Por Horacio Ricardo Silva
Toda fecha es una convención; y como tal es válida para reafirmar, año tras año, el compromiso de ejercer el oficio periodístico en beneficio de los desheredados de la tierra, de los parias de la sociedad, de los despojados al derecho de tener voz.
El 7 de junio de 1810, Día del Periodista, es la fecha en la cual Mariano Moreno fundó la Gazeta de Buenos Ayres, Argentina, periódico destinado a consolidar la naciente Revolución de Mayo, aún en peligro de ser ahogada en la cuna por la reacción de los godos y del papa Pío VII.
Este noble propósito se ve desvirtuado cada año por los periodistas de profesión liberal, aquellos que ponen su capacidad intelectual al servicio de ricos y poderosos; y a quienes un olvidado payador criollo —Martín Castro— dedicó estas coplas:
Poetas, periodistas, esclavos de la pluma,
que viven sometidos a la negra migaja,
y que mojan la pluma en la bota del amo
y escriben con la sangre del rebelde y del paria.
En lo personal, el autor de estas líneas preferiría saludar a sus colegas en otra fecha, muy lejana de la que celebran los “esclavos de la pluma” como Mariano Grondona; un día que recordara a Rodolfo Jorge Walsh, pionero del género de no-ficción, aquel que enseñara con su propia sangre los alcances de ejercer este «violento oficio de escribir», como herramienta para la liberación social.
Una fecha que se llamara «Día del Oficio Periodístico», y que recordara su nacimiento —9 de enero de 1927—, o mejor aún: la publicación del primer artículo de la serie «Operación Masacre» en el periódico Revolución Nacional, el 15 de enero de 1957.
Pero retomando lo expresado más arriba, y haciendo abstracción de estos deseos y consideraciones, la convención es válida para saludar a cada colega del oficio, en la reafirmación anual de su compromiso con la sociedad.
Compañeras y compañeros: ¡Salud!
7 de junio de 2011.
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