Yo confieso…

A quemarropa y sin titubeo alguno
asaltaste un corazón reservado y tímido.
Pusiste tu nombre en él con tanta seguridad,
con ese atrevimiento tan poco común por acá
y esa serenidad que calmaba hasta al más fiero.
Allí estabas tú, haciendo todo sin saber lo qué hacías.
Allí estaba yo, sin hacer nada esperando el momento.

Liniers – Fue fácil… cuestión de empujarlo un poco a él que es medio lento… y listo el pollo.

Liniers – Fue fácil… cuestión de empujarlo un poco a él que es medio lento… y listo el pollo.

Hay en la vida momentos en los que no tenemos ni idea de cómo llegamos hasta ese punto. Momentos en los que, cuando abrimos los ojos, ya no hay nada que podamos hacer. Estamos inmersos en un mundo de magia que juega con nuestro propio espacio y tiempo, y que afecta nuestro desempeño irremediablemente, arrojándonos hacia una felicidad tan única y propia que resulta increíble que podamos llegar tan alto. Entonces, el amor se presenta en contextos impredecibles, incluso cuando lo negamos, cuando al hacernos suyo solo queramos huir y ponerle vallas. ¿Qué es la timidez para un arrebatado?

Basta darse cuenta de esos pequeños detalles: su sonrisa contagiosa, su mirada cautivadora, su paciencia infinita y esa manera de escuchar, tan activa y tan atenta, como si nunca se cansara de las mismas historias, como si pudiera transmitirnos esa admiración por alguien que no cree merecerlo. Lo tácito de su cariño nos enreda, si acaso debemos asumir si tanta entrega es algo natural o si espera algo a cambio, y nos paralizamos ante la duda. Va un paso adelante, siempre, en el tablero de ajedrez, poniendo en jaque los sentidos; y toda excusa sobre un plan maestro queda desbaratada al cuestionarnos si es que realmente a su lado puede haber más perfección. Y su perfume, ese cálido aroma gobierna cada espacio de nuestro cuerpo cuando un poquito de su cabello cae sobre sus hombros y desprende ese aroma a ilusión, desprendiendo un conjuro que nos invita a perdernos juntos, la verdadera tentación.

Beatriz Rivas, Federico Traege – Amores Adúlteros – "No puedo dormir sin decirte que me haces muy feliz. Aunque suene cursi. Has llenado mi vida de luz. Aunque suene religioso. Te adoro. Aunque suene fanático. Y no quiero que se acabe nunca. Aunque suene soñador. Te amo. Aunque suene prematuro."

Beatriz Rivas, Federico Traege – Amores Adúlteros – «No puedo dormir sin decirte que me haces muy feliz. Aunque suene cursi. Has llenado mi vida de luz. Aunque suene religioso. Te adoro. Aunque suene fanático. Y no quiero que se acabe nunca. Aunque suene soñador. Te amo. Aunque suene prematuro.»

Quien da el primer paso tal vez no es el más valiente, sino el más ansioso por amar. El que entiende en primera instancia que es inevitable la entrega y que incluso siendo prematuro es lo más razonable, pues la felicidad se trata de atesorar esos efímeros momentos a su lado. Es el que entiende lo que nadie más va a entender, es el que rompe su zona de confort y arriesga, el que se deja llevar por una locura llena de instintos agudizados y miles de dudas en sí mismo. No a todos nos gusta dar ese primer paso sino que preferimos quedarnos expectantes, pero que bien se siente cuando te arriesgas al vuelo y te encuentras acompañado. Quien da ese primer paso no es el que va de prisa sino quien marca la pauta, pese a todo obstáculo y todo ese absurdo qué dirán. Es quien compensa lo salvaje con lo calculado en cada paso, es el que es consciente de lo que siente y no teme.

Mario Benedetti – Primavera con una esquina rota – "Hemos encontrado algo que nos importa mucho y por lo tanto vamos a seguir juntos, con todos los problemas y desajustes que ello va a implicar. Los capítulos próximos serán duros, pero vamos a seguir juntos. Vos lo sabés y yo lo sé."

Mario Benedetti – Primavera con una esquina rota – «Hemos encontrado algo que nos importa mucho y por lo tanto vamos a seguir juntos, con todos los problemas y desajustes que ello va a implicar. Los capítulos próximos serán duros, pero vamos a seguir juntos. Vos lo sabés y yo lo sé.»

Conclusión

Estamos a punto de saltar, llevamos el paracaídas listo. Estamos preparados pero no tenemos fe, nos inunda la duda y el miedo de lo que pueda pasar ¿Cómo saber si no saltamos? Vamos por la vida poniéndole excusas al amor, temores infundados basados en prejuicios y desconfianza en el pasado. En ese momento alguien se lanza con nosotros, alguien que dice que nos va a proteger. ¿Le creemos? Tarde o temprano nos tocará saltar, y bien que por dentro queremos reconocer a gritos lo que nadie más escuchará: ¿No ves que estoy muriéndome de amor por vos?

Acerca de PaoloCesare

Calmo, analítico, consejero, buen compañero, gran amigo (eso dicen, no les crean). Me atrevo a escribir para compartir y aprender con Uds.
Esta entrada fue publicada en Personas y etiquetada , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

14 respuestas a Yo confieso…

  1. Solo comentaré hoy una cosa…me encantó, la leeré varias veces para llegar hasta el fondo de esa confesión…para descubrirte…

  2. Anónimo dijo:

    hola me ha gustado tus publicaciones me ´podrias seguir en mi blog es que soy algo nueva en esto si gracias

  3. a veces necesitamos un empuje aunque sea pequeño para que podamos saltar…muy interesante Paolo 🙂

  4. laacantha dijo:

    Y resulta que siempre nos arrepentiremos más por lo que no hemos hecho, perdiendo un montón de oportunidades..

  5. lachicadeldiarioalos30 dijo:

    yo confieso que padezco de ser demasiado confiada jajaj y eso sumado a ser de las que quieren las cosas muy claras pues da como resultado multimples desiluciones hacia los hombres (jejej lo siento) por no saber demostrar, por no ser constantes más de veinte días por alguien por la que supuestamente estas encantado y por simplemente por pretender recibir y no siempre dar.
    Gracias por esta bonita entrada.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.