Cuando el corazón es grande

Para mi hasta ayer mismo, el corazón era el órgano principal del sistema circulatorio, un órgano musculoso y cónico situado en la cavidad torácica que funcionaba como una bomba, impulsando la sangre a todo el cuerpo y que su tamaño era un poco mayor que el puño de su portador.

Pero justamente ayer, mientras practicaba la introspección científica dura y pura, alguien me aclara que su tamaño puede llegar a tener el de la puerta de Alcalá.

Aquella afirmación dejo me sin palabras, aunque no por ello me dejó del todo indiferente, perpleja, asombrada o engañada. Solo me dejó con una sensación de empobrecimiento que me dio miedo. Por unos instantes quedé desnuda de cuerpo y alma, aunque casi instantáneamente reaccioné y empecé a pensar lo que aquella afirmación significaba.

Día y noche dí vuelta a la premisa y lo único que me venía a la cabeza, era el pensamiento sobre el corazón visto como algo metafórico, tomado el nombre como sinónimo de alma para unos, como principio o entidad inmaterial e invisible que poseen los seres vivos o como psique, para todos aquellos exentos de materias religiosas.

Y seguí pensando, y dejé en claro, que fuera de ser considerado éste como visible o invisible, era algo interesante de analizar como parte fundamental en el comportamiento del ser humano.

Y se me vino a la cabeza que todos nacemos con él. Y también pasó por mi cabeza la idea de su moldeabilidad. Y acabaron asaltándome las dudas. Aquellas dudas que a eruditos han tenido en jaque durante los tiempos de los tiempos.

Y esa idea me frenó, no puedo negar que cuanto menos me hizo ralentizar un poco mis divagaciones. Paré y pensé que si los sabios más importantes estudiosos a lo largo de los siglos, no habían sido capaces de unificar su opinión, ¿quien era yo para entrar en el intento de desgranar el misterio?

Pero yo contaba con algo importante a mi favor, mi ego navegaba a toda vela, henchido de optimismo, casi en vuelo libre rompiendo el cielo.

Y de golpe, no sé porqué, (quizá porque la batería del portátil me había dejado en pana), había vuelto a la realidad, a mi realidad, a aquella que me hace analizar constantemente el comportamiento de todo cristiano que osa atravesarme (bueno, atravesarme no osa nadie, por lo menos consiguiéndolo) y esa impermeabilidad fue la que desató una batería de dudas que por unos instantes me hizo perder el norte.

¿Porqué hay personas que siempre intentan que todos aquellos que les rodean sean felices?

¿Qué lleva al ser humano a un altruismo desinteresado? (¿desinteresado?,si Mechas si, que tu no lo entiendes, aunque en el fondo lo practicas, porque más en el fondo, al fin y al cabo, eres igual que ellos).

Y todo esto, como siempre, me llevó a dos conclusiones, las dos válidas:

  1. Hay personas que nacen buenas.
  2. Hay personas que en un momento de su vida lo han pasado tan mal que no pueden soportar, que los rompe, el hecho de no poder ayudar a aquellas almas atormentadas, aquellas que no consiguen ese equilibrio que desea todo ser humano.

Y luego seguí pensando y volví a decantarme en dos respuestas:

  1. Que quizás tenía razón él.
  2. Que puede ser, la tenía yo.

Acerca de Mechas Poval

Lamari Poval, Escritora salouense nacida en Barcelona. Multifacética en aficiones y destrezas, bloguera desde el año 2006. Aunque el oficio con el cual uno llena su despensa no sea el de escribir, si uno se levanta por la mañana pensando en escribir y es feliz cuando escribe, es escritor. Actualmente expone sus creaciones en "El racó de Mechas", de Mechas Poval y "Con un par" de Lamari Pujol. Publicaciones: UN RELATO PARA OSCAR, 2012, ed. Puntorojo MI HERMANO KEVIN,2013,ed.Vivelibro CUANDO LA MARACA SUENA,2014,ed,Amazon kindle CRÍMENES DE ASFALTO, TIERRA Y MAR, 2019, ed Vivelibro
Esta entrada fue publicada en ENSAYO DE A PIE. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario