Bailabas para mí ante la mirada de quien asumía exclusividad,
sin reglas ni dramas, solo sentir el delirio de persecución por una noche.
Aquel signo de pertenencia destruido con simples palabras de libertad,
por la necesidad de algo distinto, para superar lo prohibido con derroche.
En esa etapa en la que la moral era solo un invento para limitarnos y se juzgaba a otros por sus acciones como si uno mismo no las hubiera cometido; todo ello resultaba en una injusticia, una paradoja. Y, convencidos de no pecar en un mundo hipócrita, el peligro podía transformarse en alimento necesario para dos almas que se entendían en su inexplicable deseo por probar nuevas formas de sentir, de querer, de dejarse llevar. Cómplices de antaño, elevando la apuesta al ritmo de un avance profano en sus cuerpos, delirando en destellos noche tras noche, a escondidas, inmortales por segundos. Todo ese atrevimiento, la provocación a destiempo, el sentir la caída, dejar huellas en el asalto acelerando para evitar los cuestionarios de otros, el tramar las rutas de escape: tanta inteligencia gastada en algo que no importaría como acabase, sino que la creatividad haga que siempre volviese a empezar.
Él, una víctima sin saberlo o tal vez el único culpable del desarrollo de todo esto ¿Acaso impedir el acercamiento no provocaría tener más cerca lo prohibido? ¿Debería alertarse por la cercanía de un tercero con sentimientos sentenciados? o ¿debería confiar ciegamente bajo una estrategia sutil de control a distancia? Él, cauto, moviendo los hilos, insinuando acciones de placer imposible, con un nivel de seducción indecible, presume un talento que despertó curiosidad de un ángel dispuesto a pecar. Por otro lado, ella, enredada entre lo que debería y no debería hacer, culpable por dejarse enmarañar por un loco -no tan conocido- que le fascina ir descubriendo en cada encuentro, y en el que solicita perderse. A la entrega sin titubeos y, cada vez, dispuesta a probar de ese fruto tan delicioso que descubrió como jugando, y que ahora atesora en el paraíso de su cuerpo. Esta historia, de testigos anónimos, personajes indiferentes que incluso sabiéndolo todo, callarían por respeto o desinterés. Un silencio que rompe con la calma que ‘en teoría’ debía existir. Que sigan enredándose entonces, y aunque sean de dos mundos distintos, la corrupción de sus mentes ha hecho que estos se sumen y se resten sin peros en sus lenguas.
Prohibirles que se entreguen es oponerse a la naturaleza, ya es tarde. Ya colisionaron sus planetas y no existirán etiquetas para ponerles. La moral para ellos es solo un espejismo en el desierto de su curiosidad, la tentación habrá ganado la batalla. Y, sin importar como acabe esta seguidilla de encuentros, el verdadero riesgo es que la esencia de lo efímero se convierta en la dulzura de lo interminable, ese delicioso infierno que guardamos adentro saliendo a un mundo que no está listo para ello. Arriesgarse a compartir el vuelo es la provocación a la que algunos temen llegar con la persona incorrecta, pero que disfrutan sin darse cuenta desde que le sonrieron a otro más de lo debido.
Conclusión
Cuando el atrevimiento y la seducción desbordan, el clímax de dos apasionados se reparte en la locura, conscientes de sus delitos. ¿Quiénes somos para juzgarles? Si acaso ellos no son libres, entonces que sean denunciados por sus mentes, caso contrario, que vuelen juntos hasta la demencia. Y que sea ese veneno inyectado en sus venas el que disperse el deseo hasta que sus cuerpos estallen sin control. Convirtiéndose en la peligrosa adicción de la que nos advirtieron, la misma que no nos importó probar. Que empiece el Mea Culpa: ♫Imposible olvidar tu talismán, irresistible remar contra tu atracción. A tu lado retrocede el tiempo, cualquier día es el mejor momento. Increíble tentación es el amor…
Cuando algo es realmente natural, sencillamente no hay etiqueta que valga… el amor lo supera a todo, moral, prejuicios…pero se debe saber vivir en su habitad natural también…Un abrazo Paolo, me encanto tu entrada!
Eso, mejor resumido imposible: Naturaleza, sencillez, sin prejuicios ni trabas. Libertad en su habitad natural. Ojalá pudiera saber quien anda detrás de tanta sabiduría. Un abrazo. 🙂
Paolo soy amare, Disculpa, lo que pasa es que no me fije que no quedaron los datos del Blog, sabes el amor se puede vivir exactamente libremente como nadie imagina! y es lo mejor de esta vida!!!
Uy pues, que bueno es saber que se ha resuelto un misterio 🙂 Muchas gracias jaja
jajaja siiii!!! Genial descubrir misterios!!! me gusta!!!
“Para las mujeres, el mejor afrodisiaco son las palabras. El punto g está en los oídos, y el que busque más abajo está perdiendo el tiempo”. Isabel Allende, escritora chilena. Benditos sean los que tienen ese don de seducir con las palabras. ¡¡.. A por ellas ..a por las mujeres…!!
Benditos, y malditos también si es que son inalcanzables, jaja. A por ellos 🙂
Disfruto mucho de las imágenes que me regalan tus escritos.
«La moral para ellos es solo un espejismo en el desierto de su curiosidad, la tentación habrá ganado la batalla. Y, sin importar como acabe esta seguidilla de encuentros, el verdadero riesgo es que la esencia de lo efímero se convierta en la dulzura de lo interminable, ese delicioso infierno que guardamos adentro saliendo a un mundo que no está listo para ello». Toda una batalla épica cargada de erotismo en mi cabeza, dando vuelta.
Exacto, esa es la batalla, la carga de emociones, sensaciones y deseos que nos invaden. Muchas gracias por comentar. Saludos.
Me ha encantado !!! El amor es sencillamente eso Locura, y búsqueda de la libertad para querer y ser querido sin que nadie pueda impedirlo
Todo está en nosotros, dejarnos llevar, aceptarnos y permitirnos amar, entregarse a más. Gracias por comentar. Saludos.
Existe una fuerza dentro de cada uno de nosotros, que solo la descubrimos, cuando somos cocientes de eso.
Todo lleva su proceso y el conocerse también, saber cuales son nuestras debilidades y nuestras fortalezas. Podemos ver polvo y piedra a la vez.