El caballo de Turín

Parece que por fin se deciden a estrenar por aquí “The Turin horse” (El caballo de Turín), del director Béla Tarr (veremos lo que dura). El minoritario autor húngaro, se caracteriza precisamente por utilizar un lenguaje diametralmente opuesto al cine comercial. Supongo que consciente del limitado alcance de su propuesta.

No es fácil ni hacer, ni comprender un discurso que pretende expresar directamente, no tanto una forma de pensar, como sí, una forma de sentir. El lenguaje empleado, por tanto, no puede ser intelectual, debe limitarse a lo emocional. Y quizás esto sea patrimonio exclusivo del arte.

En lo que últimamente se le llama “cine contemplativo”, –largas escenas, fotografía dura, desarrollo lento, (popularmente, cine aburrido)–, el riesgo de dejar dormidos a toda una sala de exhibición es alto. Y supongo que Béla Tarr lo logrará en multitud de ocasiones.

En la magnífica “El caballo de Turín”, como digo, trasmite más un estado de ánimo, que una historia convencional. La localización, la época elegida, los personajes, incluso el estilo cinematográfico, resultan anecdóticos, solo están al servicio de la comunicación de un sentimiento. No hay apenas diálogos, no porque sea muda, sino porque no tienen nada que decirse. Una magistral puesta en escena es suficiente.

El pesimismo, la insignificancia de la vida, o la intrascendencia de un fin del mundo, nos llega directamente desde la contemplación de las durísimas imágenes. Solamente en una breve escena, mediado el film, Tarr nos deja algún apunte de su posicionamiento político-social, y motivo de su depresiva visión de la existencia. Lo demás deberemos verlo y sentirlo los espectadores.

El propio director, parece que ha manifestado, que ésta sería su última película. Así parece, un canto a la muerte tan profundo, debe ser difícil darle continuidad.

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7 respuestas a “El caballo de Turín

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