Harry estaba resuelto a no intercambiar palabra alguna con su hijo, pero no fue capaz de contenerse.
―Has asesinado a tu madre ―le dijo, avanzando un paso hacia él.
―En realidad, la dejé morir ―respondió el Hacedor de Reyes, cuya sonrisa se borró de su rostro pero no mostró ningún otro signo de arrepentimiento―. Ella se intoxicó con el gas venenoso del Minhe Gorm y yo no la ayudé. Lamento que haya acabado así, pero créeme cuando te digo que lo haría otra vez. Le advertí lo que ocurriría si me traicionaba una segunda vez. Se lo advertí, pero no me hizo caso.
―¡Ginny era tu madre! ―replicó Harry con incredulidad― ¡Ella pudo haberte traicionado mil veces y seguiría siendo tu madre!
―Ella jamás me amó ―bufó Albus―. Apenas murió Hugo ella estuvo más que dispuesta a culparme de su asesinato. ¡Prefirió creerle a Crouch antes que a su propio hijo! Fui misericordioso y le perdoné eso, ¡y así me lo agradeció!
―Tu madre y yo te amamos desde que naciste. Pero tú eres imposible de amar. Tienes un corazón podrido.
Ante aquel golpe el Hacedor de Reyes no supo contestar por unos segundos.
―Quizá ―dijo al fin―. Pero este corazón, podrido o no, va a seguir latiendo cuando el tuyo esté bajo tierra. Mataste a tres de mis amigos, Harry Potter. Y yo siempre pago mis deudas.
―No me responsabilizo por las muertes de Ash y Alcyone ―dijo Harry―. Pero si quieres usarlas para convencerte de que matar a tu padre es lo correcto, hazlo. Ya no me importa.
Padre e hijo, con las varitas en alto, comenzaron a dar vueltas, preparándose para el duelo. Fue el Hacedor de Reyes quien inició las hostilidades.
―¡Diffindo! ―gritó, apuntando a la mano de su padre que sostenía la varita, con clara intención de amputársela. Harry consiguió desviar el hechizo con un Impedimenta, y respondió con un Reducto dirigido a las piernas de su hijo. Albus se elevó por los aires, y el hechizo impactó sobre las piedras sobre las que había estado parado segundos antes, haciéndolas resquebrajar hasta el punto de dejar un boquete en el suelo.
Albus se mantuvo en el aire, y voló rápidamente hacia el exterior de la Torre de Astronomía. Antes de que Harry pudiera detenerlo, el Hacedor de Reyes apuntó a la estructura de la torre y gritó:
―¡Rionnag na Uaine!
El suelo sobre el cual Harry estaba parado comenzó a sacudirse, y un calor infernal lo envolvió. Sin pensar, Harry corrió hacia la balaustrada de la torre y se lanzó al vacío.
El sonido que escuchó mientras caía fue tan estremecedor que lo convenció que había hecho lo correcto al saltar. Apuntó su varita hacia el suelo e hizo aparecer un gigantesco almohadón, de más de tres metros de espesor, para amortiguar su caída. De todos modos, el golpe fue durísimo, y Harry sintió cómo su muñeca izquierda se fracturaba. Sin embargo, el estruendo encima de él le hizo olvidar el penetrante dolor. Harry se volvió boca arriba y contempló estupefacto cómo la base de la Torre de Astronomía estallaba en mil pedazos, en una explosión de fuego verde. La parte superior de la Torre permanecía intacta, y en vez de derrumbarse, se elevó por los cielos, como si el mismo fuego esmeralda que la había roto ahora la estuviese impulsando a la manera de un cohete.
Los escombros de la explosión de la base de la torre si estaban cayendo hacia abajo, y Harry debió usar su más potente Protego para impedir que lo aplastaran. Pasado el peligro, hizo desvanecer el almohadón, y corrió por la pradera, mirando al cielo para intentar localizar a su hijo. Pero no solo no había rastros de Albus, sino que el terrible espectáculo de lo que había sido la Torre de Astronomía lo distraía constantemente. La Torre no había detenido su ascenso, y dejaba una estela verde en el aire que iluminaba el cielo con más intensidad que el sol poniente. Ahora las ventanas del castillo estaban repletas de rostros de profesores y estudiantes, que observaban la pelea entre los Potter con fascinación teñida de espanto. Y fue entonces que, como si hubiera estado esperando tener un público, la Torre de Astronomía explotó en el aire.
