Elorrietako ponpatze-estazioa / Estación bombeadora de Elorrieta

Deusto, Bilbao, Bizkaia

Joaquín Cárcamo Martínez

 

(Texto incluido en la publicación Euskadiko Industri Ondarea / Patrimonio Industrial en el País Vasco, publicado en 2012 por el Gobierno Vasco)

Cuando la epidemia de cólera de 1885 paralizó la industria y la minería vizcaínas planteando en toda su crudeza el tema de la salud pública, la población de Bilbao se abastecía todavía en parte de agua de la ría; de la misma ría a la cual se vertían las aguas sucias de la ciudad. La mortalidad era excesiva, del orden del 40 por mil, y el debate no tardó en llegar al Ayuntamiento de la Villa. Se iniciaba en 1890 y ya al año siguiente fue convocado un concurso de anteproyectos de saneamiento que ganó el titulado Mens sana in corpore sano, presentado por un ya reconocido ingeniero de caminos, Recaredo de Uhagón (1848-1912), que acababa de redactar y publicar el proyecto de saneamiento de Valladolid (Uhagón, 1891, 157). En el jurado, prestigiosos arquitectos como Achúcarro e ingenieros como Churruca o William Gill –el solicitado director de la Orconera Iron Ore– apreciaron el conocimiento de las últimas técnicas y la viabilidad de la solución aportada por el proyecto ganador (Anónimo, 1899, 274).

En 1894, cuando Uhagón presentó el proyecto definitivo, Bilbao tenía 63.900 habitantes. El ingeniero creyó ser generoso en las previsiones y realizó los cálculos para una población de 100.000 y un consumo de agua de 100 litros por habitante y día. El proyecto contemplaba un saneamiento dinámico tout à l’égout –eliminando totalmente los pozos negros– de tipo separativo de doble red; es decir, proponía conservar la red existente para las aguas pluviales, las cuales se verterían directamente a la ría, y construir un nuevo alcantarillado para recoger las aguas sucias exclusivamente, mediante tuberías no visitables en su mayoría, de sección cercana a las necesidades reales (Cárcamo, 1996, 4).

Esta nueva red estaría formada por tres colectores, dos en la margen izquierda y uno en la margen derecha, que partiendo desde San Francisco y Atxuri habrían de recoger las aguas sucias de Bilbao –cruzando la ría, mediante sifones, por La Merced y Deusto– para trasladarlas hasta Zorrotzaurre. Allí habría de construirse un gran depósito de 12.000 m3 de capacidad con objeto de poder regularizar el trabajo de las bombas instaladas en la casa de máquinas anexa, cuya misión consistiría en enviar las aguas a través de una cañería de 60 cm de diámetro y 10.123 m de longitud hasta la boca del túnel visitable de La Galea en Getxo, por el cual se verterían directamente y sin depurar a mar abierta, desde una altura de siete metros sobre la bajamar.

Las obras, que comenzaron en julio de 1895, se dieron por finalizadas en 1903 tras ocho años de trabajos, afrontando una inversión pública total de 5.453.611 pesetas (Uhagón, 1904, 528), casi el presupuesto anual del Ayuntamiento, que en 1898-99 había sido de unos siete millones. En esos años se tuvieron que realizar las expropiaciones necesarias, se ejecutaron unos 20.000 m de conductos subterráneos entre colectores, emisarios y cañería de impulsión, y se abrieron también los 2.759 m del túnel de La Galea. Además del proyecto de Uhagón, que básicamente consistía en establecer una red de interceptores a lo largo de las dos márgenes de la ría, hubo que construir la red secundaria de alcantarillado y las acometidas que voluntariamente iban realizando los propietarios de las fincas.

Recaredo de Uhagón construyó la pequeña casa de bombas de Elorrieta –de tan sólo una planta hacia el exterior– otorgando carácter a sus fachadas mediante la apertura de grandes ventanas y la utilización del ladrillo prensado y la piedra: sillería caliza en los zócalos y arenisca en las cornisas y remates. La doble cubierta de zinc a cuatro aguas, sostenida por armaduras Polonceau de pares de madera y tirantes de hierro, delataba su función industrial. En el interior, planta baja y sótano –construido con muros de hormigón– formarían un único volumen destinado a alojar las máquinas y bombas en una de las dependencias, acogiendo la otra las calderas.

En estancias independientes en el sótano se disponía un taller de reparaciones y una carbonera-fragua. En el exterior una chimenea de ladrillo de 25 m de altura, con un cuerpo inferior cuadrado de 5 m también de ladrillo, rematada por zócalo y cornisa de sillería maciza, evacuaba los humos de las calderas de vapor.

Más al norte, en la ladera, sobre una explanada elevada tras un muro de contención, se encontraba la torre piezométrica en cuyo interior las aguas bombeadas se elevaban a la altura necesaria para poder alcanzar la ordenada del túnel de La Galea. La torre, de una gran belleza de proporciones, constituía un verdadero hito visual en la instalación. Estaba formada por un cuerpo superior octogonal de 12,50 m de altura construido con aristas y cornisa de sillería arenisca y entrepaños de ladrillo, rematándose con un antepecho; se asentaba sobre un cuerpo inferior de planta cuadrada de 4 x 4 m y 4,50 m de altura, también de caliza y arenisca. Sobre el eje formado por el tubo vertical de hormigón armado se desarrollaba una estrecha escalera helicoidal por la cual podía accederse al mirador superior. Junto a la torre se construyeron las fosas sépticas y las balsas de decantación para la depuración del agua utilizada en la condensación de las máquinas.

