La sala de estar de la casa de los Rosier en Londres estaba llena de helechos y otras plantas por el estilo, y tenía también una jaula con un par de canarios; a veces, cuando uno entraba, entre el verdor de las plantas y el canto de las aves, tenía la sensación por un breve instante de hallarse en un jardín. El ruido que producían los canarios y la respiración del hermano de Valerie y de Lysander Scamander eran los únicos sonidos que se escuchaban en la habitación. Los dos jóvenes habían acabado de almorzar, y estaban tendidos en el sofá, a punto de dormirse; Lysander ya tenía los ojos cerrados, mientras que Louis se deleitaba viendo el cabello de su novio a la luz del sol.
Aquel momento encantador fue interrumpido por el timbre sonando. Lysander abrió los ojos y miró a Louis.
—¿Esperabas a alguien?
—No —respondió su pareja—. Mis padres siguen en Francia y no han dicho que vayan a regresar.
—¿Vas a ir a atender? —dijo Lysander, inquieto.
—Sí, pero no te preocupes. No dejaré que me pase lo mismo que al pobre Livius —dijo Louis, sacando su varita. Lysander lo imitó.
El joven mago se dirigió a la puerta principal.
—¿Quién es?
—Soy yo, Louis —dijo una voz femenina.
—¿Valerie?
—Sí —la voz sonaba cansada.
—¿Cómo se llamaba el gatito que tuve cuando tenía cinco años? —preguntó Louis Rosier.
Luego de unos segundos de silencio, la chica respondió.
—Zanahoria. Le pusiste así porque tenía el pelo anaranjado. Yo te dije que era mejor ponerle un nombre más majestuoso, pero tú insististe.
Sonriendo, aunque conservando la varita en su mano, Louis abrió la puerta. No obstante, su sonrisa murió en sus labios al ver a su hermana, tiritando bajo el frío otoñal, vestida apenas con un camisón.
—¿Qué pasó? —exclamó el muchacho, haciéndola entrar a la casa rápidamente—. ¿Ocurrió algo en Grimmauld Place? ¿Albus está bien?
—Oh, está bien, está más que bien, ahora se ha librado de mí —dijo Valerie, y comenzó a reír a carcajadas.
—¿Qué quieres decir? —dijo Louis. Lysander había utilizado ya un Accio para traer una frazada desde el primer piso, y se la tendió a Valerie, quien se envolvió para entrar en calor—. Valerie, ¿qué ha ocurrido?
—Lo dejé —dijo ella—. Lo he abandonado. Me fui del número doce de Grimmauld Place con lo que tenía puesto al momento de recibir la carta.
—¿Qué carta?
—No era una carta, en realidad. Era un sobre con fotos.
—¿Fotos… de Albus?
—Sí, de él y de una chica rubia. Una muggle.
—¿Cómo sabes eso?
—¿Que es una muggle? Pues porque la conocí.
—¿Él te la presentó? —preguntó Louis con incredulidad.
—No, la conocí por casualidad. Estaba buscando un regalo para Al, fui a una tienda muggle y nos pusimos a charlar. Vivía a poca distancia de la tienda, y me señaló su casa. Por eso cuando vi las fotos me di cuenta de quién era.
Louis permaneció en silencio por unos momentos, mientras Lysander y él conducían a Valerie a la sala de estar. Lysander encendió el fuego de la chimenea para que Valerie se calentara un poco. Louis, por su parte, reflexionó sobre lo que acababa de escuchar. Valerie ya no discriminaba a los hijos de muggles, como cuando era más joven, pero seguía teniendo ciertos prejuicios. El hecho de que su novio la estuviera engañando con una muggle en vez de con otra bruja debía haberle resultado particularmente humillante. No le extrañaba que su reacción hubiera sido tan extrema.
