El Tour de Francia de este año trajo consigo un espectáculo y emociones que hacía años no veíamos. Y fue el más rápido de la historia para más inri. La ronda francesa se había vuelto predecible con trenes de equipos muy fuertes que llevaban a sus líderes al triunfo sin retadores. Una gran vuelta con duelos como los que vimos en esta, al menos yo no la recuerdo desde hace una década, cuando el duelo Contador-Schleck, o Armstrong-Pantani, Armstrong-Ulrich, o antes, LeMond-Fignon, LeMond-Hinault y mucho antes, otros de los que solo leímos, Luis Ocaña-Eddy Merckx, Bartali-Coppi. Pues lo vivimos de nuevo en este 2022 gracias a ciclistas jóvenes y muy aguerridos.

En años recientes se discutió sobre el uso y abuso de los potenciómetros, que, si son buenos para entrenar, en la competencia traen aburrimiento, pues los corredores se conforman con ir a los watts establecidos por un entrenador para hacer un tiempo ganador en determinada etapa, llegando a casos límite como el de Chris Froome que no levantaba la vista de su ciclocomputadora. Se llegó a hablar de prohibirlos y también prohibir los radios de los corredores para estimular el regreso de la competencia valiente e instintiva. Dar realce de nuevo a los ciclistas que saben leer la carrera, este año ocurrió.

Hay que decir que el Tour de Francia ha sufrido grandes cambios en el diseño de sus rutas y etapas en años recientes, con la intención de hacerlo más explosivo, favoreciendo la estrategia de los corredores y equipos. Plantearon etapas más cortas, con menos puertos, y redujeron las de transición y las planas que favorecen a los rodadores y esprínteres. Parece que ello dio frutos.

Vingegaard

El ganador de este año fue el danés Jonas Vingegaard, y mira que en Dinamarca no hay montañas, pero sí un viento que te digo. Pese a su palmarés profesional, en categorías infantiles no ganó nada y llegó a decir de sí mismo que era un «bulto» a los 13 años. Sus carreras importantes habían sido en 2021 cuando ganó la Settimana Coppi e Bartali llevándose dos etapas de las cinco y en ese mismo año fue el segundo lugar en en el Tour detrás de Tadej Pogačar.

Vingegaard es un buen escalador y asistía compartiendo el liderazgo del equipo Jumbo-Visma con Primož Roglič (ganador de tres vueltas a España) y Wout Van Aert el ciclista sensación, o eso pensábamos. No solo se llevó el triunfo en la general de 2022, además ganó dos etapas con un gran esfuerzo, dominando. Pero pese a su segundo lugar en 2021, no era el favorito, y ya ves.

Hay que festejar y admirar a este ciclista que no se conformó, respondió a los retos que le enfrentaron, luchó por cada rampa, por cada ataque y hasta las fugas que buscaron destronarlo. Un triunfo merecidísimo por su valentía y según ha dicho, por la confianza en sí mismo que le faltaba.

Además, no solo ganó el Maillot Amarillo de líder absoluto, también ganó el Maillot de Lunares de rey de la montaña, el Maillot à Pois, que, por las reglas del Tour, se delega al segundo lugar en esa categoría durante las etapas, y que esta ocasión fue al alemán Simon Geschke. Y conste que ya dije, Dinamarca es plana. Vingegaar es el primer danés en ganar el Tour desde su compatriota Bjarne Riis en 1996. Ganó con un equipo disgregado por las bajas de accidentes y la Covid-19, eso hace de su triunfo, algo muy especial pues, hubo de lograrlo al final sin más ayuda que la de Wout Van Aert y Christophe Laporte, quedándose solo en la batalla con Pogačar.

Pogačar

El tour de este año tuvo la presencia, como favorito absoluto, del ganador de las dos rondas anteriores, el fenómeno eslovaco Tadej Pogačar del UAE Team, a quien todos aseguraban tres triunfos al hilo, como venía sucediendo en otras series de tours, y de hecho, se puso el Maillot Amarillo tempraneramente. Sin embargo, a favor del espectáculo y en detrimento propio interés, en Pogačar vimos un líder que atacaba y buscaba ganar etapas, en lugar de defender su posición, como era acostumbrado por otros líderes, quienes históricamente dejaron ganar etapas a otros corredores administrando su ventaja de líderes —Lance Armstrong también buscaba ganar todas—, ¿le ganó la ambición?, ¿fue sobrado?