Al pie de la casa de máquinas, hacia la ría, se disponía el depósito subterráneo formado por dos compartimientos iguales de 59 x 35 m, construido con muros y solera de hormigón y cubierto mediante bóvedas de arista del mismo material de 5 m de luz, que se apoyaban sobre 45 pilares de ladrillo de 3 m de altura y 0,40 m de espesor. Se comenzó a construir en 1896 y debieron soslayarse las dificultades creadas por la existencia en algunas zonas de capas de fango superiores a los 12 m de profundidad.

La maquinaria, tras una adjudicación fallida a La Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona, se encargó en noviembre de 1899 a la casa James Simpson y Cía. de Inglaterra, representada en Madrid por Tomás Arturo Greenhill. Se instalaron dos máquinas de vapor, sistema Worthington, de triple expansión y condensación de superficie, actuando directamente sobre las bombas (Uhagón, 1901, 21).

Las máquinas-bomba de acción directa habían sido inventadas en 1841 en Estados Unidos por Henry Worthington y eran muy apreciadas por su sencillez, seguridad y suavidad de funcionamiento y por el poco espacio necesario para su alojamiento. Su principal característica consistía en la ausencia de los tradicionales órganos intermedios tales como volantes y bielas, existiendo un único eje para la máquina y la bomba. Las instaladas en Bilbao eran del sistema dúplex en el que cada máquina consta de dos bombas, cada una con sus correspondientes cilindros de vapor, y trabajaban a triple expansión, es decir, el vapor se aprovechaba sucesivamente en tres cilindros, poseyendo por tanto cada máquina seis de ellos.

El vapor necesario era producido por tres calderas Babcock & Wilcox provistas de recalentadores de vapor y dotadas de sus correspondientes bombas de alimentación también Worthington. La instalación se completaba con una grúa puente manual móvil de cinco toneladas en la sala de máquinas y con un generador de corriente para la iluminación, de Tangyes Ltd. (Birmingham, Inglaterra) y Weston Electrical Instrument Corp. (Newark, New Jersey, EE UU), incorporado en 1902.

El saneamiento de Bilbao fue el primer saneamiento moderno realizado en España (Pulido, 1902, 343) y, como tal, innovador en muchos aspectos. Si bien Pedro García Faria había visto aprobado en julio de 1891 su ambicioso proyecto de saneamiento para Barcelona, éste no comenzaría a ejecutarse, y tan sólo en parte, hasta 1902. Fue innovador especialmente en la adopción en 1900 de la técnica –implantada por primera vez por Cameron en Exeter (Inglaterra), en 1895– de la depuración por bacteriolisis mediante la utilización sucesiva de fosas sépticas y filtros de escoria (Uhagón, 1901, 24), aunque fuese tan sólo para la recuperación del agua necesaria para el funcionamiento de las máquinas.

Cuando en 1903 finalizaron las obras, Bilbao, superando todas las previsiones, tenía ya 90.200 habitantes. La tasa de mortalidad había descendido desde un 40,42 por mil en 1894 hasta el 28,57 por mil de 1903, pero continuaba siendo demasiado alta, debido probablemente a las deficiencias del sistema de abastecimiento de agua, a los hábitos higiénicos de la población y a las deficientes condiciones de habitabilidad de muchas viviendas de la villa. El desarrollo urbano pronto dejaría obsoletas las instalaciones proyectadas por Uhagón. Ya entrado el siglo se acoplarían dos bombas centrífugas Invincible, de Gwynnes Ltd., accionadas por un motor eléctrico Siemens de 300 hp; pero en los años veinte, con 150.000 habitantes y consumos de agua en aumento, los vertidos a la ría volvieron a convertirse en habituales.

A partir de la Guerra Civil las instalaciones de Elorrieta se utilizaron para el servicio del barrio de Deusto. Las calderas y la chimenea se eliminaron, haciendo definitivamente inutilizables las máquinas de vapor, las cuales, no obstante, y al igual que el resto de las instalaciones, permanecieron en perfecto estado de conservación hasta los años noventa, cuando tanto el Ayuntamiento como el Consorcio de Aguas abandonaron el recinto. Con las obras del ferrocarril metropolitano se rasgó el depósito subterráneo y se derribó, lamentablemente, la hermosa torre piezométrica. Otras intervenciones posteriores destruyeron las pioneras fosas sépticas y balsas de decantación para habilitar un aparcamiento. La ausencia de vigilancia propició asimismo el deterioro de la cubierta, que posteriormente fue restaurada por el Ayuntamiento, y un relativo expolio de la maquinaria.

El plan de saneamiento de Uhagón fue, por su envergadura, comparable (salvando las lógicas distancias temporales y de ámbito) al actual plan de saneamiento integral metropolitano. El valor histórico y patrimonial del conjunto formado por el depósito, la casa de máquinas y la maquinaria que alberga –las dos bombas Worthington, el caballito de vapor, un torno de pedal y la instalación eléctrica-centrífuga, fundamentalmente– así como las pequeñas construcciones de registro del túnel en Getxo, conocidas como Malacates, hicieron que en julio de 1994 se incoase a su favor un expediente de declaración de Bien Cultural Calificado por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco. En la actualidad las instalaciones se encuentran a la espera de su restauración y puesta en valor.

Bibliografía

• Anónimo, 1899, 274-275

• Cárcamo, J., 1996

• Pulido, A., 1902

• Uhagón, R. de, 1891, 157-160

• Uhagón, R. de, 1901,

• Uhagón, R. de, 1904, 526-529.

 

En: Euskadiko Industria Ondarea – Patrimonio Industrial en el País Vasco, EKOB 6. Departamento de Cultura del Gobierno Vasco. Vitoria-Gasteiz. 2012.