CÓMIC PARA TODOS

Entrevista con Víctor Santos sobre ‘Polar’

IMG_1296Considerando Polar (aquí, su reseña) como lo que es, un auténtico clásico moderno del cómic español, entrevistar a Víctor Santos para que nos cuenta cosas sobre este trabajo es una absoluta delicia. No sólo porque sea un autor cercano y amable, sino porque su obra es tan interesante que todo lo que tiene que contar alcanza ese mismo nivel. Polar es una obra muy particular, en su concepción y en su acabado, un auténtico festín visual y narrativo, una lección sobre cómo explorar los límites del cómic como arte, y por eso, tener a su autor desgranando sus secretos, es una de las satisfacciones que nos dejó la pasada edición de Expocómic, donde pudimos hacerle esta entrevista. Esto es lo que nos contó.

Polar nace en febrero de 2012 como una iniciativa personal tuya y como webcómic. Siendo un autor que ha publicado tanto y con éxito, casi sorprende ese formato. ¿Qué es lo que buscabas con esa apuesta?

Pues inicialmente ni siquiera era un cómic que yo iba a hacer como webcómic. Era un momento en el que estaba muy quemado de haber hecho trabajo de franquicia, hacía Godzilla con unas críticas horrorosas de los fans más radicales del lagarto, y quería hacer algo realmente personal. Tenía ese miedo de quemarme como autor y de olvidarme de por qué me gusta dibujar y de por qué es una profesión vocacional. Empecé a hacerlo pensando en algo que me guste, en un desahogo, en hacerlo para mí mismo, improvisando y haciendo todas las locuras que se me ocurran. Entonces, con mi mala conciencia de autónomo, pensé en hacerlo gratis para mí. Como vi que había autores que publicaban su trabajo en Internet, (José) Fonollosa con lo de Miau por ejemplo, Jordi Bayarri que sacaba un webcómic en ese momento, dije «mira, lo voy a poner en Internet y para mí mismo me lo rentabilizo como promoción; igual lo ven editores, igual lo ve la gente y compra mis tebeos», pero como una manera de justificarme a mí mismo que estaba haciendo el trabajo por propio gusto y por la necesidad de evadirme de un trabajo un poco más esclavo, «tengo que hacer esto porque sí». Es una cosa que planeé inicialmente para veinte páginas, treinta, cuarenta, y empezó a crecer, yo me empecé a sentir muy cómodo y me gustó. Y me sirvió durante un tiempo como desahogo creativo de la semana, para probar cosas. Empezó a crecer y se convirtió en un pequeño monstruo en el que también tuve mucha suerte, porque el hecho de que luego lo comprara Dark Horse, que fue la primera editorial a la que lo mandé, porque empecé de arriba a abajo como quien dice, ya me obligó a planteármelo de otra manera y seguir con él. Pero en ningún momento era ni una iniciativa para venderlo, ni un tema profesional. Fue algo así como que «ya que lo tengo, voy a hacer algo con él».

No era para venderlo, y sin embargo se vende con esa facilidad…

Sí, sí, es muy curioso. Reafirma mi teoría de que las cosas que mejor se venden son aquellas en las que tú estás a gusto. Mi carrera ha ido un poco por la dirección en la que yo por mis propias capacidades he podido tener. No he forzado mi estilo para poder hacer superhéroes, por ejemplo. He tenido la suerte de que, con mi propio estilo, he podido hacer trabajos comerciales de franquicias como Godzilla o ahora Golpe en la Pequeña China pero siendo yo mismo. Curiosamente, este ha sido el cómic en el que más yo he sido, porque lo he hecho con un objetivo personal, y resulta que es lo que funciona mejor. Reafirma mi teoría de que si te lo pasas bien con algo, se transmite.

Y más curioso todavía, Polar nace con un personaje que aparece en un trabajo anterior, Black Kaiser, que igual tampoco tuvo tanto éxito…

No, no, claro. Yo ese personaje lo planteé en su día como una especie de Spirt de Will Eisner. Me gusta mucho Spirit porque realmente a veces el único nexo común de sus historias es que hay un tío con un antifaz. Yo creo que Eisner lo usaba para probar todo tipo de elementos narrativos, para jugar con la misma forma del cómic, y la única manera de que se lo publicaran era decir «bueno, sale un señor que se llama Spirit y yo a ustedes les doy siete páginas semanales de él». Black Kaiser nació de esa manera, como un personaje muy pulp, muy icónico, con el parche, pero yo me lo planteaba como que podía aparecer en una historia de espías, en una historia de acción, yo qué sé, igual no en una historia de romance, pero podía jugar con él en cualquier historia de ficción. En vez de inventar un personaje nuevo, me dije «mira, con este personaje que no continuó en su día y que le tenía cariño voy a hacer ese rollo Eisner de volverme a meter con él».