El más joven de los Rosier se sentó al lado de su hermana, sin saber qué hacer. Se suponía que cuando el novio de una chica la engañaba, su hermano debía al menos amenazar con darle una paliza. Recordaba a Hugo dándole a entender que si su hermana Rose salía lastimada de su relación con Scorpius, él y sus primos Fred y James lo castigarían de alguna manera. Claro que el pobre Hugo había muerto antes que el noviazgo de Scor y Rose terminara, y el motivo de su ruptura fue mucho más complejo que una infidelidad. Pero en este caso, ¿qué podía hacer él? Albus había engañado a su hermana… pero Louis no podía vengar esa afrenta en la persona de Albus sin meterse con el Hacedor de Reyes. Era la primera vez que se ponía a pensar en esa dualidad. Albus Potter era su amigo, con él podía enojarse, divertirse y razonar. El Hacedor de Reyes era su líder, y a él solo podía darle consejos y recibir órdenes. Si Louis hacía algo para manifestarle su aversión, Albus podía tomar represalias; no era probable que lo matara, pero sí podía hacerle la vida muy difícil. Y las repercusiones podían también alcanzar a Lysander…
Así que, en vez de ofrecerle a Valerie su ayuda para una eventual venganza, se limitó a preguntar:
—¿Tus cosas siguen en Grimmauld Place?
—Sí.
—¿Quieres que las vaya a buscar… o piensas volver?
—No. No quiero nada que esté en esa casa. Casi todo lo que tenía ahí me lo había regalado él, o me lo había comprado con su oro. No quiero nada de él. Es más, cuando me haya cambiado de ropa, quemaré este camisón. Lo quiero fuera de mi…
Pero sus palabras se vieron interrumpidas bruscamente por un acceso de llanto. Louis se quedó perplejo. No recordaba haber visto nunca llorar a su hermana, al menos no desde la infancia. Si su abuelo Evan hubiera vuelto a la vida y entrado por la chimenea Louis no hubiera estado mucho más sorprendido que en esos momentos. ¿Qué debía hacer? Sus instintos le decían que lo correcto era abrazarla, pero Valerie siempre había mostrado tanta fortaleza frente a él…
Fue Lysander quien la abrazó, y la hermana de Louis no rechazó el contacto, sino que pareció relajarse en los brazos del novio de su hermano y dejar fluir su dolor. Lysander le acarició el cabello y susurró palabras reconfortantes a su oído. En un momento, sus ojos se cruzaron con los de Louis, quien le lanzó una mirada llena de agradecimiento.
***
Albus había estado postergando el momento de volver a ver a Annie, pero cuando ella lo invitó a cenar a su casa, se dio cuenta de que ya no podía seguir eludiéndola.
La muchacha lo recibió con un bonito vestido floreado, en el que predominaban el blanco, el verde, el amarillo y el rosa. Felizmente ajena a las preocupaciones de su amante, Annie lo acompañó hasta el comedor, le indicó que se sentara y luego pasó varios minutos yendo y viniendo de la cocina, mientras ponía la mesa para la cena y monitoreaba la cocción del pollo que estaba preparando para ambos; había puesto música, y cuando llegó sonaba una canción que recordaba haber oído en una vieja serie de TV. Una vez que el mantel, los platos, servilletas, vasos y cubiertos estuvieron en sus lugares, Annie le lanzó una última mirada al pollo, comprobó que le quedaban aún algunos minutos antes de que estuviera en su punto óptimo y luego se dirigió a su estudio. Primero trajo un taburete, y después trajo un lienzo, que había cubierto cuidadosamente con una tela para que Albus no pudiera verlo.
—Al, te invité aquí esta noche para celebrar que hoy terminé mi última pintura. La comencé la misma noche en que tú y yo hicimos el amor por primera vez. No sé si recuerdas que yo me desperté antes que tú.
Albus asintió, expectante.
—Cuando te vi ahí dormido en mi cama, se me ocurrió la idea para este cuadro y dibujé el boceto antes de que te despertaras. Luego estuve trabajando en él durante días, sin salir de casa más que para hacer algunas compras. Solo interrumpía mi labor cuando venías a verme. Y dado que tú fuiste quien me inspiró a pintarlo, quiero que seas la primera persona en verlo.
Tras este breve discurso, Annie retiró la tela y descubrió el cuadro. Era muy diferente a las otras pinturas de Annie que él había visto, pinturas que representaban escenas heroicas o truculentas, protagonizadas por criaturas mágicas, caballeros, magos, brujas y otros personajes por el estilo. Ahora la escena era íntima, casi minimalista. Representaba el dormitorio de un castillo medieval, pero la única forma de deducir eso era el hecho de que las paredes eran de piedra y el único mueble visible, una cama, tenía aspecto de ser muy antiguo. La otra pista que Annie había dejado era un guante de metal, típico de los caballeros del medioevo, tirado descuidadamente en el suelo de la alcoba. La cama estaba ocupada por un muchacho dormido. Albus se pudo reconocer a sí mismo como el joven, aunque Annie le había hecho algunos cambios, aclarándole el cabello (que en el cuadro era castaño y no negro) y pintándoselo más largo de lo que realmente era. Pero sus facciones eran inconfundibles. Aparentemente estaba desnudo, pero las sábanas lo cubrían hasta la cintura.
