Por otra parte el concepto de “reflejo”, no necesariamente en el espejo, resulta contener significados extraordinariamente interesantes dentro de las “formas” en las que nos relacionamos con las personas y con las situaciones; es aquí, en donde sí podremos lograr evolucionar nuestro pensamiento.

Un ejemplo conciso que puedo mencionar es sobre la concepción que tenemos de nuestro planeta. Aquí existen dos puntos de vista de alguna manera “divergentes”, por un lado nos han llenado de publicidad y noticias sobre la devastación que los seres humanos provocamos, al extremo tal que muchos temas de películas, novelas y artículos científicos ya consideran un hecho abandonar un planeta destruido para buscar otro nuevo para deteriorar, como cambiar de zapatos, digo yo.

Y el otro extremo, con muy pocos pensadores, que consideran nuestro planeta como un ser vivo que en cualquier instante puede anular la totalidad de la obra humana y renacer evolutivamente. «De alguien escuché: “en su enorme arrogancia, el hombre piensa que es capaz de destruir un planeta que está vivo”».

Entonces yo “reflexiono” y al comprender que soy libre de pensar (que poseo un “libre albedrío”), decido cuál de estas dos teorías adopto como línea de desarrollo personal; la primera me estresa, me enferma y me hace tener sentimientos negativos; en cambio la segunda, me ofrece la oportunidad para imaginar un planeta lleno de vida que tiene el poder de sanarse a sí mismo y mantener todas las oportunidades de progreso abiertas y al alcance de la evolución de la inteligencia.

Logro ver entonces personas en desarrollo en vez de seres primitivos. Disfruto el cielo y las nubes, en vez de percibir esmog y contaminación. Salgo a mis actividades disfrutando del entorno, en vez de salir con temor a ser agredido, robado, violado o secuestrado.

¿Qué es lo que sucede con ambas imágenes? ¿podría ser el reflejo de mí mismo? Si veo un mundo devastado, ¿acaso el devastado soy yo? O si veo un mundo lleno de oportunidades, ¿soy yo la misma oportunidad que veo?

¿Cuál de los dos mundos es el verdadero? O ¿cuál es el que yo quiero ver?

José Antonio Marina cita en su libro El vuelo de la inteligencia la frase del filósofo y esclavo griego del año 55 d.C., “No nos hacen sufrir las cosas, sino las ideas que tenemos de las cosas”

Un hombre llegó a esa antigua ciudad, en donde había un ermitaño muy sabio al cual visitó para preguntarle: —¿Cómo son las personas en esta ciudad?, ¿sabe? pienso venirme a vivir aquí.-

El ermitaño le contestó: —¿Cómo son las personas del lugar de donde usted viene?

Y el hombre dijo: —¡Son horribles, egoístas, maliciosos, holgazanes!, por eso me salí de allí.

—¡Ah!—, dijo el ermitaño, —pues aquí son igual —y el hombre se marchó de la ciudad del ermitaño.

Poco tiempo después otro forastero, fue también a visitar al sabio para consultarle cómo eran las personas de su ciudad pues su trabajo lo había traído a radicar en ésta. —¿Cómo son las personas de donde usted viene?—le preguntó el sabio. Y el hombre respondió: —He dejado muchos amigos allá, las personas son generosas, trabajadoras, creativas, me entristece haberme tenido que mudar.

El sabio le aseguró: —Pues aquí las personas son igual.

¿En cuál planeta quieres tú vivir?