7 de febrero, 2010. Domingo
Salgo del cine y la angustia me colma. Ese maldito nudo en el estómago que revienta la mínima esperanza que quiere acceder hasta la boca. Reconocible.
Perseguir el sur, y ser perseguido.
Un padre y su hijo; el duelo entre la bendita candidez y el Conocimiento: escenas que duelen de tanto amor que no reconforta.
Id al cine, y reconoceréis en «The Road» el mundo que habitamos.
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