Disonancia

Por el gusto de hacer, ver y sentir diferente

Soy responsable de la muerte de Jesús

El día de hoy hago una importante confesión, soy responsable de la muerte de Jesús. Así es, del mismo hombre cuyo nacimiento cambió literalmente el rumbo de la historia con un nuevo calendario; del mismo hombre cuyo carisma transformó la ideología de millones de personas a una misma creencia que logró mantener viva siglos después. Sin lugar a dudas el mejor líder que ha visto la humanidad.

Sin embargo hoy, casi 2 mil años después, sus seguidores nos escudamos bajo el signo de su muerte. Apenas pocas semanas después de que mi madre dio a luz, el sacerdote se encargó de marcar con agua en mi frente un recordatorio: Jesús está muerto, fue colgado en una cruz como la que ahora presumes arriba de tus ojos y perpetuarás cada que te persignes.

Me declaro culpable porque cada mañana aniquilo mi mente con el mismo símbolo, por la señal de la Santa Cruz… continúo y silencio mis palabras al colocarla encima de mi boca, de nuestros enemigos… también sello mi Ser con la misma señal en mi pecho, líbranos Señor Dios Nuestro… recordamos más su muerte que su vida.

Años después de mi bautizo, mi curiosidad me llevó a encerrar a Jesús en una hoja delgada de pan ácimo, lo único que conseguí fue realizar un ritual en conmemoración suya, que de principio parece un adecuado homenaje a tan brillante persona, pero al combinarlo con la hipocresía de la ceremonia y los feligreses, se torna en un requisito dominical más para mantenerse “tranquilo” como Católico.

Lo grave vino después, ya que con perfecta capacidad para discernir, con alevosía y ventaja tomé la decisión de confirmar su deceso. No fue sólo que el obispo colocara cruces en aceite sobre mí, sino que coloqué un clavo de protocolos innecesarios en la mano izquierda; di fuerte con el mazo para que la mano derecha quedara perfectamente unida a la política eclesial; y los pies recibieron el tercer clavo de la intolerancia interreligiosa.

jesus is deadLas reglas, el misticismo, las figuras sagradas, los mitos religiosos, la competencia salvaje entre los hombres, el apego a nuestro ego, la identificación con nuestra mente, la necesidad de reconocimiento, la ignorancia de nuestro Ser y todos aquellos que hemos caído en vicios como éstos hemos causado la muerte de Jesús ya que olvidamos su sencilla filosofía: todos somos uno. Lo bueno es que sabemos qué ocurrirá al tercer día… y también quiero ser responsable de su resurrección.

 Texto: Beto González Güitrón

Imagen: Varias web

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