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«No creo en un Dios Católico»

Virgen de Guadalupe

Corazón de Jesús

El Gran Milagro

Infiltración en la Iglesia

El Reino de la Paz

catalinadesena

Jesús es la Verdad. Y ha puesto Su Iglesia como la única verdadera, como la única infalible, que no se equivoca, que no miente.

La Iglesia es Católica por ser la Verdad, por tener toda la Verdad.

La catolicidad significa ser para todos. La Verdad es para todos. La Verdad no es para un grupo exclusivo de hombres. La Verdad no es para una comunidad de hombres. Es para todos.

Pero este para todos no significa para todos los hombres o para todo el mundo. La Verdad no es para todo el mundo, porque la Verdad no está en todo el mundo, no está en el mundo, no está en ningún hombre, no está en todos los hombres.

Jesús es la Verdad. Lo demás no es la Verdad.

«¿Quieres saber, Catalina, quién eres tú y quién soy Yo? Pues tú eres la que no eres y Yo soy el que soy”« (Diálogo, cap. XVIII)

El gran pecado de la Iglesia es no reconocer esta verdad: somos nada. No tenemos la verdad, no entendemos la verdad, no llegamos a la verdad, no buscamos la verdad.

Y porque la Iglesia, en sus consagrados, se ha creído la dueña de la Verdad, entonces viene el desastre en toda la Iglesia.

Los consagrados en la Iglesia no tienen la Verdad. Sólo Jesús es el Dueño de la Verdad, no los consagrados. Los consagrados sirven a la Verdad, pero no dominan la Verdad.

Como falta esta humildad en la Iglesia, como los sacerdotes no son humildes, como los Obispos no son humildes, como los fieles no son humildes, entonces se ponen a luchar en la Iglesia por sus verdades, pero no por la Verdad.

Es lo que vemos en este momento y en la historia de la Iglesia, que es sólo el fruto de lo que es el hombre: soberbio, que se cree en posesión de la Verdad.

La Iglesia no se hace siguiendo a nadie en Ella, ni siquiera al Papa. La Iglesia se hace siguiendo al Espíritu de la Verdad, que nunca miente, que siempre da al hombre el camino de la Verdad, camino distinto a lo que el hombre busca con su entendimiento humano.

La Verdad, en la Iglesia, la Verdad de lo que ha pasado en la Iglesia desde Juan XXIII a Francisco, la tiene el Espíritu de la Verdad. Y hay que acudir a ese Espíritu para no salir de la Verdad, que es la Iglesia que Jesús ha fundado, para no interpretar lo que ha sucedido con las verdades de los hombres.

Muchos, al interpretar todo lo que ha pasado en los últimos setenta años en la Iglesia con su cabeza, yerran siempre, porque la mente humana no alcanza toda la Verdad.

Para seguir siendo Iglesia con unos Papas que han permitido tantas cosas en la Iglesia, hay que dejarse enseñar por el Espíritu de la Verdad, que es el que da la interpretación a todo eso que el hombre no comprende con su razón.

Y el problema de todos los hombres y, sobre todo, de las almas que ya tienen una vida espiritual, es creerse que ya lo saben todo en la Iglesia, y comienzan a juzgar cada cosa de la Iglesia, y se equivocan en todo su juicio.

Nadie es dueño de la Verdad, sino que todos los hombres tenemos que servir a la Verdad. Es decir, dar la Verdad como está en Jesús, como es Jesús, como la obró Jesús.

Este servicio es lo que más cuesta en la vida espiritual, porque no se sirve a Cristo con la cabeza humana, con los pensamientos humanos, con las razones humanas, con los planes humanos, con la vida humana, con las obras humanas, con la voluntad del hombre. Se sirve a Cristo despojándose del hombre viejo, que es el hombre lleno de sus pensamientos soberbios en su mente.

Como no se sigue la Verdad, entonces el hombre sigue sus verdades que encuentra en su razón. Y eso se opone a la Fe.

La Fe es seguir la Verdad. La Fe no es seguir a la razón humana, aunque dé palabras bellas, bonitos discursos, planteamientos correctos sobre la Verdad.

La Verdad es la Palabra del Hijo. No es la palabra de los hombres. La Verdad es lo que Es. Y nadie tiene derecho a decir sus palabras, a explicar esa Verdad con sus palabras humanas, a obrar esa Verdad con sus obras humanas.

Para decir la Verdad con las palabras humanas, hay que seguir el Pensamiento del Espíritu, la inteligencia que da el Espíritu al alma. Y sólo así el hombre, cuando habla, no se equivoca.

Pero quien sigue su razón, y ya no sigue al Espíritu, siempre se va a equivocar en lo que diga, porque nace de su pensamiento, no nace de la Verdad.

Este es el problema del hombre: su soberbia. Y, por su soberbia, el hombre sigue su pensamiento y no es capaz de seguir al Espíritu en lo que razona y en lo que obra en la Iglesia.

Por eso, se ven en la Iglesia tantas barbaridades de tantos sacerdotes, Obispos y fieles, porque cada uno quiere poner su verdad, la que con su entendimiento humano ha buscado y encontrado, y -claro- ya no se pone la Verdad, ya no se predica la Verdad, ya no se enseña la Verdad, ya no se obra la Verdad.

Jesús es la Verdad. Y la Iglesia de Jesús es Aquella que permanece Fiel a la Verdad. Y, entonces, esa Iglesia es Infalible, esa Iglesia es la Católica.

Francisco, al derrumbar el Papado con su gobierno horizontal, se ha cargado la Catolicidad de la Iglesia. Grave daño el de ese idiota.