Un sol verde. No había otra palabra para describir lo que Harry y los habitantes del castillo presenciaron en eso momento. Esta vez no cayeron escombros al suelo: la totalidad de la Torre de Astronomía, hasta la última partícula de piedra, metal, vidrio o madera, fue consumida por el fuego verde. Solo una finísima capa de cenizas de ese color cayó, como nieve, sobre el prado y los árboles del Bosque Prohibido, cuyas criaturas también habían visto la hecatombe.
«Si yo hubiera estado en la Torre, habría desaparecido», pensó Harry, pero antes de poder salir de su estupor, escuchó a su hijo atacarlo con un Diffindo. Este estaba dirigido a su cabeza, y solo un veloz movimiento de Harry impidió que se la cercenara de cuajo: el hechizo le cortó un mechón de pelo y le produjo un profundo corte en el cuero cabelludo. Albus había estado oculto bajo la Capa de Invisibilidad.
―¡Avada Kedavra! ―gritó Harry, y su Maldición Asesina hubiera acabado con su hijo, si Albus no hubiera arrancado de sus raíces un árbol del Bosque Prohibido y lo hubiera hecho levitar, utilizándolo como escudo.
El árbol se partió por la mitad, lanzando astillas en todas direcciones. Harry vio que un par se clavaban en la mejilla de su hijo; el Hacedor de Reyes le lanzó la mitad inferior del árbol a su padre, quien la frenó con un Protego y un Incendio simultáneos. Luego Harry tomó el control de aquel tronco en llamas y lo usó como proyectil contra su hijo; este lo bloqueó usando la otra mitad del árbol, que también se prendió fuego. Ambas mitades cayeron al suelo, formando una pira que iluminaba todo el prado, ya completamente a oscuras.
De pronto, padre e hijo escucharon un sonido retumbante. Varios árboles estaban siendo derribados, y unas pisadas potentes hacían temblar el suelo. Y antes de que se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo, un alarido desesperado los puso en alerta.
―¡GRAAAAAWP! ¡DETENTE! ¡NO TE METAS EN ESTO!
La voz de Hagrid estaba cargada de terror, y los Potter no tardaron en comprender el motivo. Grawp, el hermanastro de Hagrid, irrumpió en el prado. Quizá la explosión de la Torre lo hubiera alterado, o quizá el sonido del duelo entre Albus y Harry, pero en todo caso estaba fuera de control. El gigante buscó con sus ojos al Hacedor de Reyes, y apenas lo localizó (quizá distinguiéndolo de su padre por el parche en el ojo), levantó su pie e intentó aplastarlo. Albus levantó vuelo, y el pie de Grawp cayó sobre la tierra, dejando una profunda huella. Grawp intentó atraparlo dando manotazos, como si Albus fuera una mosca. Al esquivaba sin dificultad sus ataques ―Grawp era tan grande como torpe―, mientras pensaba en cómo hacer para librarse de aquel enemigo. Entretanto Hagrid corría hacia ellos
―¡GRAWP, DEJA A ALBUS! ¡VUELVE AL BOSQUE YA MISMO! ¡BASTA YA! ―bramaba.
Grawp no escuchó las órdenes de su hermano. Parecía empecinado en atrapar al Hacedor de Reyes. Albus le apuntó al rostro con su varita, y gritó un hechizo cuyas palabras Harry no pudo distinguir. Una lluvia de flechas se clavó en la cara del gigante, y Harry pudo ver que al menos dos de ellas se habían insertado en sus ojos. Grawp estaba ciego.
El «¡Noooooo!» de Hagrid fue ahogado por el rugido de cólera y dolor del gigante, quien embistió en dirección al Hacedor de Reyes. Pero Albus voló hacia arriba, apartándose del camino del gigante, quien se lanzó directamente contra el castillo.