Lo anunció, y en cada etapa de los Pirineos atacó al líder cada día, sin reservarse, arriesgando. Hasta atacó en una etapa plana, lo cual suele no ser fructífero, pero ese ataque y su valentía se agradecen, como la de cualquier fuga, pero, ésta más, por su significado, tratando de recuperar el Maillot Amarillo.

No se fue en blanco, se llevó al final el segundo lugar de la general, durante casi todas las etapas vistió el Maillot Blanco de mejor joven: ganó tres etapas, un segundo puesto, y tres terceros lugares de etapa para quedarse con 7 podiums. Nada mal para un ciclista combativo que arriesga y con futuro, aún más con lo que aprendió en esta edición de la carrera.

Roglič

Tadej Pogačar tenía como posible contendiente a su compatriota Primož Roglič, del Jumbo-Visma, y había expectativa por verlos competir. Sin embargo, en la 6ª etapa que cursaba sobre el adoquinado con final en Arenberg y que coincide con el trazo de la París-Roubaix, Roglič sufrió una caída provocada por una moto del pelotón, ello lo alejó de la general y traería consecuencias nefastas para él.

Pero, Jumbo-Visma llevó este año un equipo fuertísimo, Primož Roglič al verse perdido en la general, a diferencia de otros líderes sin oportunidades, se convirtió en un gregario de lujo para Vingegaard, junto a la estrella Wout Van Aert, atacaron a Pogačar en la etapa 11 con una obra maestra estratégica gracias a la cual, Jonas Vingegaard se hizo con la victoria de etapa y el Maillot Amarillo de líder. Aquí comenzó un nuevo Tour que se transformó en la más bella de las sinfonías interpretadas en pedales.

Roglič corrió con dos vértebras rotas para darle el triunfo a su nuevo líder, eso se supo antes del comienzo de la etapa 15, en la que ya no se formó en la partida. Otra para la épica del ciclismo.

El duelo

A partir de ese punto, cada etapa fue una batalla feroz entre Pogačar y Vingegaard, no hubo un día sin un ataque del primero —segundo en la general– y la respuesta seguida con contraataques del danés, no hubo día en que Pogačar se guardara en la grupeta del líder, un día sí y otro también, buscó o provocó la fuga y la correspondiente persecución de Vingegaard. Al final Vingegaard ganó la etapa 18 y aumentando su ventaja en un minuto de diferencia a punta de piernas y hay que decirlo, con un Pogačar lastimado por el golpe de una caída. Además, ganó algo invaluable: respeto, del público y de su rival, que de verdad, en el deporte es muy valioso.

El momento más poético y una lección de deportividad del más alto nivel, de esas que no se ven en años y que reivindican nuestro deporte, vino en uno de los descensos de la 18ª etapa, y el video dio la vuelta al mundo. En medio de la pelea por arrancarle segundos a Vingegaard, en una curva Tadej Pogačar perdió el control y fue al suelo fuera de la carretera. El danés tuvo la oportunidad de seguir y aumentar la ventaja en el liderato hasta hacerla inalcanzable, sin embargo, aflojó el paso y esperó al eslovaco para no aprovecharse de la desgracia de su rival, ambos se dieron la mano antes de seguir compitiendo entre sí.

Gestos como ese apretón de manos, son los que construyen la épica y la historia grande de nuestro deporte. «O revientas tú o reviento yo, pero a punta de pedaladas». En 2010 Contador no esperó a Schleck a quien se le salió la cadena, fue duramente criticado —más adelante le quitarían ese Tour, descalificado por acusaciones de doping y Schleck se quedaría con el título—, entonces Bernard Hinault opinó que Andy Schleck debería saber cómo hacer los cambios.

