Sunset Boulevard

Una semana más, un caso práctico que resolver.

El humor, incluido el humor gráfico, sirve para desengranar la realidad y entenderla un poquito más. Comienzo a disertar a través de una viñeta a cerca de las resistencias del sector “profesional” de la cultura ligada a la industria cultural tradicional frente a los cambios que ya están a nuestro al rededor:

La invención del libro también levantó polémica

Los libros acabarán con la cultura es uo de los argumentos de quienes no ven nada bueno en el nuevo soporte que tienen delante, con el pergamino vivíamos mejor deberíamos sumarle.

¿Qué es lo que está ocurriendo? Una simple y clara cosa: Resistencia al cambio.

La resistenca al cambio no es más que tomar todo aquello nuevo que se te avecina como una amenaza, y por tanto tenerle miedo, en lugar de ser consciente de las oportunidades que la nueva situación te puede ofrecer. Para luchar contra esos cambios se dan argumentos de todo tipo, uno de ellos, que se comenta en el ejercicio de esta semana, es la intromisión amateur en un ámbito que debería ser sólo para profesionales (o al menos esa es la moto que desde la industria nos venden).

Como ya he explicado en el ejercicio, el ser profesional implica que cuanto mejores sean tus conocimientos técnicos, mejores posibilidades tiene de salir adelante el producto que tengas entre manos, pero eso es en principio. Las normas, en el arte y en tantos otros ámbitos, una vez interiorizadas, son para saltárselas, por eso la nueva transgresión provocada por la falta de dominio de las herramientas (el que ni siquiera se sepa que hay «normas de estilo») han acabado siendo parte de proyectos culturales, hasta tal punto que se ha cambiado la forma de crearlos.

Un ejemplo claro es el amateurismo de Youtube lleno de planos aberrantes o incluso mal compuestos, movimientos imposibles por la escasa pericia de quien lleva la cámara, saltos del eje… cualquiera puede subir un vídeo a la plataforma, y no todo el mundo tiene conocimientos técnicos. Sin embargo, todo esto ha influido en el audiovisual en los últimos años, y lo ha hecho para bien, proporcionando nuevas formas artísticas de crear. Por lo tanto el amateurismo no es tan malo como lo pintan. Además, se puede empezar sin tener ni idea de usar una herramienta, y con el uso de la misma (homo ludens que le llaman) llegar a dominarla. Esos vídeos «mal editados» pueden ser en muchos casos un «aprender jugando».

Otras excusas: la pérdida de espectadores en las salas de cine (cómo no perderlos si cada vez hay más multicines con más salas), la cada vez menor venta de discos (omitiendo los datos de la mayor afluencia a conciertos de música en directo), el que ya no se venden libros (¿desde cuando la venta de un libro estaba ligada a la elevada vida intelectual de las personas que los compraban? Siempre he oido que en España se compraban libros, sí, pero que no se leían ni la mitad, igual es mejor que miremos los datos de préstamos y peticiones de compra de obras de las bibliotecas públicas para tener una idea más clara de qué pasa ahora); y otro montón de ideas peregrinas que pueden ser rebatidas son los argumentos de la industria.

Si positivamos estos argumentos, vemos que hoy más que nunca el consumo del audiovisual es enorme (un público cada vez más exigente porque cada vez tiene más bagaje audiovisual espera que le sorprendamos por canales diferentes), un catálogo musical interminable gracias a múltiples plataformas y podcasting online que provoca que la gente quiera ver música en directo con más asiduidad que nunca, incluso que quiera hacer música sin importar en un principio sus conocimientos en la materia; o el acceso a literatura antes vetada o imposible de adquirir por ser cara, fuera de catálogo, no editada o no traducida en un país determinado…

No es la primera vez que sucede algo así. Del momento que recrea la viñeta de arriba no tengo datos, pero seguramente provocó resistencias, como siglos después lo haría la imprenta, y como ahora las están provocando las TICs, eso es seguro.

Para ilustrar un poquito más a qué me refiero, podemos pensar en un caso más cercano y ya ligado a las industrias culturales como hoy las conocemos (aka negocios): la muerte del cine mudo.

La idea de que las películas fueran «habladas» a principios de los años 20 era casi aberrante. Había orquestas que sonorizaban los pases cinematográficos (mudo puede que fuera el cine durante sus primeros veintitantos años, pero sonoro siempre lo fue). La banda sonora con las voces de los personajes, los ruidos de las escenas, la musica… cuajó, y lo hizo tan rápido que dejó en la calle a muchísima gente, desde actrices y actores que no supieron adaptarse a la actuación hablada, hasta músicos, orquestas enteras que ya no tenían sesión continua en las salas. Hoy en día nadie se cuestiona que ese radical cambio del cine mudo al sonoro fuera pernicioso, a pesar de que la propia indrustria tuvo que reconvertirse.

Esperemos que los cambios no sean tan traumáticos, y se vayan aceptando, aunque poniéndole puertas al campo con legislaciones que sólo convencen a la industriay no a quienes nos consideramos prosumidores, ni a quienes llamamos nativos digitales , ni a tantas otras personas, lo que consiguen es una larga agonía. De momento los argumentos y excusas a mí me suenan a refrito de grandes diálogos de cine, como aquel entre Norma Desmond y Joe Gillis:

Joe: Usted es Norma Desmond. Salía en las películas mudas. Era usted grande.
Norma: Soy grande. Son las películas las que se han hecho pequeñas.

Semana 11: Nuevos modelos de producción
http://cultura-abierta.blogspot.com/2011/05/introduccion-en-un-concepto-tradicional.html