Por: Rosa M. Cubela
Se quiera o no, la sexualidad escapa a lo meramente físico, es también una expresión de nuestra psiquis, de nuestro espíritu. ¿O acaso cuando estamos tristes o deprimidos nuestro apetito sexual es el ideal? Si en esos momentos ellos se sienten mal consigo mismos, ¿cómo van a ocuparse de su pareja?
La impotencia puede venir condicionada por factores que van más allá de lo físico y orgánico. El estrés, la depresión, el agotamiento, los errores educacionales, las preocupaciones laborales o económicas, el ver que no se satisfacen las expectativas de la pareja, la tensión emocional o la ansiedad son los enemigos más terribles para el hombre, los socios perfectos de la impotencia. Rompen el equilibrio psíquico masculino, les hace estar inseguros, aturdidos, inhibidos, ausentes, preocupados e incluso obsesionados, ¿y qué cabe esperar, entonces? Poco en verdad.
Te recomendamos que si tu pareja padece este problema recurras a algo que nunca falla, al pilar de toda relación que se precie, a LA COMUNICACIÓN Y EL DIÁLOGO, que pueden servir para vencer miedos, preocupaciones, para relajarse. Siendo sinceros y con la seguridad que da el hablar, ambos podrán superar juntos ese bache. El sexo es también amor, confianza, comprensión y, cuanto más se da, más fuerte es nuestro corazón y nuestro cuerpo.
Recuerda también que es importante una VIDA SALUDABLE, una dieta sana, rica en frutas y verduras frescas, o los paseos al aire libre sirven para aumentar la vitalidad y relajar tensiones.
Si el problema va más allá del factor psicológico, es aconsejable recurrir al médico, ya que son muchos y variados los tratamientos que un especialista puede recomendar para acabar con la impotencia. Pero, recuerda que entre dos, todo resulta más llevadero.