Y siendo una historia que descansa tantísimo en lo visual, el movimiento, el impacto del color, ¿cuál es el principal reto que te supone a ti como autor?

Pues mira, es como una especie de puzle de estructura que me planteo. Yo cuando empiezo a dibujarlo sé más o menos lo que va a pasar en cada página, sin atarme demasiado pero sí que tengo un plan a medio plazo de lo que va a pasar. Pero luego afronto cada página como un ejercicio visual de composición. Pienso en las masas de negro, en las masas de blanco, en la composición de la figura y es una especie de prueba-error, de ir cuadrándolo todo, una cosa que a veces realmente no ocurre en el papel. Es una cosa de estar en la cola del súper, de estar fregando los platos, de estar haciendo cosas aburridas, y es mi manera de entretenerme, pensar en el artificio de la semana. Cuando consigo cuadrar eso en mi cabeza, hago la página. Y a veces luego cambio cosas cuando la dibujo, pero es un poco ese rollo de ponerme un reto a mí mismo. Realmente, de ejecución es un tebeo muy rápido de dibujar, igual tardo dos horas como mucho en hacer la página desde que la aboceto hasta que le doy el color digital, pero lo que realmente me satisface artísticamente de la obra es la concepción en sí misma de cada página en mi cabeza.

La versión online es muda, la impresa con diálogos, y en esta hay incluso algunos cambios para ajustarlo al formato del libro. ¿Cómo es el proceso de transformación? ¿Hay exigencias de la editorial o tienes total libertad?

Inicialmente, cuando lo vendí a Dark Horse, el editor que yo tengo actúa de intermediario con la editorial. Fue muy honesto y me dijo «mira, les encanta el tebeo, el problema es que tienen mucho miedo de que sea completamente mudo, estaría bien añadir algún diálogo, aunque sea muy poco, porque han tenido cómics mudos que no han funcionado muy bien». Yo me lo planteé de otra manera, dije «bueno, ya que voy a hacer diálogo, voy a hacerlo como una herramienta más de lo que era Polar«. Lo uso como una especie de ritmo en la historia, una manera que yo tengo, con el diálogo, de ralentizar la lectura del tebeo donde yo quiero, y dejarlo mudo y acelerarlo cuando yo quiero. Lo gracioso es que el diálogo se ha convertido en un elemento más de ese puzle que te cuento que monto, porque ya me planteo dónde coloco el bocadillo, cuándo van a hablar, cuándo se van a callar… Funciona como una especie de partitura musical. Lo que yo hago es que tengo las páginas hechas, escribo diálogos también y veo dónde debo añadir material para cuadrar ese diálogo. Por ejemplo, al hacerlo antes mudo no dibujo diálogos, no voy a dibujar a gente hablando sin decir nada. Entonces, a veces tengo que dibujar las páginas de diálogo, o a veces añado el diálogo en la misma página que ya está hecha. Lo que también suelo hacer es cuadrar las páginas, porque no es lo mismo leerlo en Internet, que lees cada vez una página, vas leyéndolas de una en una, pero cuando lo lees en un libro lees con dos páginas enfrentadas. Siempre me gusta colocar en página par los cambios de situación, de tiempo, los lapsos y las sorpresas argumentales o los giros por ese efecto que crea el pasar la página, que muchas veces parece una tontería pero no se tiene en cuenta el destriparse a uno mismo cuando lee. Entonces, a lo mejor necesitaba mover una página de sitio, meter una página para que ese evento que yo necesito que transcurra en página par transcurra en página par. Es otra vez la ingeniería, el puzle, de cuadrarlo todo en un libro, con una estructura diferente, de manera que acaban siendo dos montajes, cinematográficamente hablando, de la misma película. Es muy curioso

¿Y los ves como complementarios o hay uno de esos montajes que sea más puro que el otro?

Los veo diferentes y complementarios. Tienen cosas diferentes. Por ejemplo, la que es online me funciona también como un diario, porque incorporo cosas que me han ido gustado. Acababa de ver Drive, por ejemplo, e incorporo un ritmo o un encuadre que me gusta. Eso, cuando lo veo en Internet o veo las páginas que tengo guardadas lo veo como un diario de lo que yo iba haciendo en ese momento. En ese sentido, es más fresco. Pero luego la edición en papel obviamente tiene una estructura más coherente, está más retocada, hay momentos en los que hice el cómic y no tenía tiempo, salió de mala manera una cara o una mano. El tomo en sí ya forma una obra más coherente, más estructurada. El cómic es todo estructura a menudo, es donde más se nota, yo creo.

¿Por qué el formato horizontal? ¿Qué crees que le aporta a la historia?