Col de Menté, 1971. Cuando Luis Ocaña, siendo líder, cayó en aquella terrible curva en medio de la tormenta golpeándose con una infame piedra —en la cual permanece una placa conmemorativa–, tras Eddy Merckx y luego otros le cayeron encima, Merckx no se quiso poner el Maillot Amarillo al final de la etapa ni usarlo al día siguiente —por lo que fue sancionado—, no quería ser el líder gracias a la caída de su más encarnizado rival.

Télégraphe, 1952. Que decir de aquella foto de la rivalidad más terrible de la historia del ciclismo, cuando los «enemigos» —según el respetable de la época y Mussolini– Bartali y Coppi, compartieron un bidón en medio de una subida a un puerto brutal, nunca se supo quien se lo dio a quien, dicen que fue un montaje, pero no importa. Eran rivales a muerte sobre la bicicleta, pero su rivalidad fuera de la carretera era un montaje entre pro-fascistas y antifascistas, eran la cara de una Italia dividida, pero luego se supo, fueron grandes amigos.

Me parece que de esta dimensión es el duelo entre Vingegaard y Pogačar, de esos que trascienden en la historia, veremos.

Van Aert

Gran parte del espectáculo y la alegría del Tour de Francia 2022, se la debemos a Wout Van Aert del Jumbo-Visma, laureado al finalizar con el premio al corredor más combativo. Este verdadero todoterreno fue la sal que le dio sazón a la carrera. Se vistió con el Maillot Verde que se da al líder de puntos en la 2ª Etapa, y no lo volvió a ceder, en la etapa 16 era matemáticamente imposible que se lo arrebataran.

Belga, de 27 años y 1.90 de estatura, tiene un palmarés impresionante, ha sido un especialista en Ciclocross —y mira que esta disciplina es durísima—, ha sido cinco veces campeón de Bélgica y Mundial tres veces, ha ganado una barbaridad de podios. En ruta ha tenido una riada de triunfos y podios en clásicas de un día, podios en el campeonato mundial y las olimpiadas, y también como contrarrelojista. Es un clasicómano nato debido a su tamaño, pero ocurre que también participa en pruebas por etapas y desde 2019 participa en el Tour de Francia, ganando consecutivamente desde entonces 1, 2, 3 y 3 etapas.

Cuando los de Jumbo-Visma anunciaron que reventarían a Pogačar, en la etapa 11 en los Alpes, fue el primero en atacar, comenzando, una locura, y sembró la semilla para que Roglič, continuando la faena atacando sistemáticamente a Pogačar en los puertos de montaña, para que Vingegaard rematara de forma deslumbrante para vestirse de amarillo.

Van Aert concluyó esta carrera de ensueño, ganando la contrarreloj de la etapa 20, y bañado en lágrimas, festejando el triunfo en la general de su compañero. Más actitud de trabajo en equipo no se puede pedir.

Froome

Chris Froome una de las grandes leyendas del ciclismo en el Siglo XXI, tetraganador del Tour de Francia, y de la Vuelta, y del Giro, perdió la oportunidad de ganar el quinto Tour para igualar la hazaña de Anquetil, Merckx, Hinault e Induráin, cuando aquella infame caída en el Dauphiné de 2019 casi truncó su carrera deportiva para siempre; luego su salida del Ineos-Grenadiers para ir a un equipo emergente, el Israel Startup-Nation, este año llegaba al Tour de Francia después de un larguísimo proceso para recuperar su salud, estado de forma y carrera de ciclista profesional, que ya es un triunfo en sí.

Pues mira, un veterano que algo del esplendor de sus viejas glorias, volvió a tener en un momento de brillo, participando en la fuga buena en el mítico Alpe D’Huez en la etapa 12 y entrando al podio. Hizo una estupenda carrera trabajando para empujar a su equipo a ganar puntos y mantenerse en la máxima categoría del ciclismo profesional. Un regreso destacadísimo para un ciclista que dábamos por muerto. Antes de abandonar en la etapa 18 por Covid-19, encabezó —como alguien nás inteligente que yo describió— la hermosa pieza coral de su equipo.

