“Y ese mismo día decidieron matarlo”
Ez 37, 21-28; Jer 31; Jn 11, 45-56
La decisión fue tomada por el Consejo Supremo judío, porque si lo dejaban continuar haciendo milagros, todos se iban a entusiasmar con él y el lugar santo sería destruido. Se prefirió el templo material, al Templo Vivo: Jesucristo, el ritual a Dios mismo, la Ley al amor, el sábado a la vida, la tradición rutinaria a la novedad llamada Jesús… Algo parecido sucede cuando, por ejemplo, se favorecen intereses económicos minoritarios sacrificando oportunidades y derechos de las mayorías, en favor de una “modernidad” que atropella el valor de la vida, la familia, los valores evangélicos, la sana convivencia…
La caravana del sultán transportaba por el desierto una gran carga de oro y piedras preciosas. Un camello se cayó y se desparramaron joyas y brillantes. El sultán no podía con todo e invitó a sus criados a que se quedaran con lo que pudieran y siguió su camino. Escuchando que alguien caminaba a sus espaldas, se volvió y viendo que un joven lo seguía, le dijo: «Y tú, ¿no te quedas a recoger nada?». El joven respondió: «Sigo a mi rey. Lo demás, no vale nada para mí»
¿En qué casos concretos puedo optar más por mi Rey y su evangelio?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor María del Pilar Méndez Gallegos H.C.
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