Ver el cuadro hizo que Albus olvidara por un momento el motivo por el cual no había querido ver a Annie hasta esa noche. Aquello era muy diferente a los cuadros mágicos, que debido a que podían moverse y hablar casi nunca podían ser contemplados con detenimiento. También era diferente a las fotografías —tanto muggles como mágicas—, que eran para él como verse en un espejo. Verse retratado por Annie era como verse a sí mismo a través de sus ojos, ver cómo lo percibían los demás. Annie, además, había tenido la originalidad de pintarlo dormido, es decir, en su momento más vulnerable. Todo esto hacía que el cuadro de su ex compañera de primaria fuese perturbador y a la vez atrayente.
—¿Cómo se llama?
—El sueño de Tristán.
—Y ese es su cuarto.
—No, es el cuarto de la reina Isolda, su amante.
—Isolda… No recuerdo bien esa leyenda. Tendrás que refrescarme la memoria.
—Con gusto —dijo Annie—. Isolda era una hija del rey de Irlanda a quien sus padres casaron con Marco, el rey de Cornualles. Marco envió a su joven sobrino Tristán para escoltar a Isolda hasta su reino. La madre de Isolda, quizá temiendo que debido a que Marco era mucho mayor que su hija el matrimonio entre ambos fuera infeliz, le entregó una poción de amor a Brangaine, la doncella de la princesa, para que en el momento oportuno se la hiciera beber. Pero durante el viaje Isolda y Tristán tomaron accidentalmente la poción y se enamoraron, comenzando un romance al llegar a Cornualles. Cuando Marco descubrió la relación de su sobrino con su esposa, lo desterró del reino, obligándolo a refugiarse en Bretaña.
—¿Qué pasó después? —preguntó Al con interés. Si bien conocía bien la leyenda del adulterio de la reina Ginevra, esposa del rey Arturo, con el caballero Lancelot, desconocía este otro ciclo mitológico de romances furtivos.
—Tristán se casó con una princesa bretona también llamada Isolda, pero debido a que seguía enamorado de la Isolda irlandesa, jamás consumó su matrimonio. Años después fue herido por una flecha envenenada, y la única persona capaz de curarlo era la reina Isolda, que tenía grandes conocimientos de medicina. Tristán envió un barco a Cornualles para que trajeran a Isolda, y les dio instrucciones para que, si lograban que la reina viajara a Bretaña a curarlo, desplegaran velas blancas al llegar al puerto, y que, si no lo lograban, desplegaran velas negras. Isolda se embarcó rumbo a Bretaña y la tripulación de la nave desplegó las velas blancas, pero Tristán estaba demasiado débil para asomarse a la ventana y tuvo que pedirle a su esposa, la otra Isolda, que lo hiciera por él. Isolda de Bretaña vio que su tocaya venía a salvar a su marido, pero por despecho mintió y le dijo que las velas del barco eran negras, con lo que Tristán murió de desesperanza casi en el acto. Isolda de Irlanda llegó al castillo de Tristán solo para enterarse que él ya había fallecido, se acuesta en su lecho y muere de pena a su lado.
—¿Y en tu cuadro Tristán está vivo?
—Sí, por supuesto. Solo está dormido, exhausto después de hacer el amor con Isolda.
—Eso significa que el cuadro está pintado…
—Desde el punto de vista de Isolda —confirmó Annie.
—O sea que yo soy Tristán, tú eres Isolda… y John es Marco.
—Es solo una alegoría, querido. No creo que terminemos así. Ahora, comamos. El pollo ya debe estar listo.
Annie entró a la cocina y sacó el pollo del horno. Lo colocó sobre una bandeja y lo llevó al comedor. Solo cuando apoyó la bandeja sobre la mesa y vio que Albus no se sentaba, comprendió que algo extraño sucedía.
—¿Qué pasa, Al?
