Vancouver no Asahi. Ishii lanza, Tsumabuki batea

Con la presencia del director Ishii Yûya y el popular Tsumabuki Satoshi como interprete estrella, el preestreno de este mes del FCCJ repetía invitados respecto a otro muy reciente, pero sin embargo alteraba su ubicación. El evento se trasladó excepcionalmente de las vetustas sillas de la sede en Hibiya a las generosas butacas del Oscar Peterson Theater, en las lujosas instalaciones de la embajada de Canadá, en Aoyama. El cambio se agradeció, especialmente porque la duración de Vancouver no Asahi demandaba una mayor comodidad de asientos.

No sólo el metraje y el patio de butacas habían aumentado, en esta nueva producción, Ishii da un salto cuantitativo inédito en su carrera en cuanto a presupuesto y ambiciones comerciales. Una prueba de ello es que el estreno de mañana ocupará un total de 343 pantallas de todo el país. El film incorpora otras novedades en su carrera. Se trata de un film de época que además no está ambientado en Japón. Al ser cuestionado por ello, el joven realizador manifestó no haber afrontado el trabajo de un modo diferente, ya que siempre trata simplemente de lograr el mejor resultado posible de los recursos que dispone. Una respuesta sensata, que en buena medida corrobora el film en sí mismo, ya que con Vancouver no Asahi ha logrado realizar una buena película. Otra más que añadir a su ya admirable lista particular.

Dicho esto, también cabe señalar que no parece adaptarse con comodidad a su nueva faceta como realizador de un cine más grande, entendiendo por ello no sólo como producto de presupuesto importante sino por pasar de narrar historias intimas y domésticas a una historia colectiva y de épica deportiva, que incluye escenas con decenas de intérpretes, complejos movimientos de cámara con grúas, planos amplios de los escenarios naturales y urbanos canadienses, recreaciones de época, efectos visuales y demás. Es comprensible, siendo un primer paso en terrenos no transitados con anterioridad. En su aproximación a un cine más próximo al espectáculo audiovisual estandarizado por Hollywood, Ishii se muestra algo convencional. Se añora la personalidad que muestran sus películas anteriores y gran parte de las escenas que deberían ser climáticas, como esa suspensión del sonido en los momentos decisivos de los partidos de béisbol, parecen caer en lo rutinario. Sin embargo, la película se ha demostrado eficaz, cosechando el favor del público en el festival de Vancouver –obtuvo el Audience Choice Award– y conserva la maestría y sutileza habitual de su autor en las distancias cortas. Una buena muestra en el modo en que nos muestra por primera vez la cotidianidad doméstica de la familia protagonista. La cena familiar se plantea como un retrato costumbrista de cualquier hogar japonés. Menú, vajilla y cubiertos son los propios de la mesa nipona. La conversación no difiere de la de cualquier sobremesa japonesa, ni en idioma ni en contenido. Se inserta entonces un plano de debajo de la mesa. El encuadre destaca los pies de los comensales, calzados pese a estar dentro de casa. Un simple plano para expresar la inevitable y progresiva transformación cultural de la comunidad japonesa instalada en el lejano Canadá.

Espléndido trabajo, una vez más, de Tsumabuki, que se ha ganado la condición de estrella desenvolviéndose a favor de sus personajes y no de su lucimiento personal. En este caso se visualiza con facilidad, ya que interpreta al apocado Reiji, que se ve forzado a asumir el liderazgo del equipo de béisbol por antigüedad. Incapaz incluso de dar una charla motivacional, en algún momento incluso delega para ello en su hermana menor, el respeto que logra Reiji no es buscado ni forzado, se lo gana con tanta discreción como determinación. La intuición con que desarrolla su «brain ball», el golpeo inteligente que dará triunfos a su equipo, ocupa un par minutos y no demasiados planos, no se enfatiza lo más mínimo, ni en el film ni en la actitud de Reiji, a quien ni tan sólo se le atribuye la paternidad del estilo. Así, la eficaz sobriedad en la interpretación de Tsumabuki redime de sus debilidades al film, encarnando a la perfección un liderazgo blando nada habitual en los protagonistas de películas sobre deportes, lo que singulariza a Vancouver no Asahi dentro de su género.

Pese a ser una producción totalmente japonesa, rodada casi íntegramente en un set descubierto en Tochigi, la distribución parece asegurada en Canadá. Siendo una película bilingüe, con numerosas escenas en inglés, pero también por su calidad y por sus características visuales y narrativas, podría también llegar a otros países. De momento comprobaremos si, a nivel nacional, vuela tan alto como apunta.

vancouverAsahi

Deja un comentario