Cuando me lo planteo horizontal y mudo, fue cuando decidí hacerlo en Internet. Fue una manera de ser coherente, dije «bueno, tango poco tiempo para hacerlo, ¿cómo se puede hacer de la manera más fácil y cómoda posible? Apaisado, porque la pantalla del ordenador es apaisada, y mudo porque así no tengo que hacer traducciones de lo que estoy contando porque sería un engorro y añadirme a trabajo a algo que se supone que tiene que ser divertido». También fue una manera de variar, porque al final estoy tan sometido a la estructura de la página americana, ya no que sea vertical sino que es más estrecha, son muchas páginas de componer, una y otra vez, hacía Mice Templar, hacía Godzillay llevaba haciendo igual 30 o 40 páginas al mes en aquella época. Me repetía a mí mismo. Hacerlo en horizontal era una manera de hacer encuadres nuevos y composiciones nuevas. Fue una mezcla de necesidad y de divertirme, y ahora veo que se está publicando mucho tebeo apaisado que no es sólo tira cómica, el otro día vi el último de Paco Roca. Y me mola, primero porque la gente ya deja de meterse conmigo porque le jodo la estantería y segundo porque yo creo que deberíamos empezar a romper, sobre todo en el cómic comercial, el tema del formato único. Me encantaría hacer un tebeo cuadrado, por ejemplo, no sé, algo superpanorámico, jugar con esa ventaja que el cine o la tele la tienen limitada y nosotros no la tenemos.

Hablando de la técnica de dibujo, ¿cuánto hay aquí de lápiz y cuánto de trabajo de ordenador?

En Polar hay mucho poco ordenador. También era ese rollo que te contaba de volver a dibujar por diversión, de volver a lo artesanal. A mí eso de dibujar con las manos, con las herramientas, me gusta y me recuerda por qué me dedico a ello. El ordenador me gusta, es muy útil sobre todo para el color y para los retoques, pero me sigue gustando incluso la pureza de la cosa hecha por uno mismo, escrita por uno mismo, dibujada por uno mismo. Me gusta leerme cómics como Sin City o Kane, que incluso están rotulados por el mismo dibujante a mano. O ver los errores, me gusta ver la mejora de un dibujante, su crecimiento como artista, los pequeños errores que va cometiendo y luego va arreglando, me gusta esa parte casi física del dibujo.

Se me ocurren unas cuantas influencias, hemos hablado antes de Will Eisner, el toque pulp, obviamente se ve mucho el Nick Furia de Steranko, ¿hay alguna más que tengas?

Obviamente, Frank Miller. Todo el mundo compara, blanco y negro, rojo… Realmente eso viene de Matt Wagner, que a mí me encanta, su Grendel, sus últimas novelas gráficas han sido en blanco y negro y rojo. Es un tío que me alucina en el tema de la composición. Me gusta mucho el Lone Wolf and Cub de Goseri Kojima, cuando lo leí me explotó la cabeza, me dije «¿cómo puede ser que este tebeo sea de los 70?». Era ultramoderno, lo puedes publicar ahora. Igual el dibujo puede considerarse un poco rancio, pero la narrativa es como una explosión. Luego, un dibujante español que me gusta mucho es Javier Pulido, me encanta. Sobre todo, dibujantes que no sabes lo que va a hacer en su siguiente tebeo. A mí un dibujante que te dibuje igual una historia de espías que una historia de amor, que dibuja igual cuando tenía 30 que cuando tiene 50, no me dice nada. Me gusta ese dibujante como Miller, como Wagner, que de pronto dices «a ver qué va a hacer ahora». Incluso a veces no te gusta, pero sí ese rollo de sorprender siempre con tu siguiente obra. Es lo que me mantiene fresco y contento en esta profesión, porque si no acabaría agobiadísimo.

El género negro, al que corresponde obviamente Polar, ha tenido un resurgir bastante potente en el cómic en los últimos años. ¿Cómo ves tú el estado del género y qué nombres destacarías?

A mí me encanta. Pienso que sigue siendo un género que no es excesivamente popular. Obviamente, tendrá obras muy vendidas, pero el género negro, en lo más puro, como el Criminal de (Ed) Brubaker y Sean Phillips, pienso que siempre ha estado ahí, y siempre va a estar porque tiene un público muy fiel. Y pienso que estamos en un momento en el que el cómic de superhéroes ha dejado de ser a lo que se asocia el cómic americano. El estereotipo continúa pero ya es otra cosa, el cómic americano ya es otra cosa, ya es ciencia ficción, cómic independiente, género negro… Y yo creo que en España también ha cambiado un poquito. Aquí nos hemos tirado por la vertiente más indie, digamos, también un poco por influencia europea, pero me mola también ver género negro en España. Creo que es un género que siempre va a estar, que está muy relacionado con cambios sociales muy importantes, incluso bruscos y con miedo, igual que en los años 50 con la Guerra Fría, en los años 30 con la Ley Seca, desde hace unas décadas con la crisis, la inestabilidad social… Yo creo que es un caldo de cultivo para la reflexión social, y creo que el género negro más despreocupado, más estilizado como es el de Polar, que es casi abstracto, sigue siendo reflejo de las épocas de cambio social que vivimos. Yo creo que le queda mucho, para bien o para mal, por las épocas que vivimos.

