Alejandra Pizarnik – Su sonrisa atraviesa paredes y distancias…

Ese momento en el que te sientes lejos de todo, y en discordancia, rompiendo el silencio y la nostalgia, llega el saludo de quien fue y no será. De vez en cuando aparecían rezagos de sincronía en sus corazones, apareciendo como entre sueños el uno para el otro. Sin embargo, aparecías para decirme que aún pensabas en mí, y te alejabas en las sombras de una incontrolable distancia y un abrumador silencio. Yo quería inmortalizarte, hacerte mía como nadie lo había hecho, y no solo en un sentido animal ni poético; mientras que tú querías compartir un breve momento y desaparecer. A lo mejor fue mi culpa por llenarme de esperanza, de un recuerdo incompleto de todo aquello que tú no querías aceptar. Tal vez no era amor, pero qué bonito se sentía y no me arrepiento de ello.

Emiliy Brontë – Cumbres Borrascosas – El mundo es una odiosa colección de recuerdos que claman que ella existió y yo la perdí.

Tras la ilusión empieza el abrupto conflicto en donde la maldita balanza de quién quiso más y quién parece olvidar con facilidad termina quebrando toda esperanza. Este es el comienzo del desfase. Nunca más, al parecer, volverán a ser los mismos. En ese momento él dijo: Tal vez no eras tú, eran las ganas de que fueses tú a quien yo tenía que amar… y, como en los cuentos de finales no muy felices, tal parece que cuando más uno quiere, el querer deja de ser sano… En medio de su soledad, dejó a su mente volar sin importar todo eso que le rodeaba y que tanto daño le hacía. Era su mejor defensa, su amor: el amor propio. Era todo lo que necesitaba. Brillar, creerse capaz y valorar a las personas que estaban a su lado y que no le pedían nada a cambio, esa gente que vale de verdad.

El amor tal vez ya no sea para él aquello que pensaba cuando era pequeño. Ahora le queda la sensación de tener que verlo desde su balcón, verlo pasar, y sentir cómo crece, cómo los demás entregan, lo pierden y lo vuelven a encontrar. Pero eso no lo hace derrumbarse. El destiempo es una excusa de miedos y demandas, sin embargo, le tocará vivir al máximo para dejar una señal de que estuvo presente. Sin importar lo que piensen otros, sin importar cuánto más tenga que arriesgar. Tiempo después se le escuchó decir: Después de ti sólo me quedó hacer mi vida como jamás pensé que podría hacerla, acompañado de mis miedos y mis debilidades, de mis fracasos y mis tropiezos. Con el tiempo me di cuenta de que estaba viendo lo malo sin darle oportunidad al aprendizaje y al crecimiento que se suponía era el haberte dejado ir, dejándome entrar a mi propio corazón.

Liniers – Z-25, el robot sensible

Si no existe el destino, esta es una de esas casualidades que no se pueden explicar, que sobreviven en tiempo y espacio, ante cualquier contexto y adversidad. Cuando dos son capaces de unirse pese a sus diferencias, entonces han aprendido el secreto de la inmortalidad, la que se anida en el corazón ajeno. Y esa capacidad no muere con los kilómetros ni los segundos, sino que se lleva marcada en el corazón de quienes creen en el amor. Aún podrán decirse: ♫cuando envejezca estaré allí, a tu lado, para recordarte cuánto te sigo amando…