Hagrid lanzó varios hechizos contra los pies de Grawp, intentando hacerle caer al suelo antes de que llegara a Hogwarts, pero fueron inútiles. Mientras tanto, los profesores hicieron apartarse velozmente a los alumnos de las ventanas del castillo, donde ahora se escuchaban gritos de terror. Harry, dándose cuenta del peligro, se distrajo de la pelea para unirse a los esfuerzos de Hagrid para hacer tropezar a Grawp, pero las zancadas que daba el gigante eran tan largas que era imposible acertar en sus tobillos con cualquier hechizo.
Súbitamente, la voz de Albus se oyó de nuevo, y esta vez el nombre del hechizo fue pronunciado con claridad.
―¡Expelliarmus!
La varita de Harry fue arrancada de su mano y voló hacia las de Albus, que había aterrizado y se le había acercado a su padre subrepticiamente. Harry intentó correr en dirección al Bosque Prohibido, pero Albus usó un Incarcerous para atarlo de pies y manos con cuerdas que brotaron de la Varita de Saúco.
Harry cayó al suelo, incapaz de moverse, y vio con desesperación cómo Grawp continuaba corriendo hacia Hogwarts. Albus se volvió, se encogió de hombros, y lanzó un Impedimenta de máxima potencia sobre las piernas de Grawp. El hechizo hizo al gigante trastabillar y cayó sobre el prado a apenas diez metros de las murallas de Hogwarts. Era imposible saber si las paredes del castillo se habrían derrumbado al ser embestidas por Grwap, o si Grawp se hubiera roto la cabeza al chocar contra el castillo; en cualquier caso, la tragedia había sido evitada. Hagrid estaba demasiado preocupado por su hermano para poder interferir, y le lanzaba hechizos curativos sobre el rostro, murmurando palabras de consuelo que el gigante, semiinconsciente, probablemente no podía oír.
Albus se volvió hacia su padre.
―Así termina todo ―le dijo―. Se cumple la profecía. El padre y el hijo, combatiendo un duelo a muerte.
―¿Es por eso que querías matarme? ¿Por una profecía? ―dijo Harry, mirando impotente al Hacedor de Reyes.
―No. Reconozco el valor de la profecía, pero fueron tus acciones, y las mías, las que nos llevaron a este punto. Tú quieres matarme porque maté a mi madre. Yo quiero matarte porque mataste a Ash, Isaac y Alcyone. Las cosas podrían haber sido diferentes si solo te hubieras rendido.
―Ya no me importa ―replicó Harry―. Termínalo ya. Estoy harto de escucharte.
Albus miró en silencio a Harry por unos segundos, y luego alzó su varita.
―Adiós, padre.
Harry cerró los ojos. Buscó olvidarse de todo lo que lo rodeaba, del hecho de que su propio hijo iba a darle muerte, que no sabía qué iba a ser de sus otros dos hijos, de su ahijado o de Hermione. Pensó en sus padres, en Sirius, en Remus, y también en Ron y en Ginny. Pronto los volvería a ver. «Quizá siempre estuve destinado a morir en Hogwarts», pensó.
―¡Avada Kedavra!
Sera que el Avada Kedavra es de alguien mas? O.o que nervios!!!!!!!!!!!!!!
noooo te odio martin con Harry nooo,jajajajajaj, muy buen capitulo, como siempre el hacedor de reyes aprovechando las circunstancias de valor arremete contra sus enemigos de manera traicionera y vil el peor de los finales le deseo.
¡No! ¡No! ¡No! Te mataría pero si lo hago me quedo sin historia y sin autor. Por favoor actualizá pronto, una navidad con este final de cap no es una buena navidad (?) XD
El fin del héroe más grande del mundo mágico ? Dejaste al filo del asiento.
Felicidades Martin feliz Navidad a todos!!
Fue un buen capitulo emocionante me gusto mucho pero que te parece si de regal de navidad Nos haves una Segundo actualization esta Semana por fis.
Feliz navidad gracias is por actualizar.
atine al titulo XD, buen cap, pero el Avada Kedavra es de alguien mas supongo
harry eres un tarado estas en un combate y te distraes por un gigante estupido igual que tu. idiota.