En mayo completaste la tercera temporada online. ¿Cuándo continuará y hasta cuándo habrá Polar?

Pues mira, de momento no tengo planes para continuar el cómic online. Básicamente porque es lo que tiene una cosa que crece, que te acabas convirtiendo en esclavo de él, y tenía mucho miedo de acabar haciéndolo como con desgana y que fuera otro trabajo más. Quería cerrar la trilogía con Dark Horse, dejarlo respirar, que muevan la serie y en un momento dado volver con el personaje, con Black Kaiser, pero seguramente con algo o bien hecho ex profeso para papel, en plan hacer una novela gráfica de Black Kaiser o de Polar en la que yo lo dibuje todo y luego el tebeo salga, o bien en un futuro dado hacer una historia nueva en un medio digital nuevo, si dentro de unos años hay un soporte como el tablet que esté muy generalizado, digamos probar algo diferente. La primera trilogía de Polar es hija de su tiempo, ocupó el momento de los blogs, de las redes sociales, y me gustaría que el siguiente Polar estuviera en lo que venga después. Creo que Polar es una obra a la que voy a volver siempre, porque para mí es como un refugio de lo que te he contado, cuando me agobio de otros trabajos, pero que va a ser diferente cada vez que aparezca.

Hace ya más de un año se habló de la venta de los derechos para hacer una película de Polar. ¿Hay alguna novedad que nos puedas contar?

De momento yo no sé nada. Sé que siguen buscando director, hay un guión hecho que yo he leído. Pero es lo que llaman el infierno de la preproducción. A mí ya me dijeron que paciencia. De hecho, hablé con Mike Oeming, que es buen amigo y me dijo «mira, yo con Powers sufrí dos proyectos de película, dos episodios piloto rechazados, ha tardado como doce o catorce años en salir la serie, así que disfruta de lo bueno que te traen este tipo de noticias y de atención, pero ten paciencia». Sé que hay un guión, pero bueno, pueden pasar mil cosas. Pueden cancelarlo, puede retomarlo otra productora… Lo bueno es que, al haber un guión ya hecho, tenemos algo con lo que jugar y enseñar a las productoras. Acostumbrado a la inmediatez del cómic, para mí eso de que los de Dark Horse Entertainment tenga mil reuniones con los de la productora, con Constantine, y a mí no me digan nada… Asumo mi papel como padre de la criatura, pero luego ellos hacen y deshacen.

Y ya para acabar, ¿qué otros proyectos tienes en marcha de los que nos puedas contar algo?

Pues van a salir algunas cosas, lo que pasa es que no puedo hablar de muchas. De momento estoy con lo de Golpe en la Pequeña China para Boom!, que es digamos mi trabajo de franquicia, lo que financia otras cosas. De entre lo que tengo más ilusión, hay un proyecto de género negro que tengo con Frank Barbiere, con el que hice Black Market, estamos trabajando, no sé cuándo saldrá porque lo estamos haciendo un poco a ratos, él está ahora con Marvel y yo estoy con otras cosas, a lo mejor calculo para finales de 2016 o así, en plan serie regular, género negro puro y duro, dibujado y coloreado por mí, una cosa muy personal, y es un poco lo que voy haciendo a ratos como mi proyecto especial. También estoy preparando el tercer tomo de Polar, que ha llevado bastante trabajo porque seguramente es el tomo que más retoques ha tenido y tiene como 30 páginas más de diálogo y acción. Quiero hacer algo así como el Hard Boiled de John Woo de los cómics de género negro, algo así como la escena de acción más larga y más complicada hecha en un tebeo. Ah, y luego estoy con la segunda parte, que ya está acabada, de la novela gráfica Rashomon que hice para Norma, que era un tebeo de género negro pero ambientado en el Japón de los samuráis. He acabado ya esa segunda parte, seguramente saldrá en 2016, y además saldrá publicada en Dark Horse en un único volumen, uniendo la primera parte que salió hace año y medio o dos años, y la segunda. Está bien, porque sigo con el género negro, no pienso abandonarlo nunca.

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Esta entrada fue publicada en 18 enero, 2016 por en Entrevista, Norma, Polar, Víctor Santos y etiquetada con , , .

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