Fugitivos

Esa noche la había planeado desde la última vez que nos vimos, me habías pedido un encuentro ‘legendario’ sin imaginar que los hechos superarían a las expectativas de ambos. Por un momento pensé que se iba a cancelar esta cita, pero la insistencia y un poquito de suerte, hicieron que pudiésemos estar juntos. Ambos necesitábamos un espacio para descubrirnos, en ese afán libertario de aquellos oprimidos por la rutina y el estrés laboral. Necesitábamos un escape, como prófugos de una vida que nos puso en distintas situaciones, siendo finalmente la curiosidad por conocer más de nosotros la que nos hizo atrevernos a cruzar la barrera de la amistad y demás reglas.

Desmotivaciones: Por ese beso que siempre hemos tenido ganas de darle a nuestro mejor amigo cuando se nos ponía en bandeja la oportunidad

Desmotivaciones: Por ese beso que siempre hemos tenido ganas de darle a nuestro mejor amigo cuando se nos ponía en bandeja la oportunidad

Un cuarto creciente, el mar danzante en la oscuridad, el vino blanco que empieza a gustarte… ¿casualidad o complicidad? En realidad, si recuerdas cuando te dije ‘la luna debería estar aquí y no allí’ ya tendrás una respuesta: es que incluso los ‘planes B’ tienen que ser perfectos. Luego de cenar, una caminata por la ciudad a oscuras nos condujo a aquel bar, de música en vivo y tragos interesantes. Alzamos la apuesta con una ronda de tequila, como dos tontos que intentan sorprenderse. Algo aquí estaba distinto, no raro, y es que parece que ambos nos dejamos los límites en casa. Pasaban los minutos, las preguntas llevaban una tendencia a aquel tema que quedó entreabierto la vez pasada… ¿coincidencia o curiosidad? Sonrisas, miradas fijas con sabor a tragos cada vez más fuertes y exóticos, preguntas cada vez más incisivas sobre un tópico del que nunca habíamos hablado frente a frente y que, en ese momento, parecía el único. Ya no era cuestión de ‘hacerse el interesante’ sino de alimentar ese morbo de manera elegante. Así, nuestro modus operandi tocó la fibra más sensible de cada uno, descubriendo cada quien algo ‘más allá de lo evidente’. Sin embargo, la noche llegaría a su clímax justo cuando el bar cerraba. Teníamos que marcharnos aunque yo no quería dejar de ‘re-conocerte’.

«Fuimos un cuento breve que leeré una y mil veces»

‘Tuit’ que alguna vez leí

Fue al salir que las cosas comenzaron a transformarse, se canjeó la amistad por la curiosidad desmedida y, tal vez, dominó en mí la necesidad de sentir a alguien más cerca. No solo fue la desinhibición del alcohol ni toda aquella conversación previa. Estabas allí dándome señales de que no solo yo estaba ‘alucinando’ cosas. La cercanía de nuestros cuerpos ponía en aprietos aquel concepto de amistad que en teoría debería mantenerse, y, ni que decir de los besos que llegaron apasionados, intensos, descontrolados, uno tras otro en apenas en unos minutos. Todo aquello que era impensable estaba ocurriendo, y obviamente no era momento para pensar: «estoy besando a mi amiga». Ahora solo trato de recordar cual fue la chispa que derivó en toda esa pasión ¿fue la ternura de un abrazo sincero o acaso fueron las palabras de alguien que trata siempre de estar allí? Solo tengo una respuesta: no importa. Fueron tantos los besos que nos dimos que son lo que más recuerdo. Lo que pasó después simplemente fue el desborde de unas manos que querían expresar su deseo, caricias cada vez más osadas que alzaban la apuesta. Dos locos que, sin importarles el mundo alrededor, descubrían en ellos la sed inagotable de erotismo y pasión de la que hacía unos minutos hablaban. Lejos de tener oposición, ambos estuvimos dispuestos a llegar más lejos, en una guerra de intensidad y desenfreno en la que, como peldaños, fuimos ascendiendo paso a paso hacia la cima de una escalera que nos invitaba a seguir, llegando tan lejos como pudimos. La cita terminaría en una despedida sui generis, entre la confusión y el riesgo, una aventura peligrosa que encantado repetiría, aunque eso no lo decida únicamente yo sino que entiendo debe ser cosa de la ‘casualidad’, un pacto tácito y más curiosidad…

Conclusión:

El juego de seducción se perfecciona con el tiempo, con cada logro y con el ‘feedback’ de aquellas personas que llamaron nuestra atención. El hecho particular de que ocurra con una amiga permite demostrar madurez siempre que los dos sepan manejarse. De esto habla mejor una publicación en la revista Oh-la-lá, que alguna vez una amiga compartió conmigo. De nada sirve arrepentirse, hay que administrar las sensaciones de manera objetiva para salir adelante. La decisión no es de uno, sino de dos. Y la amistad se conservará cuando lleguen a punto común. ¿Qué pasará después?… ♫¿quién sabe?

Acerca de PaoloCesare

Calmo, analítico, consejero, buen compañero, gran amigo (eso dicen, no les crean). Me atrevo a escribir para compartir y aprender con Uds.
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7 respuestas a Fugitivos

  1. Creo que estoy de acuerdo con muchas cosas, pero definitivamente este punto es el resumen: …Y la amistad se conservará cuando lleguen a punto común…un abrazo, gracias por compartir tus letras, sabes que eres muy buen escritor!

  2. Me dejas aterrada, como viajas en el tiempo? woww!

  3. ejeje perdona tanto comentario Pablo, quiero saber mas….o al parecer también pueden ser vivencias…las que has tenido en tu vida ;), yo si soy radical, un novio es un novio, un amigo es un amigo. Feliz tardee!! 😀

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