Semanario FIDES

EL DECANO DE LA PRENSA NACIONAL

“No lo dicen abiertamente, pero se desecha a los ancianos”

El número de los ancianos se ha multiplicado, expresó,  pero nuestras sociedades no se han organizado lo bastante para hacerles sitio.

El número de los ancianos se ha multiplicado, expresó, pero nuestras sociedades no se han organizado lo bastante para hacerles sitio.

En una civilización que no hay sitio para los ancianos, son descartados porque crean problemas, esta sociedad lleva consigo el virus de la muerte.Ciudad del Vaticano (AICA): “Aunque no se diga abiertamente, a los ancianos se los desecha. Y muchas personas mayores viven con angustia esta situación de desvalimiento y abandono. Una sociedad sin proximidad, donde la gratitud y el afecto sin contrapartidas van desapareciendo, es una sociedad perversa”, advirtió el papa Francisco en su catequesis durante la audiencia general de los miércoles. “Tengamos bien presente que donde los ancianos no son respetados, los jóvenes no tienen futuro”, subrayó. Precisó  que “gracias a los avances de la medicina, la vida del hombre se ha prolongado, pero nuestras sociedades, a menudo basadas en el criterio de la eficacia, no se han alargado el corazón a esta realidad”.
“La cultura del descarte -advirtió- considera a los mayores un lastre, un peso, pues no sólo no producen, sino que además constituyen una carga y, aunque no se diga abiertamente, a los ancianos se los desecha. Y muchas personas mayores viven con angustia esta situación de desvalimiento y abandono. Una sociedad sin proximidad, donde la gratitud y el afecto sin contrapartidas van desapareciendo, es una sociedad perversa”.
Recordó que “la tradición de la Iglesia siempre ha valorado a los ancianos y ha dedicado un cuidado especial a esa etapa final de la vida. Por eso mismo, no puede tolerar una mentalidad distante, indiferente y, menos aún, de desprecio a los mayores, y pretende despertar el sentido colectivo de gratitud y acogida, para que los ancianos lleguen a ser parte viva de la sociedad”.
Tras señalar que los jóvenes de hoy serán los ancianos de mañana, y alertó: “Tengamos bien presente que donde los ancianos no son respetados, los jóvenes no tienen futuro”.
El número de los ancianos se ha multiplicado, expresó,  pero nuestras sociedades no se han organizado lo bastante para hacerles sitio, con justo respeto y concreta consideración para su fragilidad y dignidad.

Mientras somos jóvenes, se nos induce a ignorar la vejez, como si fuera una enfermedad de la que estar lejos; cuando después nos hacemos ancianos, especialmente si somos pobres, estamos enfermos o solos, experimentamos las lagunas de una sociedad programada en la eficiencia, que consecuentemente ignora a los ancianos. Y los ancianos son una riqueza, no se pueden ignorar.
En una civilización, ¿hay atención al anciano? ¿Hay sitio para el anciano? Esta civilización irá adelante porque sabe respetar la sabiduría de los ancianos. En una civilización que no hay sitio para los ancianos, son descartados porque crean problemas, esta sociedad lleva consigo el virus de la muerte.
En Occidente, los estudiosos presentan el siglo actual como el siglo del envejecimiento: los hijos disminuyen, los ancianos aumentan. Este desequilibrio nos interpela, es más, es un gran desafío para la sociedad contemporánea. Incluso una cierta cultura del lucro insiste en el hacer aparecer a los ancianos como un peso, un “lastre”, puntualizó el Papa.

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Esta entrada fue publicada el 6 marzo 2015 por en Desde el Vaticano.