MONICA RICHARDS: Kindred (Danse Macabre 2013)

coverDecepción, posiblemente sea la palabra más repetida entre los que hemos tenido ocasión de escuchar Kindred (y comentarlo después, claro). Decepción pues todos (creo) habíamos quedado maravillados, imagino que en diferente grado pero bastante en cualquier caso, por el fantástico Naiades y por el magnífico Infrawarrior. Kindred se había gestado mediante crowdfunding y ya desde el primer momento prometía mucho: Edición muy cuidada que incluía dvd y un montón de fotos, digipack de gran formato… Musicalmente la Richards se decantaba por los aires electrónicos de la vieja escuela, además de incluir un montón de sonidos naturales procedentes de los distintos animales que viven en el refugio que ella misma construyó para ellos. Murciélagos, cigarras, ranas, diferentes clases de pájaros, aleteos y también el sonido del trueno y la lluvia. Es una especie de homenaje a todos los animales que han inspirado a Monica a lo largo de su vida. Para terminar de completar las buenas sensaciones presagiadas, la musa se ha rodeado de un gran número de colaboradores de probada solvencia, entre otros, Marzia Rangel, Steve Niles, Paul Mercer, Steve Willet, Carolina Jago, su gata Penélope (“toca” el pianoen el tema del mismo nombre)… todo apuntaba que Kindred sería un grandísimo disco. A la altura de los citados, si no más. Y tal vez lo sea. Tal vez se me escape algo y Kindred sea un trabajo al nivel de lo prometido, pero, lamentablemente, no me lo ha parecido. No porque esté en gran parte basado en la electrónica antedicha, es lo de menos. No porque las composiciones sean malas, no me atrevería a decir que lo son. Simplemente le falta “gancho”. Le falta eso que diferencia una canción normal de una obra maestra, eso que distingue una composición “decente” de una que realmente te impresione en cada escucha. Eso innombrable, que es como un regusto, como una sensación en la piel, no sé si me entendéis Llámalo punch, llámalo como te dé la gana, yo no sé ponerle nombre pero, eso sí, intentaré explicarme.

Kindred, decía, probablemente no sea un mal disco. Es un disco flojo (muy flojo) para el nivel habitual de la Richards, que podría parecer lo mismo pero no lo es. La sensación –escucha Fall, por ejemplo, o 50 Euro Boy- que deja es un poco como sucedía con The Burning Season (Faith and the Muse) las primeras veces que lo oías, un regusto a experimento fallido. Una general impresión de que se intentaba transmitir determinadas sensaciones y o bien se confunde la vía o bien se falla el objetivo. Kindred se abre con la pieza homónima, tal vez la más salvable de todo el CD, una de las pocas “reconocibles” con su voz etérea habitual (sin letra) y la percusión marcada. Una de las pocas que mantiene las expectativas creadas. Monica canta como nunca, es decir, como siempre. Eso es algo que evidentemente se repite en cada tema, la voz sí mantiene el nivel, no se ha perdido. El problema (de haberlo, que no lo tengo muy claro, a lo mejor es cosa mía) es musical. No porque esté mal interpretado, sino porque el estilo escogido, bastante plano, no hace justicia a lo que se espera de ella. Esa electrónica tranquilorra, ambiental, casi chill out de ese (destrozar Sparks no ayuda nada, ciertamente), no cuadra en absoluto con lo que esperas escuchar cuando te acercas a una artista de estas características. Lo que intenta ser crudo se queda en poco cocido, lo que pretende sonar desnudo, se queda falto de fuerza, los intentos de transmitir belleza, se quedan en eso, en intentos. De verdad que he intentado acercarme al álbum desde diferentes estados de ánimo, he intentado ver si ganaba con las escuchas, pero debo decir que, tras un montón de ellas, sigue sin llegarme, sigue sin tocarme el corazón o, por lo menos, sigue sin hacerlo como lo ha hecho esta artista tantas y tantas veces. Kindred es un disco correcto, sin nada que lo haga destacar. Un disco bien hecho, cuidado, bonito, pero sin “alma”. No transmite como otras veces. Y es una pena, una verdadera pena.