—Yo…
—¿Hay algún problema?
—No… no sé cómo decirte esto.
—¿Decirme qué?
Albus se mordió el labio y miró al suelo por unos instantes.
—Annie, este tiempo que pasamos juntos fue… muy hermoso. Me hiciste muy feliz. Eres una chica muy especial…
—¿Pero? —dijo la muchacha, cruzando los brazos.
—Pero creo que… deberíamos terminar.
—¿Qué?
—Pienso que no deberíamos seguir viéndonos.
—¿Por qué? —dijo Annie, descruzando los brazos y dando unos pasos hacia Albus.
—Mira, tú estás casada. Estás con un hombre muy bueno…
—Sí, y estaba también casada con un hombre muy bueno cuando empezaste a salir conmigo —lo interrumpió Annie—. ¡El que yo estuviera con John jamás te importó un carajo! ¡No me tomes por estúpida, Albus!
—Pero, ¿cómo vamos a terminar tú y yo? John volverá de su viaje arqueológico tarde o temprano. ¿Qué quieres, que nos sigamos viendo a sus espaldas? ¿Podrías hacerle eso?
—¡Claro que no!
—Entonces, ¿no es mejor que le pongamos fin a esto ahora, antes de que alguien salga lastimado?
—¿Y no se te ha ocurrido que yo no quiero que se termine?
—¿Qué quieres decir?
—¡Que te amo! ¡Te amo, pedazo de idiota! ¡No quiero volver con John, quiero estar contigo!
Los ojos de Annie estaban llenos de lágrimas mientras decía esto; se veía tan adorable con ese vestido y esa expresión suplicante en el rostro que Al quiso tomarla entre sus brazos enseguida. Pero resistió aquel impulso lo mejor que pudo.
—Annie…
—Haría lo que fuera por ti, Al. Pienso en ti todo el tiempo. Cuando me voy a la cama sola, deseo que estés conmigo. Cuando me levanto, quiero verte a mi lado. No soporto estar separada de ti. Y nunca sentí eso por nadie en mi vida, ni siquiera por John.
—No lo entiendes…
—¡No digas que no lo entiendo! No soy estúpida, Al, ya te lo he dicho. Sé que eres un mago y que yo soy una… que yo no lo soy. Pero me has dicho que los magos se casan con mujeres…
—Muggles.
—Eso, muggles. Podría adaptarme a tu mundo. Podríamos ser felices juntos… —y mientras decía esto, estiró su mano y tomó la de Albus. El joven permaneció quieto durante unos segundos, disfrutando la calidez y la suavidad de su tacto… y luego se desasió.
—Annie… lo lamento, pero… yo no te amo —dijo Al, mirándola fijamente. El mago pudo ver enseguida cómo su rostro se transformaba, cómo una luz en sus ojos parecía apagarse, mientras su amor quedaba deshecho. La mano de Annie había quedado estirada en el aire, y al escuchar las palabras de Al, cayó y quedó colgando, inerte. La muchacha se quedó callada, mirando hacia la nada, hasta que Albus dijo:
—Lo siento.
—Quiero que te vayas —dijo Annie entonces—. Quiero que te vayas y no vuelvas nunca. No quiero verte otra vez.
—Annie, tienes que comprender…
—¿Comprender qué? Eres un miserable. ¿Qué derecho tenías a entrar en mi vida y dejarlo todo patas para arriba? ¿Cómo pudiste dejar que me enamorara de ti, y que pensara que sentías lo mismo? ¿Qué clase de hombre eres?
—Lo lamento, pero… no puedo amarte como tú me amas a mi.
—Entonces no puedes amar a nadie. Y no mereces ser amado. Te quiero fuera de mi casa y de mi vida, ¿comprendido?
—Me iré —dijo Albus, y comenzó a caminar hacia la puerta. De pronto, escuchó cómo algo era lanzado hacia él. Sus reflejos fueron rápidos, y logró volverse unos instantes antes de que el pollo al horno hiciera impacto sobre él. El golpe no fue muy doloroso, apenas sintió el calor del animal en su pecho, y le quedó una mancha grasosa en su ropa cuando cayó al suelo.
—Ahí tienes tu puta cena —dijo Annie.
