Cosas pequeñas

Esto no es un ensayo; lo que voy a hacer, sí

Por Anayansi Zozaya

Nosotros nos estamos ensayando siempre. Es nuestra condición. Nunca somos realmente expertos en algo tan complejo como nosotros mismos. Siempre nos estamos probando, aunque sepamos que la gran obra con el gran público nunca se realizará. Siempre preparándonos para ese momento que no ocurrirá. El momento es el ensayo mismo. Quizás la vida puede mirarse como una serie de ensayos perpetuos. Hasta el gran final, que se estrenará sin nosotros.

Podemos experimentar (debemos experimentar). Y si yo fuera lo que creo que no soy, ¿qué haría? Y si estuviera en un paisaje completamente ajeno, hostil a mí, ¿quién sería? ¿De qué estoy hecha? ¿Qué se mantiene intacto bajo cualquier condición? ¿Qué cambiaría? ¿Qué me es insoportable? ¿Qué me aterroriza? ¿Qué soy capaz de hacer? ¿Qué me importa al grado de arriesgar mi vida? ¿Qué me calma? ¿Qué y cómo me transformo? ¿Quién quiero ser? ¿Qué quiero ser?

Estas preguntas me surgieron un domingo por la tarde y no conocía ninguna de las respuestas. Pero encontré una forma de responderlas. O, al menos, investigarlas. Decidí que, para probar qué soy realmente, debía ir lejos, debía estar sola y tenía que hacer algo que amara con todas mis fuerzas y por lo que, confieso, daría mi vida.

Así fue como decidí enviar una solicitud a una asociación africana que se dedica a la protección de los animales salvajes en peligro de extinción. Había varias opciones. Pero una llamó mi atención más que todas y me decidí por esa: ser madre. Cuidar uno de esos seres frágiles y colmados de inocencia que han quedado huérfanos por ese empeño de algunos humanos aborrecibles y aborrecidos que cazan por pura diversión.

Y llegó el momento. Hoy voy hacia Namibia. Emocionada y asustada. La emoción viene del alma. Quiero que aunque sea uno, aunque la ayuda sea mínima, haya alguien que al ir comenzando una vida, que se le ha presentado adversa, sienta (sepa) que una mujer ha venido de muy lejos, con un solo propósito: protegerlo, abrazarlo, cuidarlo, hacer lo que una madre debe hacer.

Algunos no comprenden. ¿Por qué hasta allá? Y aunque no me gustan las explicaciones (porque finalmente, cómo va a saber uno con certeza por qué hace lo que hace) creo que ahí, donde empezó todo, de donde venimos los seres humanos, se está terminando todo. El mundo parece estar muy ocupado con las cosas importantes: la economía, el dinero, los placeres fáciles y bobos, el poder (de risa loca), las guerras.

¿Y ese continente? ¿Su pobreza? ¿Sus enfermedades? ¿El racismo? ¿Los saqueos? ¿Los abusos? ¿La indiferencia? ¿La rabia? ¿Las carencias? ¿Su belleza?

¿Los animales? ¡Por dios! ¡Los animales!

¿Safaris de cacería por diversión? ¿Fotografías de gente vulgar y francamente estúpida sonriendo sobre el cadáver de un ser que no tiene malicia en su alma?

Y yo, sentada en una oficina haciendo, vamos a ser francos, nada. Viendo, desde la comodidad de la computadora cómo se cae el mundo a pedazos. Y hay de pedazos a pedazos. O hay pedazos que duelen mucho más.

¿No vamos a hacer nada? ¿Nos vamos a quedar mirando la hecatombe y después iremos a dormir plácidamente? ¿Y volveremos al día siguiente al trabajo como si todo muy bien? ¿Eso somos? ¿No vamos a ensayar otra cosa?

Por lo pronto he probado renunciar a mi trabajo. Y probaré el miedo inmenso de viajar tantas horas en avión. Y el pánico a estar muy sola. Y el dolor de extrañar a quien es entrañable. Y soportar la tortura de no tener certeza (nunca se tiene) de qué va a suceder después.

¿Quién voy a ser? No sé. Es un ensayo. Es una prueba, una probada de lo que hasta ahora no he sido o no he podido. Es demostrarme que puede (y debe) renunciarse a la comodidad del alma. Es un probarme que existe la posibilidad de regalar esperanza (y, en una de ésas, hasta vida) a quien pareciera poquita cosa.

Es detenerme y decir: “Tú no querías ser eso”. Sé lo que querías. Sé lo que no has podido. Voy a intentarlo.

4 Comments

  1. Gloria y Cristina: gracias por sus palabras y por esas fuerzas que me dan. Escribo y mando todas las experiencias. Los sentimientos, que caray, me los quedo. Gracias!

    Me gusta

  2. Maravilloso y conmovedor tu escrito y admirable tu decisión. Creo que se requiere mucho valor para enfrentar nuestros miedos. Es más fácil y cómodo quejarnos de lo inhumano que es el mundo que nos rodea y echarle la culpa de la propia infelicidad. Me parece que el Amor, es justamente el camino para saber que no todo está perdido con los seres humanos. Te deseo que encuentres, en ese camino que eliges, la respuesta a las preguntas que planteas y a otras que seguramente irán surgiendo. ¡Felicidades para ti y para los animales que protejas!

    Me gusta

  3. ¡Toda mi admiración para ti y mucha, muchísima suerte en esta hermosa aventura! La experiencia que se adquiere a través del amar y proteger a seres «invisibles» y «sin importancia», para la mayoría de los humanos, es una experiencia tan fuerte e importante que marcará toda tu vida. Y claro que será difícil controlar el apego a esos pequeñitos cuando tengas que dejarlos, llorarás, ¡y ellos también! pero el lazo amoroso que crearon nunca se romperá, al menos para ti, y creo (lo siento) que tampoco para ellos.¡Qué maravilla! ¡Muchas felicidades por tan valiente decisión! Y no olvides escribirnos al respecto. : )

    Me gusta

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.