Cine – ‘Wonder Woman’, de Patty Jenkins

Título original: Wonder Woman.

Director: Patty Jenkins.

Reparto: Gal Gadot, Chris Pine, Robin Wright, Danny Huston, David Thewlis, Connie Nielsen, Elena Anaya, Lucy Davis, Said, Taghmaoui, Ewen Bremner, Eugene Brave Rock, Lisa Loven Kongsli.

Guión: Allan Heinberg.

Música: Rupert Gregson-Williams.

Duración: 141 minutos.

Estreno: 2 de junio de 2017 (Estados Unidos), 23 de junio de 2017 (España).

Para cualquier aficionado al mundo del cómic siempre ha sido difícil entender por qué a Hollywood le parecía tan difícil llevar a sus personajes femeninos a la gran pantalla, darles el protagonismo de una película como lo ostentaban en tebeos de muy alto nivel y comprender que en esas mujeres de armas tomar había algo más que un simple reclamo sexual para el público masculino menos exigente. Hemos tenido que esperar lo nuestro, pero al fin ha llegado una película que, sin ser perfecta, responde a la perfección a los deseos de los aficionados. Eso es Wonder Woman, eso es el filme de Patty Jenkins protagonizado por Gal Gadot. Es, por qué no decirlo, un sueño hecho realidad. Un sueño que ojalá nos acostumbremos a ver con más frecuencia en las pantallas de cine, pero que a día de hoy ostenta un carácter pionero que se recordará durante años. Puede que por ese anhelo de que la película saliera tan bien como ha salido queden algo más ocultos los errores que sí tiene la cinta de Jenkins, pero es que sus aciertos son tantos y tan notables que podemos permitirnos el lujo de ser amables en el juicio. Y es que Wonder Woman funciona francamente bien como historia de origen, como relato independiente y como puerta de entrada al universo de un personaje del que ya Batman v Superman (aquí, su crítica) nos invitaba a pedir mucho más.

La clave, por evidente que parezca, está en el retrato de la protagonista. Hay una fusión de talento entre lo que escribe Allan Heinberg, que no en vano fue el autor del regreso de Diana en ¿Quién es Wonder Woman? (aquí, su reseña), la forma en la que dirige Patty Jenkins y, por supuesto, la vida que le insufla a la amazona la magnífica Gal Gadot, uno de esos descubrimientos que causan sorpresa por no haberse producido antes y que entusiasman todavía más si nos ceñimos al físico, probablemente alejado de lo que cualquier lector habitual hubiera asociado a la Wonder Woman de las viñetas. Todo lo que hace Gadot, todo lo que dice y todo lo que comunica su forma de moverse y expresarse forma parte de lo que cabe esperar de Wonder Woman, una deliciosa ingenuidad, la de una mujer que está descubriendo el mundo de los hombres, la de una amazona que cree en el amor y en la bondad enfrentándose de la peor manera posible con la violencia del ser humano, pero también un carisma y una fuerza deslumbrantes. Esos planos a cámara lenta con los que nos deleita Jenkins podrían haber resultado ridículos si la actriz no se comiera la cámara de la manera que lo hace. Lynda Carter mediante, Gadot es Wonder Woman, se lo cree y lo transmite. De esa manera, es difícil que la película no funcione.

Si lo hace es porque, además, sabe el escenario en el que se está moviendo. Tomar la Primera Guerra Mundial como escenario nos invitaba a pensar en Capitán América. El primer vengador (aquí, su crítica) como referente más claro. Pero si aquella tenía un claro color patriótico y, de alguna manera, movilizador, esta es un canto antibelicista (no hay que olvidar que el villano omnipresente y mencionado desde el principio es Ares, dios de la guerra). Pero al final Wonder Woman acaba siendo mucho más reflejo de lo que en su día fue el Superman de Richard Donner. Es una historia de origen modélica, que nos sabe situar en el ambiente mitológico de Themyscira, que se mueve a gusto en el relato de historias pasadas con el previsible pero bello cambio de estilo visual, que nos muestra el adiestramiento de Diana junto a la regia Connie Nielsen intepretando a su madre pero sobre todo con una Robin Wright que se redescubre como heroína de acción pasados los 50. Pero también es una historia de desarrollo personal de la protagonista, de su salto al mundo real, de cómo se convierte en un icono, en un símbolo y, aunque sea de una manera todavía superficial por el escenario, en una superheroina. No es Wonder Woman una mujer granítica y férrea. No puede serlo. Y ahí es donde se notan que actriz, directora y guionista entienden perfectamente a Diana.

Obviamente, no todo está a la altura del retrato en sí de la protagonista. Estamos hablando de una superproducción de Hollywood, pero lejos de los gigantescos presupuestos de otras cintas, y eso se acaba notando sobre todo en el clímax de la película, en el que realmente no vemos nada demasiado asombroso. El esfuerzo lo pone Wonder Woman es entender al personaje en todas sus facetas, también en su manera de pelear, y la parte más mitológica de su desenlace le viene algo grande. Pero, hay que insistir en ello, el envoltorio es tan correcto que lo que no es tan bueno se nota poco. La química entre Gadot y Chris Pine, el empaque que aportan al reparto nombres como los de las mencionadas Nielsen o Wright pero también David Thewlis o la espléndida recreac ión de época son armas que Jenkins utiliza francamente bien para que Wonder Woman se convierta en una nueva vía para que el universo cinematográfico DC no se convierta en un nicho de ominosa oscuridad sin posibilidad de entender de otra manera a sus personajes. Esa v ariedad, esa frescura que aporta Wonder Woman es digna de elogio. Hemos tenido que esperar mucho para ver a una superheroína lucir de una manera tan brillante al frente de su propia película pero ha merecido la pena. Larga vida a Wonder Woman, larga vida a Gal Gadot y que haya secuela para seguir demostrando que esto no es una casualidad.

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