Correr a todas horas. Cuestionarlo todo. Vivir con una intensidad desmesurada. Protestar. Sonreír. Gritar. Refunfuñar. Llorar.
No hacer caso. Comer como si se acabara el mundo. Aprender día a día un montón de cosas con una sonrisa de oreja a oreja. Crear música con los cubiertos de la mesa. Hacer burbujas con la pajita. Reirse por todo. Adorar los palos. Y por supuesto, la arena. Querer ver dibujos siempre. Invitar a todos los amigos a casa cada tarde al salir del cole. Ir descalzo.
Fijarse en cualquier detalle del entorno y que sea precioso. Protestar por el desayuno. Recordar cosas que tú habías olvidado. Pelearse con el hermano. Explorar, explorar y explorar. Tener ocurrencias divertidas no, lo siguiente. Protestar por la comida. Insistir en ver «Stranger Things» aún cagarse de miedo cada noche con cualquier ruido. Tocarlo todo, ponga o no «no tocar» en la tienda. Protestar por la merienda. En ocasiones creer que el mundo adulto no te entiende y aún así, admirarlo y querer aprender de él. Protestar por la cena. Hacer el 360 paseando por la calle.
Pasarse horas mezclando los Legos. Querer vivir en el parque. Explicar emocionado la última aventura que ya le gustaría vivir a Indiana Jones. No ser rencoroso. Soñar despierto a todas horas. Interrumpir conversaciones de adultos. Comerse 2 helados seguidos. Ser feliz mientras algunos adultos siguen buscando la felicidad. Amar.
Amarte incondicionalmente.
Ser niño es todo esto y más.
Y no acatar ordenes. Y no que todos los adultos del mundo repitan tu nombre cada 5m. Y no ser menos que el resto del mundo por ser…un niño.
Algo así como el último mono en este extraño y maravilloso mundo.
TÚ también has sido niño. Es más, es muy probable que si lo buscas, aún esté por ahí dentro haciendo pedorretas en la piscina del camping. 😊
Uuuau. Fantàstic. Així de cert.
Gràcies. Comparteixo.
Una abraçada