En este momento, la Iglesia no es Católica, porque no existe el Papa. Existe uno vestido de Papa con un gobierno horizontal. Eso no es la Iglesia Católica, esa no es la Verdad que Jesús ha enseñado a Su Iglesia.

Quien quiera ahora encontrar la Verdad en la Iglesia, no la puede encontrar en ninguna iglesia, porque todas les falta algo para tener la Verdad. La nueva iglesia que se ha inventado Francisco no tiene el gobierno vertical, no tiene el Papado, no tiene el Poder de Dios en el vértice de la Iglesia. Y, por eso, esa nueva iglesia ya no es católica.

El problema es que Francisco permanece en la Iglesia que Jesús ha fundado y no permite poner el Papado. Y, entonces, ya no se da la Catolicidad en ninguna parte, en ninguna iglesia, porque la verdad se ha transformado para que sea de todos los hombres, para que sea de todo el mundo, para que en el mundo esté la verdad como está en la nueva iglesia de Francisco. Esta es la herejía de Francisco al decir: «No creo en un Dios católico». Ha destrozado la Catolicidad de la Iglesia. Y esto es un gran desastre para la Vida de la Iglesia.

Francisco cree en Dios, pero no en un Dios católico. Es decir, no cree en un Dios para todos, sino que cree en un Dios que todos pueden tener, acudiendo a su pensamiento humano o a las circunstancias de su vida. Todos creen en Dios de alguna manera. Así es como Francisco cree en Dios: según su manera de ver a Dios, según su pensamiento de Dios, según su filosofía de Dios. Y, por tanto, Francisco no cree en Dios. Porque la Fe es aceptar lo que Dios Es. Y no otra cosa. Cuando se piensa sobre Dios, sólo se piensa, pero no se tiene Fe. Cuando se piensa sobre Dios apoyado en el Espíritu Divino, entonces se piensa con la Fe, se obra lo que se piensa, se ama en ese pensamiento que lo lleva el Espíritu en el alma del que cree.

Francisco no cree en Dios. Sólo dice con sus palabras que cree en Dios. Y añade: no creo en el Dios Católico.

Porque Francisco no cree en Dios, sino que cree en su pensamiento humano sobre Dios, entonces tiene que rechazar el pensamiento de Dios en la Iglesia Católica. Por eso, dice esa barbaridad.

Quien rechaza el pensamiento de Dios en la Iglesia Católica, se está oponiendo a toda la Revelación sobre Dios: se opone al Misterio de la Stma. Trinidad y al Misterio de la Esencia Divina.

Francisco, con su boca, dice que cree en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Eso es fácil decirlo con la boca. Eso es lo que ha aprendido en la Teología. Pero la Fe no está en lo que uno aprende, ni en el Catecismo, ni en la Teología.

La Fe es aceptar esa Palabra de Dios que dice al alma que hay Tres Personas en Dios y que la Esencia de Dios es una. Esto es lo que no acepta Francisco. Y, entonces, no puede creen en el Dios Católico.

Pero la razón de que no cree en el Dios Católico no es tanto un argumento filosófico, sino práctico. Como la Iglesia no se ocupa del bien material de los hombres, como no resuelve los problemas económicos de los demás, como no da trabajo al que no tiene, entonces no puede comprender el Dios Católico. Él comprende su idea de Dios. Y en esa idea, Jesús es amor y hay que amar la carne de Jesús, que son los pobres, y hay que dedicarse a los pobres porque el Padre los ama en su corazón.

Esta doctrina de Francisco es seguida en la nueva iglesia que ha creado al poner su gobierno horizontal. Y nadie ha dicho esta boca es mía. Nadie se ha opuesto a esta gran herejía, sino que lo siguen todos.

Francisco, al decir, que no cree en un Dios católico ha borrado la Catolicidad en la Iglesia, de un plumazo. Por supuesto, que él con su boca sigue diciendo que es el Papa de los Católicos. Porque con la boca se dicen muchas tonterías que todo el mundo las acoge y nadie sabe discernirlas como son.

No existe la Iglesia Católica con el gobierno horizontal. No puede darse, aunque todo el mundo use la palabra católico para su interés personal.

Porque si no se está unido al Espíritu de Cristo, entonces no se hace la Iglesia Católica, por más gobierno horizontal que haya.

Dentro de poco la Silla de Pedro estará vacía. Y eso significa que quien se siente en Ella se sienta para gobernar otra iglesia, para enseñar otras verdades distintas a Cristo, para obrar otras obras que no nacen de la Fe en Cristo. Todavía la Silla permanece intacta. Se ha empezado a quitar prerrogativas al Papado. Cuando comiencen con las esenciales al Papado, entonces la Silla de Pedro estará vacía, que es distinta a estar vacante.

La Iglesia de Jesús tiene un Papa verdadero: Benedicto XVI. La Silla de Pedro no está vacante. Se la han robado a Benedicto XVI. Y, aunque los hombres despojen a la Silla de Pedro y la dejan vacía de todo lo sagrado y divino, mientras viva Benedicto XVI, la Silla no estará vacante. Si muere, entonces habrá que elegir a otro Papa, para que la Silla sea ocupada por la Verdad.

Glosario

Misa espiritual

Benedictus PP. XVI

Allí donde está Pedro, allí está la Iglesia, allí se encuentra a Dios

Allí donde está Pedro, allí está la Iglesia, allí se encuentra a Dios

Santuario de Fátima

Fátima en directo

Jesús, en Vos confío