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Vidas paralelas (I): ‘Ninis’ de ayer y de hoy

Publicado en http://www.castelloninformacion.com el 21 de julio de 2014

Me ha estado ‘repicando’ en la mente ese poema de Antonio Machado, cantado por Serrat en los 70,

del hombre del casino provinciano, y la afirmación de que:

“Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana.”

Y al mismo tiempo veo que tiene mucho en común con los actuales jóvenes ‘ninis‘, que ni estudian ni trabajan, pues ambos viven de rentas, en un caso de su olivar y en el otro de lo que hayan podido acumular sus padres; ninguno tiene ilusiones, antes bien se aburren soberanamente, sin emprender ninguna iniciativa, pues esperan que la fortuna les sirva en bandeja lo que no han creado; no tienen ni pasado ni futuro, aunque en el caso del viejo, al menos algo ha vivido, heredando tres veces y enviudando dos, según el poeta.

No se si todo empezó con la venida de metales preciosos de América, que modificó los genes de los españoles, haciéndolos más proclives a esperar el maná del cielo en lugar de fomentar la explotación de nuestros recursos naturales, incluido el ingenio, del que nos sobra. No se si es el fútbol profesional y otros deportes de élite, que educan a los jóvenes a preferir ‘hacer el paquete’ rápidamente, dándole al balón o a la pelota, antes que dedicar una parte sustancial de su juventud a los tediosos años de estudios. No se si es el clima que da la sensación de que la vida es fácil sin hacer nada (ríete del ‘dolce far niente’ italiano). No se qué extraño virus afecta a la capacidad de razonar colectiva, que ha hecho que nuestra generación hayamos tenido a los hijos entre algodones “para que no pasen las dificultades que hemos pasado nosotros”.

El caso es que la situación es la siguiente:
Teníamos una Seguridad Social montada sobre el supuesto de que la gente se muere poco después de jubilarse, en una sociedad en la que lo normal era tener dos y tres hijos, en unas circunstancias en que primaba el pluriempleo, con unas prestaciones muy respetables pero básicas.
Ahora tenemos que la esperanza de vida ha aumentado notablemente, las familias, cuando se forman parejas estables (que esa es otra) tienen un hijo, hay un paro atroz y las sofisticadas prestaciones de la Seguridad Social cuestan una pasta.

El anciano del poema no parecía un especimen peligroso y, aunque común, era poco abundante, pues no todo el mundo hereda fortunas. Pero toda una generación en la que la mayoría de sus jóvenes está sin empleo y sin esperanza, si que resulta verdaderamente preocupante. Qué envidia de esos países, no tan afortunados, en que los jóvenes, a los 18, salen a ver cómo es el mundo, lejos del cobijo de sus padres. Puede que no estén tan desencaminados.