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#LaGranotera| «Las claves de un histórico ascenso en el primer día ‘D'», por Dani Hermosilla

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DANI HERMOSILLA

… O no. Hablamos todos de la fiesta del ascenso, pero llega el Oviedo, que se juega mucho. Aún así, ya lo tenemos aquí. Todo preparado y dispuesto. El club quería esta fecha. Ideal. Los jugadores querían celebrarlo en casa, el cuerpo técnico, también. Depende de ti. Si ganas, cap a dalt. ¿Qué falta? que el Levante UD gane. Simplemente. Tan sencillo y tan complicado a la vez. Porque hay que ganar. Pero no se va a jugar con ansiedad —el colchón es amplísimo— y el equipo en Orriols es infranqueable. Ha jugado 17 partidos, ha ganado 14 y ha empatado 3, curiosamente su último partido en casa fue así, un empate sin goles ante el Reus. La estadística dice que el Levante ha ganado el 63% de los partidos que ha jugado. ¿Es el día? Pues parece que sí, pero todo puede pasar —y si no es este sábado, será al siguiente, pero el ascenso es un hecho. Además, el Oviedo ha perdido 10 de los 17 partidos que ha jugado a domicilio… En otra ocasión, no podríamos escribir una ‘previa’ con el resultado tan claro. Pase lo que pase mañana, el Levante UD jugará en primera. Un lujo hasta poder elegir.

Quico Catalán…
Quiero que esta ‘granotera’ sea un punto de análisis de un año casi perfecto. El 2 de mayo, en Málaga, el Levante UD de Rubi confirmaba su descenso. Se ponía fin a un período laureado en el club. Seis años seguidos en primera de los que los dos últimos fueron, ciertamente, pobres, calamitosos. Un sólo año y Quico Catalán ha puesto al equipo nuevamente en la élite y lo ha hecho con la misma diligencia que levantó el muerto que s’afonà con los últimos coletazos de Pedro Villarroel como máximo mandatario. Se le puede censurar falta de mano izquierda en el apartado social o de lo que se quiera, y con razón. Pero lo cierto es que con Quico Catalán estamos viviendo los mejores años de la historia del Levante UD. Y tiene mérito. Cambiar la estructura deportiva, pasar la tijera en la plantilla y ejecutar un plan casi perfecto para devolver al equipo a Primera División, no está a la altura de muchos. Ha estado más a la sombra que nunca, no ha sacado pecho ni cuando el equipo acumulaba victorias con una increíble facilidad. Ha sido su año. Creo que aprendió de haberle reído las gracias a Caparrós, no tener paciencia con José Luis Mendilíbar —temporadón el suyo con el Eibar—, haber renovado a Lucas Alcaraz y contratar a Rubi, el del jogo bonito que tiene al Sporting a un paso de caer a Segunda División. De todo aquello, aprendió. Y sus elecciones han sido todo un éxito

Tito
No lo conocía personalmente, pero tuve la oportunidad de estar con él gracias a los compañeros de Levante TV y Juanma Romero, con quienes compartí entrevista para Mundo Granota. Como siempre, la post entrevista —ya os contaré más adelante— mejor que la propia entrevista que, no obstante, dejó titulares sabrosos, pero sobre todo un análisis de lo que ha pasado este año. Jugadores con hambre de éxito, jóvenes-expertos, con buen trato personal, que han formado un buen grupo y que tienen calidad… Pócima perfecta. Fundamentalmente, lo primero. Hambre. Empezando por Roger o Jason, y acabando por Morales. José Luis se quedó para volver a Primera División en donde, a buen seguro, puede explotar mejor sus condiciones. Tener dos jugadores de calidad por puesto, fomentar la competencia y un entrenador ‘que trata de ser siempre justo’, el resto. Además, reconoció que el pichichi Roger y Muñiz seguirán. Fácil: los dos tienen contrato, los dos se quedan, a no ser…

Muñiz
Ya os he dicho, un tipo que me ha sorprendido. La frase de Tito «Muñiz siempre trata de ser justo», es una buena definición. Lo mismo retira a un futbolista que ya empezó de suplente (Saveljich y Espinosa), que hace un cambio al poco de empezar el partido (Lerma), que renuncia a uno de sus jugadores básicos (Chema) o que prescinde del ojito derecho de la afición, José Luis Morales cuando su rendimiento fue pobre. Los jugadores siempre entienden sus decisiones. Y en el caso de que no, lo vuelve a expllicar… Se trata de marcar una pauta. Cuando un futbolistas sabe las reglas de un vestuario (deportivamente hablando, claro), todo es más fácil. Si además, le acompañas de buenos resultados, mejor. Subió con el Málaga —el equipo que apuntilló al Levante en el último curso en primera— y ahora lo hace con el Levante, que ha logrado tantos récords este año…

Roger
Apartado especial para el máximo artillero granota. Os he dicho, se le conoce por sus goles —novedad esta temporada, al menos como ‘granota’— y por lo que no se ve: su trabajo. Es una mosca cojonera que no sólo ha marcado goles  sino que además es el primer peldaño del sistema defensivo. Que se quede en el Levante es y ha de ser una prioridad, como así reconoció Tito: ‘Tienen contrato en vigor y tanto él como su agente nos han manifestado su voluntad de seguir», comentaba el director deportivo granota. 21 goles (de ellos 7 de penalti), siempre que fue convocado, jugó de titular y de ellos sólo en cinco encuentros fue sustituido. Entre él y Jason (19) han marcado 31 goles: el 63% del total de goles de la plantilla. Ahí es nada.

Orriols
La última clave. El club permitió que el gran público no se despegara de acudir al Ciutat. Otras veces la afición huye cuando no está en el máximo foco de atención. Sin primera, sí hay paraíso. Por lo menos ahora. Contar cada partido con más de 10.000 espectadores en Orriols, un lujo al alcance de pocos. Excelente el club en sus política de precios —la gran mayoría de abonados de este año tienen su pase gratis para el que viene— y excelente la respuesta. Aunque ha causado controversia entre vosotros, el Estadio es excesivamente ‘silencioso’ y sólo anima o cuando hay que ir a la ‘heroica’ o el árbitro o el equipo rival actúan de despertador de la grada. Haría falta un esatdio más caiente. Pero, la afición, en general: chapeau.

¿Resultado? Un histórico ascenso.
Y si no se produce ante el Oviedo… será siete o quince días después. La suerte está echada y sólo hay que esperar a celebrarlo. Esperemos que sea a la primera… Y si es así, ya sabéis: como dice Muñiz, ¡disfrutad al máximo!

 

 

 

 

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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