Albus le dedicó una última mirada. Durante el resto de su vida, recordaría a Annie así como estaba en aquel momento, hermosa con su vestido floreado pero con su rostro dominado por la decepción y el desprecio, como si fuera una novia abandonada en el altar. O como una reina desairada.
Jamás volverían a verse.
***
Un par de horas después, Albus deambulaba sin rumbo por las calles de Londres. Había terminado dando a parar en un barrio bastante poco recomendable. Había algunos bares abiertos, y los borrachos salían a la calle a vomitar junto al cordón de la vereda y a tomar aire fresco. En casi todas las esquinas habían mujeres y jovencitos que se prostituían, así como también travestis. En casi todos los callejones había gente vendiendo o consumiendo drogas.
El Hacedor de Reyes hizo caso omiso a todas las ofertas de sexo o narcóticos. Se metió en una callecita estrecha y mal iluminada y caminó un par de cuadras.
El “clic” de la navaja fue lo primero que lo hizo percatarse de que lo estaban siguiendo. Se dio vuelta de inmediato, y vio a dos chicos, aproximadamente de su misma edad, que se dirigían hacia él. Uno tenía la navaja y el otro había agarrado un caño de metal. Sus intenciones eran transparentes. Albus sacó su varita mágica y lanzó una maldición no verbal.
De pronto, el chico del caño dejó de avanzar hacia él. El chico de la navaja se detuvo, desconcertado, pero no atinó a defenderse cuando su cómplice se lanzó sobre él y se puso a pegarle una y otra vez. Primero le pegó en la mano, haciéndole perder la navaja, y luego empezó a propinarle golpes feroces en la cabeza. El chico de la navaja suplicó a los gritos que se detuviera, pero el chico del caño permaneció sordo a sus alaridos, y siguió golpeándolo una y otra vez hasta que pedacitos de su cerebro comenzaron a caer sobre el pavimento.
Entonces se detuvo y soltó el caño. Levantó la navaja de su compañero del suelo, y con un movimiento preciso, se degolló a sí mismo. Un chorro de sangre brotó de su cuello, dejando una mancha en la pared más cercana. Luego, cuando el chico se desplomó encima del cadáver de su amigo muerto, su sangre los bañó a los dos.
Albus estaba parado a suficiente distancia como para no salpicarse. Cuando el cuerpo del segundo chico dejó de sacudirse, se Desapareció.
Primero? xD Jajajja. No lo pude evitar… Después de tanto tiempo, ja. 😛
Increíble. Vos y Helena me hacen muy feliz cuando actualizan. Qué pasará con Albus ahora? Sin amor y sin familia, todo se le está derrumbando.
y sin dinero, parece que ya falta poco para el final de esta grandiosa aventura
wow… el dolor de Albus no me lo puedo ni imaginar… su vida se estaba desmoronando de una sola vez…. siento pena por el apesar de la brutalidad de sus actos…. Como he pensado desde el que empece a leer Albus es solo producto y victima de las circunstancias, pero no dejo de reconocer que sus decisiones son absoluta responsabilidad suya.
Dios!! como deseo ya leer el capitulo siguiente……
wooow… el final, simplemente me sorprendio… woow..!!
Mucha suerte en todo Martin, esperamos el sig. capitulo con ansias !!
WOOOOOW … :O haha !!
Mmm hay algo que no me calza, Al empieza a actuar de forma erratica, esta perdiendo control de situaciones sobre las que debieran ser mas importantes para él, y como se observa en muchas historias en el momento en que alguien empieza a actuar asi, significa su caida 😦
Porque le haces eso al pobre Al, el no ha hecho mas que preocuparse por una mejor Gran Bretaña Magica 😦
Me duele que haya perdido a Annie porque era su luz en medio de la oscuridad, la que lo hacia mantener esa parte humana suya, ahora sin Annie me temo que Al empezara a demostrar sus tendencias mas oscuras como quedo demostrado en la escena final
Un gran abrazo Marth y suerte en tus trabajos asi podras actualizar pronto y saludos a todos!!!
excelente capitulo como siempre, ojala que sigas publicando a este ritmo
Que cantidad de tiempo tenía sin pasar por aquí! Leí alrededor de 6 capítulos de un tiro jajaja. Felicidades Martín, los capítulos nunca decepcionan, es increíble que ya hayan pasado 5 años desde que empecé a leer este fic, aún recuerdo cuando todos los martes llegaba a mi casa emocionada para leer el nuevo capítulo. Ansío saber el resto de la historia, tocará esperar a que actualices de nuevo. Saludos!
