Siempre hablamos de lo que una novela nos cuenta, pero esta vez, para terminar nuestros comentarios sobre La mala costumbre vamos a hablar de lo que no se dice, lo que dice el silencio. Esas cosas que callamos y que condicionan nuestra vida y la de los demás.
-Porque vivir en un armario, la simple expresión de salir de armario o no, implica eso. SILENCIO.
-Mujeres que viven a su manera, que envejecen a su manera, que llevan la vida marcada en la cara, bien visible esta y a las que se suele cubrir con el manto del patetismo y la burla porque se las teme. Para ellas solo queda el SILENCIO.
-Hombres que durante años maltrataron a su esposa e hijos, con el conocimiento de toda la vecindad. Esos hombres no eran aceptados en sociedad, no participaban en las cañas de los domingos, pero se argumentaba que los problemas de un matrimonio se arreglan en casa y como ayuda a esa mujer y a esos hijos estaba el SILENCIO.
-Ante situaciones como estas, las mujeres cubren sus caras, esconden su miedo entre cuatro paredes, disimulan ante las vecinas y se cubren con un manto de SILENCIO.
-La figura de la madre, esas madres que todo lo ven, que rápido observan un destello para descubrir que su hijo es diferente y trazan un plan sutilísimo para acallarlo. SILENCIO.
–Lo primero que una niña trans aprende cuando el entorno es hostil a su causa, antes incluso de saber que lo es, cuando todo son intuiciones, es a controlar la ilusión, o a fingirla. SILENCIO.
–Los adultos discutían con toda normalidad si era peor tener un hijo drogadicto o maricón. Si te tocaba el segundo como ayuda le daban SILENCIO.
-Margarita era una punzada de realidad llamando a la puerta. Una confirmación de lo que no quería ver ni saber…., algo a lo que se enfrentaba en SILENCIO.
–Esas conversaciones ajenas, las que se supone que una no está escuchando, las que me convencieron de que era un ser torcido que debía ocultarse. SILENCIO
–Como si ser una mujer trans molestase por defecto y tuviera que ir rebajando esa molestia con acciones como estar callada, ser más amable que los demás y no responder a los gestos desagradables. SILENCIO
–Nadie debería crecer pensando que, haga lo que haga, acabará por equivocarse de una manera fatal. Los sentimientos de tantos niños que necesitaban ayuda para entender, para crecer, para respetarse y quererse, tenía como respuesta el SILENCIO.
-Difícil entender por qué la diversión de unos, pasa por la humillación de otros y más difícil entender cómo el que lo ve, pero no le afecta, responde con SILENCIO.
-Durante años se aplicó con rigor la ley de Peligrosidad Social. Si era justa o injusta, se hablaba no se comentaba, esas cosas no se podían debatir. SILENCIO.
–Nunca tuvimos mejores oportunidades para conversar. Pero no pudo ser. SILENCIO.
Y es precisamente por eso, por esos silencios injustos, que consideramos la obra de Alana Portero como un gran libro que te invita a la reflexión, a ver las injusticias, a respetar y conocer al diferente, a entender que la realidad de uno mismo no es la que otros ojos ven, que nuestra verdad no es la única y que el mundo está formado por personas múltiples y diferentes, que todos sumamos y todos tenemos cabida.
Gracias a Alana Portero por hablar en primera persona lo que muchos no han podido expresar, por romper esos SILENCIOS, porque como La mala Costumbre nos dice:
“El mundo interior está bien; pero no poder compartir ese mundo interior, se convierte en un pozo. La soledad es entonces absoluta.”
Eso es con lo que nos quedamos de esta obra, con ese granito de arena que ha puesto su autora, para que cada vez sean menos los que tengan que sufrir y callar por ser diferentes. SILENCIO sí, pero no para sufrir, para disfrutar.
¡Nos leemos!