La llamada crisis de los niños migrantes indocumentados que han llegado al sur de los Estados Unidos parece un asunto difícil de resolver en el corto y mediano plazo si se quiere llegar al fondo del problema. El problema es sin duda humanitario y tal ángulo en la economía mundial predominante es uno de los que menor atención tiene. La mentalidad de los políticos calculadores, de los financieros y de los activistas ultraconservadores es muy práctica y generalmente buscan resultados inmediatos, por lo tanto, la solución no la encontrarán facilmente.

Es sabido que la pobreza sigue creciendo en Centroamérica, de donde provienen la mayoría de los infantes migrantes. También es sabido que la pobreza a estado ahí por muy largo tiempo a causa de conflictos armados, corrupción gubernamental y criminalidad. Escenarios con estos ingredientes (guerras entre pandillas, corrupción policial, delincuencia urbana) los han vivido en pequeñas y grandes ciudades dentro de los países económicamente ricos. Ellos tienen la experiencia de situaciones similares, guardando las proporciones, y saben que para modificar el medio ambiente de la población que vive bajo circunstancias muy desfavorables tienen que invertir mucho tiempo y mucho dinero.

En países como Estados Unidos, incluso la iniciativa privada «a adoptado» una ciudad pequeña para revertir su infima calidad de vida. Se han organizado entre grandes empresas, organizaciones de desarrollo urbano, instituciones educativas, culturales y deportivas, para diseñar un plan con estrategias específicas que finalmente ofrecen y mantiene empleos, entrenamiento, educación, actividades recreativas, embellecimiento del panorama urbano y seguridad pública.

Lo anterior no es nada reciente y, a causa del consistente trabajo y evaluaciones periodicas, se bajaron los índices de criminalidad, se aumentó la calidad de vida de la población con más oportunidades de trabajo con sueldos razonables, se reactivo la economía y la sana recreación social. Todo esto llevo algunos años. No fue producto de entregar dinero a la gente o a un programa social para que sirviera de distracción de las personas por un tiempo corto y el problema volviera a resurgir.

En otras palabras, los 3,700 millones de dólares que solicitó el presidente Barak Obama al congreso de su país para «afrontar la crisis» en la frontera sur de Estados Unidos serviría más si se aplicara, controladamente, en el lugar de origen de los niños migrantes. Eso lo sabemos todos. Los países de los cuales provienen los infantes, El Salvador, Honduras y Guatemala princippalmente, podrían ser los receptores de la ayuda estadounidese no sólo económica, también de asesorias en los temas pertinentes, eso lo sabe bien EU y la Organización de la Naciones Unidas que observa estos eventos. Y si se hiciera algo así allá, tal vez EU gastaría menos dinero y tuviera menos migrantes indocumentados en su territorio.

(Foto del niño Alejandro de 8 años de edad, tomada por Jennifer Whitney)