Perfecto Martin, Debo aplaudirte, tu fanfic es grande y no soy nuevo aca en tu fan-fic, es Genial, vengo leyendo desde el 2009 y por el 2010 pare ya que no subias mucho, luego quize leer los anteriores caps en el 2012 y me percate de que subiste mas y ahora te alcanze, la historia esta genial, pobre Anne, es fascinante ver como se conocieron «La caida de la bruja mif» jaja. Genial, Sos un MAESTRO, ojala publiques seguido, no te estoy forzando a hacerlo tenes que hacer las cosas con pasion, con ganas, sino para que sirve hacerlo forzado. EXCELENTE, BOQUIABIARTO MARTIN ME DEJASTE BOQUIABIERTO!
Martin, te quiero preguntar si me das permiso para hacer una adaptacion de tu Fan-Fic, a un guion, si me das el permiso, apenas lo termine me contacto con vos. Soy muy buen guionista y la verdad es que me apasiona este fanfic.
Martín! Para cuándo el siguiente ps? Me va a dar un infarto.
¡Rayos!. No sé si tomar el final viendo a Albus desde el punto de vista «Molly» o desde el punto de vista «Voldemort».
En cualquier caso, es escalofriante o lo más escalofriante es que él solito se llevó a esa situación.
En las notas dijiste que explicarías el porqué Albus decide abandonar a Annie, pero no encuentro justo que lo haga, ni para él ni para las chicas. Con Valerie ya bailó lo que debía y con Annie había futuro. Hubiera sido «galante», por lo menos, que le hubiera borrado la memoria, por lo menos a Annie, ya que es justo que se enfrente a Valerie a todo lo que conlleva su «ruptura».
Louis y Lysander: ¡PERFECTOS!.
P.s. Ya sé que sonará como envidia pura y dura y tal vez lo sea, pero ¿has notado que las parejas gays de hombres, son en su mayoría perfectas y la gran mayoría del tiempo, felices?. No pasa lo mismo con las parejas hetero y, aunque las hay, las parejas gays de mujeres se inclinan más a la poca estabilidad de las hetero que a las gays de hombres. Y no me refiero sólo al cine, la tele o los libros, sino a la vida misma (por conocidos y amigos).
¡PROTESTO!.
🙂
para cuando publicas el siguiente??????????? hace masoemnos dos meses que te leo, pero ya termine y te alcanzeee :o, sigue escribiendo pronto XFASSSSS
saludos y felicitaciones!!!!!!
muy buena historia 😀
me he leído todos los capítulos de un tirón, y debo reconocer que tienes talento.
he estado el doble de tiempo con tu fanfic que con cualquier libro de los de Rowling, con lo que me sorprende satisfactoriamente que hayas podido seguir el mismo argumento (los flashforwards le dan aún más mérito)
considérame fan de tu libro, y me gustaría poder leerlo en papel algún día
Hola, siguela por favor es demasiada la espera para mi pobre corazón…. jaja Está excelente…
excelente! es mi primer comentario desde que comencé a leer el fanfic sos un groso.
espero que publiques pronto saludos 🙂
seguila por favorrrr. gracias.
dios, lo que acabo de encontrar:
te suena ser criston cole, danza de dragones?
Martín!!! porfa no nos olvides
Alguien sabe cuando se publicara el siguiente????
hola martin a hace tiempo vi en las noticias que la plata estaba inundada,
espero te encuentres bien,
cuidaros mucho, espero que pronto aparezcas, o sino puedes publicar solo responde este comnetario para saber si te encuentras bien
plisssss
un abrazo desde Mexico
responde
gracias
Al parecer no publicarás más. Es triste porque es una de las mejores historias que he leído. Besos muchos desde colombia.
Hola, chicos 🙂 Esta semana comenzaron mis vacaciones, así que pude retomar la escritura del capítulo 216, que se titulará «Sin aliento». Aquí les dejo un pequeño adelanto:
Saludos 😀
Gracias Martín. Cada semana estuve entrando al fic con la esperanza de ver este mensaje :’)
Grande Martín!, volvemos al ruedo…
cuando volvemos a leerte, resacatanos de esta agonia jejeje