Cavendish

Mark Cavendish no participó en el Tour 2022, y eso destaca, su ausencia, pues luego de sus resultados en la edición 2021, tenía la oportunidad de superar el récord de etapas ganadas por Eddy Merckx, también en 2022 ganó el campeonato nacional de Inglaterra, así que su presencia estaba más que justificada y fue aclamada por sus fans. Sin embargo, Patrick Lefevere, capo del Quick-Step Alpha Vinyl team, lo dejó fuera de la formación para el Tour, decantándose por Fabio Jakobsen, quien representa el futuro del equipo, mientras Cavendish era visto como un cartucho quemado a quien se le hizo el favor de mantenerse en el ciclismo profesional de alto nivel con ese equipo.

Una de las razones para excluir a Cavendish, claramente, fue su participación en el Giro de Italia de este año, donde estuvo a punto de quedar fuera de control o fuera del límite de tiempo en una etapa de montaña —cosa frecuente con los esprínteres—. Pues mira lo que son las cosas, Jakobsen ganó el sprint en la etapa 2 y no hizo nada más. Como dije, este diseño del Tour de Francia no se acomodaba para los esprínteres. Pero Jakobsen también estuvo muy cerca de quedar fuera.

En la Etapa 18, Fabio Jakobsen protagonizó un drama de alcance global, llegó a meta faltando solo 16 segundos para quedar fuera de control, con la camioneta barredora pegada a su rueda y sus compañeros animándolo a llegar gritándole desde la línea de meta. Si quedar casi fuera de control en el Giro le costó el Tour a Cavendish, creo que la jugada del Quick Steep salió de la patada, debieron llevar en sus filas al viejo Manx Missile. No es que le quiera hacer el feo a Jakobsen en absoluto, a ninguno se le quita mérito.

Quintana

El colombiano Nairo Quintana, ya veterano, tuvo una gran carrera, digna de consignar, ofreció un concierto solista de gran virtuosismo. «¡Pero si no gano nada!», me dirán. Ciertamente no, pero este fue su mejor resultado personal en una gran vuelta desde 2016, quedó en el 6° lugar de la general, y firma todas sus participaciones en grandes vueltas dentro del top 10. Quedó segundo en la etapa 11, sumándose a la escabechina para derribar a Pogačar.

Además, lo hizo solo. Nairo Quintana ha tenido mala suerte y ha debido correr en solitario, a veces con su propio equipo en contra. En esta edición de Tour de Francia, lideraba un equipo débil de la segunda categoría —luchando por ascender gracias a Quintana—, débil en el sentido de que no tiene compañeros del nivel para enfrentar una prueba de esta alcurnia, sin gregarios ni tenientes, vaya. Lo vimos luchando por sí mismo, sin equipo, en las fugas, jalando al pelotón alguna vez, para que luego, David Gaudu en la etapa 17 dijera que se «vengó de él» ganándole 5 segundos porque no le hizo relevos.

Lo mismo le pasó en Movistar, navegando contra la marea y sin apoyo en los últimos años en ese equipo, que lo pararon durante un Tour que tenía en las piernas —dicho por Alberto Contador, lo de las piernas— para que Valverde alcanzara a entrar en el podio, quedaron segundo y tercer; luego montaron esa fumada de formar el tridente con Valverde y Mikel Landa, y un tour no se gana con tres líderes que te quitan gregarios, a menos que seas Jumbo-Visma y los líderes trabajen para el que va arriba, cosa que le escatimaron a Nairo en el equipo español.

Se dijo antes del Tour que el Arkea-Samsic lo cortaría al final de la temporada, a media carrera, se rumoró que el UAE Team lo quería para ser gregario de Pogačar, al final, se rumora que el Arkea-Samsic lo quiere conservar para 2023, pues se lo ganó a piernas. Justicia poética, Movistar ahora lucha por mantenerse en la máxima categoría sin un líder contundente en sus filas, mientras Arkea-Samsic puede ascender con Quintana llevándolos a cuestas.

En fin, este era un Tour del que esperaba poco, tal vez esa falta de expectativas me hizo, igual que a mucha gente, disfrutarlo tanto y quedar tan sorprendido. Pero sin duda, fue una edición extraordinaria que eleva esta histórica carrera a uno de los mejores momentos de su larga existencia.